La tensión entre Israel e Irán ha dejado de ser un enfrentamiento distante para convertirse, una vez más, en una amenaza global. Cada ataque cruzado, cada advertencia enérgica y cada operación encubierta nos recuerda que estamos frente a un polvorín regional con alcance internacional. Y si bien los protagonistas son dos Estados soberanos, las consecuencias de su enfrentamiento las pagamos todos.
Lo que empezó como una guerra de palabras se ha convertido en una escalada peligrosa, donde misiles, drones y represalias ya no son una excepción, sino parte de una estrategia sostenida. Israel, con su política de defensa preventiva, no oculta su voluntad de frenar el avance nuclear iraní a toda costa. Irán, por su parte, refuerza su retórica de resistencia mientras apoya grupos armados en la región, alimentando un conflicto que va más allá de sus fronteras.
La comunidad internacional, en lugar de actuar como mediadora activa, muchas veces ha jugado el rol de espectadora pasiva. La ONU lanza comunicados. Estados Unidos apoya a su aliado israelí. Rusia y China estrechan vínculos con Irán. Europa titubea. Y mientras tanto, el pueblo —el de ambos lados— paga el precio en vidas, miedo y dolor.
Este conflicto no es religioso. No es exclusivamente político ni militar. Es, sobre todo, una tragedia humana en curso. Porque en medio de las decisiones de líderes que compiten por mostrar fuerza, están las familias desplazadas, los niños bajo fuego, las ciudades destruidas y la normalización de la violencia.
La región necesita algo más que sanciones y declaraciones diplomáticas: necesita valentía para el diálogo. Necesita que las grandes potencias bajen las armas verbales y suban el volumen de la diplomacia. Que la justicia internacional no se quede callada ante posibles crímenes de guerra, vengan de donde vengan. Que la humanidad pese más que el orgullo nacional.
Para el mundo hispano, donde tantas comunidades han aprendido a convivir con la diversidad religiosa y cultural, este conflicto nos duele y nos desafía. Nos recuerda que la paz no es un eslogan, sino una construcción diaria. Nos obliga a alzar la voz frente a la injusticia, sin importar de qué lado provenga. Y a exigir, desde nuestra trinchera, un futuro donde la convivencia sea más fuerte que el odio.
Creo que el artículo habla del conflicto pero no dice que esta guerra la comenzó Israel, se dice que Israel realiza una política preventiva, si ellos pueden tener armas nucleares incluso no estar en ningún acuerdo mundial al respecto, de eso no se habla. Bueno creo que este artículo adolece de muchas verdades y además pone en situación pareja a Irán e Israel, nada mas lejos de la verdad, Israel continúa con su política de guardián y matón de USA en el Asia Occidental, envalentonado por su poder militar y sobre todo por el apoyo del gobierno de USA. Cada cual escribe y tramite lo que desea, según sus intereses, pero creo que hay que decir la verdad. Hay en el mundo los que Fundan y Aman, otros que Odian y deshacen, de que lado estamos?