Valparaíso, la Montaña Multicolor de Chile

Realmente es un puerto marítimo, pero donde los barcos literalmente fondean al lado de los cerros pues la ciudad ha sido construida en el más inimaginable, irregular e inclinado terreno.

Queda a hora y media de Santiago de Chile y la urbe ha sido declarada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Valparaíso pareciera ser una telaraña de inclinadas calles, callejones, gradas, quebradas y laderas que serpentean casas arquitectónicamente imposibles que desafían la lógica del espacio y la física. Por el frente se aprecian casas normales de una o dos plantas, pero al verlas por la parte de atrás se ve como las construcciones en las laderas le agregan dos o tres pisos más hacia abajo, de los que uno no logra comprender cómo es que están fundadas en tierra.

Es sin duda una ciudad mágica, llena de secretos y de colores. Los callejones y las casas de la ciudad vibran con murales de todo tipo en las paredes y con los colores más intensos y variados. Es una obra de arte global fruto del aporte de sus artistas y de sus ciudadanos comunes.

Recorrerla es una degustación estética, pero hay que estar en muy buena condición física para poder subir y bajar las miles de gradas y callejones que le articulan la vida.

Es una ciudad de clase trabajadora, dicen los lugareños, en la cual a medida la vivienda sube las montañas, la familia que la habita baja en la clase social. Es una certeza que vivir más cerca del cielo en esta ciudad significa menos acceso a los servicios básicos.

El conocido poeta Pablo Neruda tenía en esta ciudad una de sus viviendas, a medio cerro y con una vista espectacular del puerto que alimentaban su inspiración. Su casa hoy es un museo y la urbe ha dedicado una plaza en su memoria: La Plaza de los Poetas, lugar de peregrinación constante de literatos y turistas.

Valpo, como le llaman los lugareños, es una de esas joyas raras de la cultura latinoamericana que entre más uno la disfruta más la aprecia y menos la entiende. Así es esta Ciudad de los Ascensores y Joya del Pacífico.

Oscar Vigil
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