Recientemente recibí un correo electrónico de un joven a quien le rechazaron su caso migratorio; lo había procesado él solo y se lo rechazaron. Él tramitó la solicitud de residencia permanente a través de un tío que supuestamente estaba solo en Canadá.
Hay una sección de la Ley de Inmigración que le permite a un ciudadano canadiense o a un residente permanente mayor de 18 años patrocinar a cualquier miembro de su familia si no tiene familia directa residiendo en Canadá. Entonces, este joven pensó que tenía muy buenas posibilidades de obtener la residencia permanente en el país a través de este programa.
Obviamente, se entusiasmó muchísimo cuando el tío hizo el patrocinio y el joven recibió la notificación de que su caso estaba en proceso. Lo mandaron a hacer exámenes médicos, lo mandaron a hacer pruebas biométricas, y entonces pensó que todo el procedimiento estaba súper bien. Pero en algún momento transfirieron el expediente fuera de Canadá, y al pasar un período de un año, recibió una carta donde le notificaban que le habían rechazado el caso porque no cumplía con los requisitos legales.
Resulta que hay un pequeñito detalle en la legislación que el joven no sabía, y que el tío tampoco conocía: para poder satisfacer esa sección de ley, el ciudadano canadiense o residente permanente tiene que estar solo, y eso significa estar absolutamente solo; no puede tener a ningún familiar más en Canadá. Pero el tío tenía esposa e hijos, y obviamente lo declaró en la solicitud porque se lo preguntaron. Por esa razón, el caso fue rechazado por no cumplir con todos los requisitos.
El joven me contactó porque quería apelar la decisión ante la Corte de Apelaciones de Inmigración, pero obviamente yo le dije que no malgastara su dinero porque la decisión que le habían dado era correcta de acuerdo con la Ley de Inmigración, y que no había ninguna posibilidad de que él pudiera ganar esa apelación. Le dije que lo mejor era explorar qué otras posibilidades tenía para poder obtener su residencia permanente en Canadá.
Seguimos en comunicación con este joven, y me dijo que estaba en Canadá desde hacía seis años y que había estado trabajando legalmente con permiso de trabajo durante todo este tiempo. Al escuchar esto, el consejo que le di automáticamente fue que evaluáramos de qué otra manera podíamos hacer su trámite, ya que está legalmente en el país, tiene un permiso de trabajo y, obviamente, hay otras avenidas, no solo necesariamente la que trató de usar para obtener la residencia permanente.
Continuamos la comunicación y resulta que el joven habla perfecto inglés: escribe, lee y entiende; y también habla perfecto francés: lee, escribe y entiende. Entonces hice una evaluación y califica, sin lugar a duda, para el programa de personas de habla francesa, o para los francófonos. Porque hay un programa especial que los invita a aplicar para la residencia permanente, y con toda la experiencia de trabajo canadiense que ha tenido, y con su perfecto dominio del francés, califica sin lugar a duda para este programa migratorio.
Casos como este suceden con mucha frecuencia porque muchas personas entran a la página web del Departamento de Inmigración y leen la información de los programas, y si no tienen conocimientos profundos sobre las leyes de inmigración, es muy fácil interpretar erróneamente estos programas y sus requisitos.
Así, la persona ve que se puede patrocinar a cualquier pariente, pero no entiende que hay requisitos; es decir, sí puede patrocinar a un pariente, como en el caso de este joven, pero no entiende que el patrocinador tiene que estar solo. Y a veces la gente piensa que “estar solo” significa no tener hermanos viviendo en Canadá o no tener a los padres en el país, y consideran que están solos aunque estén con su familia nuclear.
En esta lógica, un profesional que trabaja en el tema migratorio sabe que la familia nuclear es suficiente para excluir al residente permanente o al ciudadano canadiense de patrocinar a un sobrino. Pero como en este caso, en todas las categorías de inmigración sucede que personas se lanzan a hacer sus propios procesos sin entender las minucias de los reglamentos. Y a veces se dan detalles tan tontos como, por ejemplo, rechazos porque la persona no puso la categoría TEER correcta (Training, Education, Experience and Responsibilities) que pide el Departamento de Inmigración. Todo lo demás está perfecto, pero no la TEER correcta, y entonces le rechazan la solicitud.
Otra cosa que también sucede con frecuencia es que las personas vienen a la consulta migratoria con una idea predeterminada de lo que quieren hacer. En la conversación uno hace la evaluación y se da cuenta de que el cliente no califica para el programa que ha seleccionado, por lo que después se tiene que hacer todo un trabajo de convencerlo de que no le conviene dicha categoría porque no tiene el puntaje necesario o porque le falta algún requisito. Hacerles entender y aceptar lo que uno les está diciendo no es necesariamente fácil.
Generalmente, las personas vienen con una idea formada por haber hablado con alguien en la comunidad, haber leído algo en redes sociales o haber escuchado a personas que ponen videos y dan consejos sin tener idea real de lo que dicen.
Entonces, con muchísima frecuencia, algunos clientes vienen a una consulta y uno tiene prácticamente que desarmar todo el proyecto que traen y hacerles notar dónde están las fallas legales, y después ofrecerles lo que en realidad puede ayudarlos a obtener su residencia permanente en el país.
En ese sentido, la recomendación general que quiero dar en esta columna es que si una persona se siente capaz de tramitar su propio caso y no quiere pagar para que un consultor o abogado lo haga, está muy bien, pero al menos debe hacer una cita con un especialista para cerciorarse de que lo que está haciendo es correcto. Este joven, por ejemplo, perdió un montón de dinero y tiempo en un proceso que, si lo hubiese visto un profesional desde el principio, le hubiese dicho que no lo hiciera porque se lo iban a rechazar.
En este sentido, repito: inviertan aunque sea en una consulta antes de ponerse a hacer cosas sin realmente saber lo que están haciendo.
Vilma Filici
Consultora de Inmigración certificada










