En Colombia, el grupo narco terrorista FARC, secuestra a un general de la República y tanto como el presidente y los mismos guerrilleros lo culpan a él.
Esto no es realismo mágico, es el resultado de la profunda distorsión de la realidad con el más grave del deterioro en la seguridad de los últimos 20 años. Curiosamente todo mientras se adelantan conversaciones con este grupo armado en la Habana para lograr la paz. Si no fuera porque esto tiene tanto de esos golpes de opinión que ha usado Santos a lo largo de su carrera para lograr sus objetivos, como cuando perdiendo la reelección sacó de la manga un “temible” Hacker con el que afectó la, hasta ese momento, imparable carrera de su contendor, creyera en el error de uno de los soldados más experimentados del país.
De acuerdo con el informe presentado al Senado de Colombia con datos recogidos del ministerio de la defensa (entre otras fuentes) por la senadora Paola Holguín en lo que ha denominado el #Fracometro, durante este período de negociaciones en la Habana hasta la fecha del informe ha habido 792 atentados, 326 civiles heridos, 104 civiles muertos, 702 heridos y 635 muertos de la fuerza pública si a este panorama se le suma un brutal déficit fiscal para el próximo año que alcanza los seis mil millones de dólares, la pérdida de control de la tasa de cambio, la fuga de los capitales de inversión, los constantes problemas con los gremios del país, el dramático descenso de la imagen del presidente o la seria caída de Colombia en los indicadores de competitividad global, se requiere urgente algo más que el video viral de una pelea de señoras en un río de Colombia con el eslogan “Tu tormento soy yo” o la noticia de una reina que no tiene idea quien era Mandela, para mantener la opinión distraída. Estas condiciones requieren un golpe magistral.
Uno de esos que vienen agendados desde la Habana, para que el país entero se trague todos los sapos que el presidente Santos le exige a los Colombianos.
Este extraño secuestro de un soldado experimentado tiene todos los visos de ser una trampa debido que el proceso de paz necesita un relanzamiento, otro show que reposicione la terrible imagen que tienen los Colombianos de las Farc (el 80% quiere terminar estos diálogos).
Y a esto se le suma la pasmosa tendencia de la justicia colombiana a castigar severamente a miembros de las fuerzas armadas, desmotivándolos, humillándoles, mientras los que cometieron innombrables delitos hoy en día son “influyentes” servidores públicos.
*Opinión enviada por el publicista colombiano Alfonso Parra -radicado en Mississauga.