Las ciudades inteligentes inclusivas representan una evolución del concepto tradicional de ciudad inteligente. Si bien la tecnología suele ser un fin, en “Planet Smart City”, organización fundada en 2015, se convierte en un medio, ya que el enfoque siempre está en las personas. Con altos estándares de infraestructura, innovación digital, proyectos y tecnologías de calidad, las ciudades inteligentes inclusivas están diseñadas para servir a todas las clases sociales.
Planet Smart City, presidida por el físico y emprendedor Stefano Buono, tiene su sede en Londres y oficinas en Italia, Brasil e India, trabajando siempre con proyectos que combinan tecnología, arquitectura y urbanismo, medio ambiente y, sobre todo, innovación social.
En Brasil, en el estado de Ceará, distrito de Croatá, el proyecto “Smart City Laguna” está convirtiendo un terreno de 330 hectáreas en un laboratorio urbano a cielo abierto. Allí, los planos arquitectónicos no se conciben como simples mapas, sino como una estrategia para diseñar una comunidad desde su raíz: planificada, conectada y pensada para ser accesible.
Ubicada en la carretera CE-341, km 30, Smart City Laguna se encuentra en una de las regiones de mayor crecimiento en Brasil: el municipio de São Gonçalo do Amarante, en Ceará. Situada en la zona del Complejo Portuario de Pecém (CIPP), un megapuerto de clase mundial gestionado por el Puerto de Róterdam, y cerca de algunas de las playas más hermosas de Ceará, la región presenta un gran potencial económico, comercial y turístico, al reunir diversos factores que incrementan su valor.
Entre los atractivos turísticos de la zona destacan playas famosas como Paracuru, Taíba, Cumbuco, Lagoinha y Flecheiras, conocidas internacionalmente como paraísos del surf y el kitesurf.
La ciudad está preparada para acoger hasta 21.000 habitantes, combinando zonas residenciales, espacios comerciales, áreas tecnológicas y servicios públicos integrados. Nada se deja al azar: desde la distribución de los barrios hasta la ubicación de parques, corredores verdes y espacios comunitarios.
Mientras muchos desarrollos urbanos inteligentes en el mundo se orientan casi exclusivamente a perfiles de alto poder adquisitivo, Smart City Laguna apuesta por un enfoque híbrido. Incluye vivienda social con precios accesibles, buscando evitar uno de los principales problemas de los megaproyectos modernos: la homogeneización socioeconómica. No se trata solo de tecnología, sino de crear una ciudad para todos, con acceso equilibrado a servicios y oportunidades.
La visión es clara: demostrar que América Latina también puede ser pionera en modelos urbanos sostenibles e inclusivos, sin renunciar al futuro digital.
La promesa de una “ciudad inteligente” suele sonar a futurismo vacío, a gadgets sin utilidad real o a promesas que se desinflan en cuanto el presupuesto se agota. En Laguna, el enfoque es práctico: la tecnología se utiliza como herramienta, no como adorno.
Un arquitecto involucrado en el proyecto resumió esa filosofía con una frase que se volvió referencia en los materiales oficiales: “Una ciudad inteligente no es aquella que tiene más sensores, sino la que mejora la vida de las personas.”
Las áreas comunes cuentan con Wi-Fi gratuito, una infraestructura clave en una región donde la conectividad sigue siendo desigual. Los sistemas de riego se apoyan en predicción meteorológica para optimizar el uso del agua, una innovación necesaria en un contexto donde la gestión hídrica es cada vez más crítica. La iluminación pública automatizada reduce el consumo energético, y la generación de energía solar y eólica apunta a un modelo de autosuficiencia progresiva.
Más allá de la tecnología, Smart City Laguna apuesta por la convivencia urbana y el bienestar colectivo. La ciudad integra parques amplios, corredores verdes y un Ecopark central que conecta distintas zonas y garantiza la presencia constante de espacios naturales.
Estas áreas verdes no cumplen un papel solo decorativo: ayudan a regular la temperatura, favorecen la biodiversidad local y promueven un estilo de vida saludable basado en la proximidad, el deporte al aire libre y el encuentro entre vecinos. Todo ello bajo una planificación que prioriza el uso mixto del suelo y reduce la dependencia del coche particular.
La seguridad cuenta con una aplicación digital que permite acceder a las cámaras de la ciudad, ubicadas en puntos estratégicos, y al botón SOS, que puede activarse en caso de peligro, enviando la geolocalización del usuario a cinco contactos registrados. También permite la creación de grupos de residentes por manzana, quienes estarán en contacto permanente para monitorear la entrada de personas y vehículos sospechosos, generando un círculo virtuoso de seguridad participativa.
La aplicación ofrecerá además la posibilidad de instalar dispositivos adicionales para controlar los hogares: cámaras, sensores de temperatura, humo, inundación y presencia, gestionando el consumo y activando electrodomésticos y servicios cuando sea necesario.
Desde la movilidad hasta la seguridad y la gestión de residuos, cada elemento urbano está diseñado para ser eficiente y sostenible. No se trata solo de avanzar hacia una ciudad ecológica, sino de construir una que aprenda y se adapte con el tiempo.
Proyectos como Smart City Laguna no son frecuentes en América Latina, y por eso la expectativa internacional es alta. Esta urbe experimental no pretende ser un enclave aislado, sino un modelo replicable para otras ciudades emergentes del continente. Su éxito podría inspirar nuevas herramientas de gestión urbana, enfoques energéticos más sostenibles y dinámicas comunitarias innovadoras.






José Luis Perelló Cabrera
Investigador. Cátedra de Estudios del Caribe «Norman Girvan»
Universidad de La Habana










