Los expertos revelan que las personas adineradas se están volviendo cada vez más selectivas en sus planes de viaje: buscan maximizar el impacto de su inversión, priorizando el valor sobre la ostentación.
El concepto de lujo extremo en los viajes de alta gama ha cambiado significativamente en los últimos años. La definición de lo que constituye una experiencia de lujo está hoy influida por los cambios socioeconómicos, los avances tecnológicos y la evolución de las preferencias de los consumidores.
Para los millonarios y ultrarricos, la forma de viajar es completamente distinta a la de la mayoría. Un agente de viajes o un asistente personal se encarga de cada detalle, adaptándose a sus preferencias para garantizar unas vacaciones perfectas.
El requisito más importante es la exclusividad. A los ricos no les gusta compartir sus vacaciones con multitudes; suelen viajar en grupos familiares o con amigos cercanos, participando en actividades sociales íntimas. Esto garantiza privacidad y la posibilidad de relajarse sin interrupciones.
De cara al futuro, se espera que la personalización, la exclusividad y la sostenibilidad sigan siendo pilares del turismo de lujo, dando paso a experiencias cada vez más sofisticadas, inmersivas e impactantes.
Según un informe de McKinsey & Company, la percepción del lujo entre los viajeros ultrarricos ha evolucionado. De cara a 2025, quienes poseen un alto patrimonio buscan destinos globales que les ofrezcan las experiencias únicas que anhelan.
El informe revela que los HNWI (personas con alto patrimonio) confían en agencias boutique, buscan privacidad y exclusividad, y prefieren destinos exóticos. Los UHNWI (ultra high net worth individuals) apuestan por un “lujo silencioso”: suites amplias, ambientes locales auténticos y destinos remotos accesibles solo por yates o aeropuertos privados. Su prioridad es la intimidad y la conexión genuina con el entorno.
Este perfil de viajeros ya no se centra en las marcas hoteleras, sino en experiencias irrepetibles. De hecho, la demanda por servicios de uso exclusivo (transporte VIP, yates, residencias privadas) ha aumentado un 89 % en los últimos tres años. Entre las opciones más solicitadas figuran cruceros de expedición, islas exóticas y safaris africanos.
Para el 1 % más rico del planeta, el verdadero lujo no está en acumular objetos, sino en explorar lugares remotos, auténticos e históricamente significativos. Optan por rutas inusuales y estadías personalizadas, en islas privadas o reservas naturales protegidas, que les garanticen aislamiento, serenidad y autenticidad.
El alquiler de villas privadas o la compra de residencias vacacionales exclusivas es otra tendencia creciente, impulsada por el deseo de privacidad y estancias prolongadas. La pandemia y las restricciones de viaje reforzaron esta inclinación hacia espacios propios en destinos paradisíacos.
El director ejecutivo de Sotheby’s International Realty señala que la demanda de propiedades de lujo ya no solo se basa en comodidad, sino en experiencias inigualables, con acceso directo a playas privadas o entornos naturales. Esta combinación de exclusividad y aventura convierte a estos lugares en auténticos imanes para la élite.
Otra tendencia emergente es el crecimiento de las mujeres de alto patrimonio que viajan solas, en busca de experiencias seguras y personalizadas. Este segmento está transformando la oferta turística global.
En Latinoamérica, México lidera el turismo de alta gama, con una inversión en hoteles de lujo que creció 50 % en 2024. El país apuesta por cinco pilares: sostenibilidad, tecnología, bienestar, autenticidad local y conexión cultural. Hoteles bioclimáticos, materiales eco-amigables, jardines verticales y gastronomía autóctona marcan la pauta.
Hoy, el lujo ya no se mide solo por el precio, sino por la calidad de las experiencias. México está en un momento clave para consolidarse como destino mundial, integrando innovación y respeto al medio ambiente.
En conclusión, los viajes de los millonarios en 2025 estarán definidos por la exclusividad, la personalización y la búsqueda de experiencias únicas e irrepetibles. La riqueza se mide ahora en momentos auténticos y aventuras compartidas con los más cercanos.
José Luis Perelló Cabrera
Investigador. Cátedra de Estudios del Caribe «Norman Girvan»
Universidad de La Habana