El convento de las Marianas, en San Luis Potosí, está a punto de desaparecer, tanto en lo edilicio como por el reducido número de sus habitantes: apenas tres hermanas permanecen en aquel paraje remoto. La más joven recibe la misión de emprender un viaje para reunirse con el nuevo arzobispo, con la esperanza de salvar la congregación. Pero Rafaela, la joven monja, no es la única en el camino. El trayecto la enfrenta con encuentros y situaciones que la obligarán a confrontar sus dudas, su fe y su manera de relacionarse con un mundo atravesado por lo espiritual y lo material. El relato combina lo místico, lo poético y lo existencial, entrelazando la tradición del cine surrealista de Luis Buñuel con el road trip latinoamericano.
Karla Badillo es una joven cineasta mexicana. La premiere de Oca, en la sección Discovery del Toronto International Film Festival (TIFF), representa su debut como directora. Tras formarse en el Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC), Badillo comenzó su camino en el cine desde la producción, abordando distintos roles.
“Ya como productora participé en algunas películas de Natalia Beristain, de Lisandro Alonso, en las que me pude acercar realmente a una construcción del cine mucho más profunda desde mi rol como productora”, cuenta, refiriéndose a dos cineastas —mexicana y argentino, respectivamente— de propuestas muy personales que se destacan dentro de la renovación del cine latinoamericano en los años 2000.
“Siempre me ha interesado dirigir y creo que fue por eso que elegí producir, porque me parecía un camino en el cual podía conocer las herramientas con las cuales se forma el cine en todo su espectro”, relata.
-¿Cuál es el origen de Oca y cómo surge el tema de la fe y de la humanidad en tu trabajo?
—Literalmente te diría que la inspiración principal es un sueño. Yo sueño bastante cuando duermo y siempre me ha llamado la atención el significado de los sueños. De alguna manera conecto esto con el mundo religioso en el cual me formé durante mi infancia y adolescencia, con una profunda formación católica. En la religión, y más en la católica, los sueños tienden a tener un gran significado. Me parece que el catolicismo es un cuento bastante bien contado y que solía difundirse o tener cierta trascendencia a través de sueños que podían ser revelaciones, anunciaciones o presagios. Al formarme en esa religión, me atraía bastante y, sobre todo, me atraían cosas que de pronto me parecían un tanto absurdas, incluso cómicas, pero que a la vez me fascinaban.
Para la realización de la película, Badillo conversó con personas que pertenecen o pertenecieron a la religión, en especial con una monja que vive cerca de Real de Catorce, en San Luis Potosí, con quien mantuvo diálogos profundos en torno al significado de los sueños. Además, profundizó en lecturas sobre el tema, motivada por su interés en descifrar sus propios sueños como una especie de realidad alterna, habitada por símbolos, pistas y mensajes. También se nutrió de grandes películas que abordan el universo onírico y lo surreal.
-¿Podrías contarme cómo trabajaste la estructura de la historia que se plantea como una especie de road trip muy particular?
—A raíz de mi atracción por los sueños y de mi formación católica, un día leí que el Juego de la Oca, un juego de mesa originalmente español, adaptado en México y muy conocido en Europa y el mundo, representaba una guía cifrada del Camino de Santiago de Compostela. Fue una idea que me atrajo muchísimo y, de alguna manera, la espejaba con las peregrinaciones que suceden en México, que son grandes y muy conocidas. En mi familia las han hecho y asociaba mucho ese camino adaptado a México. Yo no tuve una formación propia de guionista, lo cual a veces me parece una fortuna, pero utilicé el juego como estructura para hacer que los encuentros sucedieran, sobre todo porque resultan ser un tanto absurdos, azarosos, divinos. Me basé mucho en cosas que sucedían en el juego mismo, viendo a los distintos personajes como jugadores, y en las pruebas que se ponen en la fe de cada uno.
-¿Cómo descubriste a la actriz principal y qué fue lo que más te llamó la atención de ella? Y, además, ¿podrías hablarnos un poco de los demás personajes y de los actores que los interpretan?
—A Natalia Solián, que interpreta a Rafaela, la monja, la había visto en un par de películas mexicanas, una de ellas bastante popular, una película de género [Huesera, dirigida por Michelle Garza Cervera, 2022]. Sabía que Natalia tenía formación sobre todo en teatro y que estaba explorando en el cine. Me parecía muy importante que fuera alguien que se mantiene entusiasta por el recorrido que le espera como actriz, porque es lo que necesitaba el personaje: entusiasmo por algo que va a descubrir. Por el contrario, Cecilia Suárez, que interpreta a la mujer acomodada, me parecía lo opuesto: una actriz con una trayectoria muy conocida en México, en España y en Latinoamérica, que habla de los sueños como meta, pero desde otra etapa de su vida. Y lo mismo pasaba con la actriz que interpreta a la niña, alguien que ni siquiera sabe que puede tomar un camino, que puede decidir algo. Yo lo veía como tres personajes que emprenden un camino en momentos distintos de su vida: alguien con la decisión tomada, alguien que duda y alguien que todavía no sabe que puede decidir.
-¿Qué recorrido esperas que tenga Oca a partir del estreno en Toronto?
—Esta es la premiere mundial. Esperamos que, a partir de Toronto, la película pueda viajar, que haga su propia peregrinación, como nosotros lo hicimos, y que se pueda ver que está muy pensada para disfrutarse en cine, en ese ritual del cine. Nos preocupaba mucho que visualmente fuera atractiva, que se retrataran los pueblos y el entorno rural de México de una manera súper profunda, súper paisajista, que es algo que también tiene México.
(*)Vanesa Berenstein es encargada de programación del Festival de Cine Latinoamericano de Toronto (LATAFF) y curadora del área de cine de Inspirad@s.

Vanesa Berenstein
Encargada de Programación del Festival de Cine Latinoamericano de Toronto (LATAFF)
Investigadora en MAP Centre for Urban Health Solutions, St. Michael's Hospital, Unity Health Toronto










