Por una parte, unos 700 millones de personas sobreviven en la pobreza extrema; del otro lado, el uno por ciento más rico del mundo acapara casi la mitad de la riqueza global.
Tal contradicción —para algunos, profundamente dramática— fue expuesta por el secretario general de la ONU, António Guterres, durante la Segunda Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social, celebrada en Doha, Qatar, del 4 al 6 de noviembre.
Más allá de las palabras de Guterres, diversas voces señalaron que esta denuncia, reiterada muchas veces en foros internacionales, evidencia las profundas fracturas de un sistema económico global que margina a millones de seres humanos.
Cifras recopiladas y expuestas por organizaciones de distintos ámbitos describen un panorama desolador, cuando —como explican varios expertos— la realidad podría ser muy diferente.
Datos alarmantes
Aunque se registraron avances en la reducción de la pobreza extrema, la pandemia de la Covid-19 (2020-2022, principalmente) significó un retroceso: casi 90 millones de personas cayeron nuevamente en esa condición.
De acuerdo con el Banco Mundial, que actualizó recientemente las estadísticas del problema, el 8,4 por ciento de la población mundial —aproximadamente 670 millones de personas— vivía en pobreza extrema a finales de 2022.
Si las tendencias actuales persisten, y aunque la cifra de afectados podría disminuir, para 2030 alrededor de 575 millones de personas seguirán atrapadas en esta situación, con una presencia particularmente significativa en África subsahariana.
Por otra parte, Guterres subrayó en su discurso —y lo calificó de intolerable— que casi cuatro mil millones de personas carecen de acceso a cualquier forma de protección social, una vulnerabilidad que las expone a caer en la miseria ante una crisis sanitaria, personal o económica.
A juicio del diplomático portugués, combatir la pobreza requiere inversiones y estrategias específicas, lideradas por los propios países, en todos los sistemas que la población necesita.
“El verdadero desarrollo no se trata de prosperidad para unos pocos, sino de oportunidades para muchos, basadas en la justicia social, el pleno empleo y la dignidad humana”, afirmó.
También reconoció que no se están alcanzando los Objetivos de Desarrollo Sostenible y abogó por la igualdad en el acceso al empleo y el respaldo a las llamadas economías del cuidado.
En este contexto, diversas fuentes alertan que las mujeres realizan más de las tres cuartas partes del trabajo de cuidados no remunerado en todo el mundo.
Según Oxfam, confederación internacional con sede en el Reino Unido, si esa labor se remunerara con el salario mínimo, representaría una contribución a la economía global de al menos 10,8 billones de dólares anuales.
“El trabajo de cuidados es el motor oculto que mantiene en funcionamiento nuestras economías, empresas y sociedades. Recae principalmente sobre las mujeres y las niñas, quienes, a menudo, apenas tienen tiempo para estudiar, ganar un salario digno o participar activamente en la vida comunitaria”, afirma un informe de la organización.
Conflictos y desigualdad
En otro orden, Guterres expresó su preocupación por la continua violación del cese del fuego en Gaza, Palestina, por parte de Israel, y recalcó la importancia de buscar la paz y poner fin a la violencia.
Recomendó no olvidar la necesidad de establecer una vía política creíble que permita poner fin a la ocupación sionista —respaldada frecuentemente por Estados Unidos y otras potencias occidentales—, garantizar el derecho a la autodeterminación del pueblo palestino y alcanzar una solución de dos Estados.
Principalmente en Gaza, la población enfrenta una catástrofe humanitaria. Según la ONU, vive condiciones inhumanas desde hace más de dos años, tras la agudización de un prolongado conflicto.
“Lo que ocurre en Gaza es un genocidio sustentado en un sistema de ocupación explotadora y lucrativa”, sostuvo recientemente Francesca Albanese, relatora especial de Naciones Unidas sobre los Territorios Palestinos Ocupados.
Su informe reveló que, en los últimos 21 meses, mientras Gaza era devastada, la Bolsa de Tel Aviv subió un 213 por ciento, acumulando 225 mil 700 millones de dólares en ganancias.
Posibles soluciones
A juicio de diversos expertos, la desigualdad amenaza el desarrollo social y económico a largo plazo, frena la reducción de la pobreza y destruye el sentido de realización y autoestima de las personas.
Como posibles soluciones, proponen la redistribución equitativa de los recursos, la inversión en educación y capacitación, la implementación de sistemas de protección social y la lucha contra la discriminación.
Asimismo, recomiendan que los gobiernos creen un entorno propicio para el empleo productivo y las oportunidades destinadas a los sectores pobres y marginados. El sector privado, por su parte, tiene un papel crucial en garantizar que el crecimiento económico sea inclusivo.
Finalmente, subrayan la necesidad de fortalecer la capacidad colectiva y la voluntad política para construir sistemas económicos que antepongan el bienestar humano a la acumulación desmedida de riqueza.












