Esta semana, el gobierno liberal del primer ministro Mark Carney cumple cinco meses en el poder. Aunque en los medios de comunicación la atención se centra principalmente en las negociaciones arancelarias con Estados Unidos, sus políticas también están teniendo un impacto en diversas áreas de la vida nacional, incluida, por supuesto, la inmigración.
El nuevo gobierno sigue, en gran medida, la línea de la administración anterior de reducir tanto el número de inmigrantes como el de personas con residencia temporal en el país. En consecuencia, se observa un incremento significativo en los rechazos, sobre todo en solicitudes de residencia temporal: permisos de trabajo, de estudio y de visitantes.
El aumento ha sido especialmente drástico en los permisos de estudio. La tasa de rechazo pasó del 40,5 % al 65,4 %, un salto considerable. Esta reducción de estudiantes internacionales ha obligado a muchos colegios a despedir personal y cerrar programas diseñados específicamente para este segmento.
En el caso de las visas de visitante, el índice de rechazos subió del 39 % a alrededor del 50 %, lo que impactará directamente en el turismo y, por ende, en la economía canadiense vinculada a este sector.
También ha aumentado el rechazo de los permisos de trabajo posgraduados para estudiantes internacionales, que prácticamente se duplicó, pasando del 12,8 % al 24,6 %. Esto afecta a sectores que dependen de mano de obra temporal, especialmente en regiones alejadas donde hay poca población local y los residentes permanentes o ciudadanos no se muestran dispuestos a ocupar esos puestos. Como resultado, algunos hoteles y negocios han reducido servicios o capacidad de atención.
Otra preocupación es la lentitud en los tiempos de procesamiento. Las extensiones de permisos de estudio y de trabajo solicitadas desde dentro de Canadá tardan entre 5 y 7 meses, e incluso hay casos que superan los 8 meses. Esto es problemático, ya que muchos solicitantes piden extensiones de solo 6 meses y, para cuando llega la respuesta, el tiempo solicitado ya ha expirado.
En cuanto a la residencia permanente, los casos más largos siguen siendo los de personas protegidas o refugiados aceptados, que tardan entre 2 años y medio y 3 años después de su aceptación, sin contar el tiempo previo de espera para la audiencia. Los casos por razones humanitarias y de compasión rondan los 36 meses. Incluso los casos de patrocinio conyugal, antes priorizados y procesados en 8 a 12 meses, ahora pueden tardar hasta 18 meses o más.
En el sistema provincial, como en Ontario, hay retrasos en las nominaciones: un caso presentado en noviembre pasado aún no ha recibido ni siquiera la confirmación de recepción. En contraste, el sistema Express Entry —que incluye trabajadores calificados, mano de obra especializada y el Canadian Experience Class— suele procesar la residencia permanente en 5 o 6 meses una vez recibida la invitación, aunque el tiempo de espera para obtener esa invitación puede ser largo.
Entre las causas de estos retrasos están la reducción deliberada de la inmigración para garantizar que exista infraestructura suficiente —vivienda, escuelas, hospitales—, el despido de miles de empleados del Departamento de Inmigración y el uso creciente de inteligencia artificial en la evaluación preliminar de solicitudes. Aunque la IA no toma decisiones finales, orienta a los oficiales sobre posibles deficiencias en la documentación. Sin embargo, en casos atípicos, esto puede llevar a que se pase por alto información relevante.
Frente a este panorama, es fundamental que los solicitantes conozcan con precisión los requisitos de su trámite y presenten solicitudes completas y bien fundamentadas para aumentar sus posibilidades de éxito, especialmente en el caso de los estudiantes internacionales.

Vilma Filici
Consultora de Inmigración certificada