El caso de Merarí García, la joven que no volvió a casa y cuyas pertenencias fueron halladas en el Rancho Izaguirre

Recientemente, el grupo Guerreros Buscadores de Jalisco descubrió crematorios y un centro de reclutamiento forzoso a manos de narcotraficantes mexicanos. Localizado en Teuchitlán, Jalisco, el Rancho Izaguirre es considerado un campo de exterminio donde personas secuestradas y desaparecidas tuvieron su último paradero.

Por publicaciones oficiales, el grupo de buscadores mostró objetos y pertenencias como huesos, ropa, calzado, bisutería e incluso mochilas. De manera dramática, también se hallaron cartas redactadas como despedidas e incluso cuadernos de registros con lo que parecerían los nombres de las víctimas, pero bajo apodos.

En una de esas ocasiones, Rubí, la hermana de una madre joven llamada Merari Noemí García Mejía, vio una transmisión en vivo. Notó que las pertenencias de su hermana estaban en los campos de exterminio como el par de tenis blancos, su maleta y una Biblia. Rubí y su familia comprendieron por qué no sabían nada de su hermana desde mayo de 2024.

Todo inició cuando Merari recibió una oferta de trabajo sospechosa para un puesto de seguridad privada. Rubí le comentó que había inconsistencias en la publicación y que debía considerar el buscar otro lugar.

“Fueron muchos focos rojos para desconfiar, porque no me parecieron verídicas las cosas de la publicación que ella me mandó. En primer lugar el sueldo, porque no era creíble. Se lo dije, era imposible que le pagaran 6,000 pesos cuando ella ni siquiera había concluido la secundaria. En segundo lugar, la publicación decía que les daban entrenamiento y acondicionamiento físico, defensa personal por si se llegaba a ocupar. En tercer lugar, la empresa ofreció pagar todos los gastos e incluso le iban a dar hospedaje”.

Merari vivía en Zapopan y en el registro de llamadas que la Fiscalía y la policía cibernética encontraron, la familia notó que el último lugar en el que Merari hizo una llamada telefónica fue en la central de autobuses de Zapopan. Noemí subió al supuesto automóvil del servicio Uber que la llevaría a su trabajo. Desde el transporte tomó fotos con el celular y las publicó en su perfil de Facebook el 20 de mayo de 2024. Después hubo silencio.

La madre de Merari se unió a grupos dedicados a la búsqueda de personas extraviadas, incluso se realizaron publicaciones para reportar información relacionada con Merari.  Pero, no fue hasta la primera mitad de marzo cuando Rubí y su familia ubicaron pertenencias de Noemí en el Rancho Izaguirre.

“Como bien saben, es cierto que reconocemos varias cosas de mi hermana en ese lugar. Es un dolor terrible que sentimos, ni se imaginan lo doloroso que es para nosotros no saber de mi hermanita, ella solo buscaba salir adelante con su hijo y darle un futuro mejor”; explicó la hermana de la víctima en una publicación de Facebook.

Asimismo, Rubí explicó que a pesar de que con seguridad su hermana pisó y vivió el terror en el Rancho Izaguirre, tiene esperanza en que esté viva: “Fue algo muy doloroso hallar eso. Pero no damos por muerta a mi hermana. Hay rumores en redes sociales, pero en ningún momento hemos dado por sentado nada”.

Hasta ahora, la familia de la desaparecida no ha recibido apoyo del gobierno y se mantienen a la espera de saber si puede haber otro indicio de Merari.

Pedro López Hernández
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