El compromiso con el multilateralismo y la búsqueda de posiciones comunes frente a los desafíos globales constituye uno de los elementos más llamativos de la declaración de la IV Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y la Unión Europea (UE).
Con 52 puntos, el texto del encuentro celebrado en la ciudad colombiana de Santa Marta el pasado 9 de noviembre pretende —según analistas— servir de ruta para las relaciones entre dos áreas geográficas muy diversas y de significativo peso en el contexto geopolítico actual.
Aunque diversos medios de prensa insistieron en remarcar las ausencias de líderes regionales relevantes, la cita reunió a representantes de 60 países y fue escenario de críticas directas e indirectas a las políticas del Gobierno de Estados Unidos y a las pretensiones del presidente Donald Trump en distintos ámbitos.
Por el bloque latinoamericano, centraron la atención al más alto nivel los mandatarios Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil, y el anfitrión Gustavo Petro. En representación de la UE asistieron el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y los primeros ministros de Portugal y Países Bajos, Luís Montenegro y Dick Schoof.
A ellos se sumó António Costa, titular del Consejo Europeo, máxima autoridad presente ante la ausencia de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
PALABRAS DE PETRO
Como era de esperar, considerando sus pronunciamientos recientes, Petro criticó la presencia militar estadounidense en el mar Caribe y cuestionó los ataques contra presuntas embarcaciones de narcotráfico.
“Ahora caen misiles en el Caribe, los mismos que caen en Gaza”, afirmó Petro ante los asistentes, relatando la historia de Alejandro Carranza, un pescador de Santa Marta que falleció tras el impacto de un proyectil.
El gobernante visitó a la familia de Carranza, que “vive sin techo, aislada en el barrio más pobre”, y cuestionó la calificación de “narcoterroristas” aplicada a las víctimas.
“A la luz de los tratados que hemos firmado y de la democracia y la libertad en el mundo, ha sido simplemente un asesinato, una ejecución extrajudicial”, recalcó.
Petro convocó además a convertir la cumbre en “un faro de luz en medio de la barbarie”, para demostrar que el diálogo, la democracia global y una humanidad libre son posibles.
DECLARACIÓN DE SANTA MARTA
Firmada por 58 de los 60 Estados representados —excepto Venezuela y Nicaragua— la declaración aborda temas como el cambio climático, la migración, los conflictos en Ucrania y Gaza, y la reforma del sistema internacional.
“Nos guía la voluntad de profundizar los lazos históricos que nos unen, en un momento en que el multilateralismo está siendo cuestionado en todo el mundo”, enfatiza el documento.
Asimismo, defiende un sistema de comercio basado en normas y aboga por reducir las tensiones comerciales globales, en clara referencia a los aranceles impuestos por Washington.
También destaca la importancia de la seguridad marítima y de la estabilidad regional en el Caribe, e insiste en la necesidad del pleno cumplimiento del derecho internacional en la lucha antidrogas.
Ambos bloques respaldan una reforma integral del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para hacerlo más representativo, inclusivo y democrático; expresan profunda preocupación por la guerra en Ucrania y reiteran su firme compromiso con una paz amplia, justa y duradera en Gaza.
Reconocen, asimismo, la necesidad de reducciones significativas, rápidas y sostenidas de las emisiones de gases de efecto invernadero, en contraste con el desdén de Trump hacia el cambio climático.
COMPROMISOS Y DESAFÍOS
Más allá de la declaración política, la cumbre permitió anunciar compromisos concretos en materia de cooperación birregional: el intercambio moviliza 31 mil millones de euros en más de 100 proyectos.
“Ningún país por sí solo puede solucionar los problemas de la humanidad”, señaló Petro, mientras Costa resaltó que, pese a las diferencias ideológicas, se alcanzaron acuerdos conjuntos sobre las cuestiones más críticas del momento.
Para diversas voces, la reunión demostró que, pese a diferencias y ausencias, persiste un espacio para el diálogo birregional, sin ceder ante las crecientes tensiones geopolíticas de las cuales nadie escapa por completo.











