La historia del señor sin crédito

En una fría mañana del mes de diciembre de 1997 recibí una llamada telefónica de un caballero que me acaba de escuchar hablar al aire en el segmento radial que tengo en la radio comunitaria de Toronto. El señor al teléfono me conto a manera de queja y con tono enfadado que ya estaba cansado de pagar arriendo y que se sentía frustrado de sentir como si cada mes estuviera tirando su dinero a un barril sin fondo. Comprendí su dolor y le manifesté que el sentirse molesto con su condición de arrendatario era un buen síntoma y que lo prudente y útil en su caso era el tratar de convertir su molestia en una fuente de motivación para cambiar de una buena vez su desventajosa posición como inquilino.

Procedí a hacerle las preguntas de rigor: que si estaba trabajando, que si tenia ahorros para la cuota inicial y por último, que si sabía como andaba su puntaje crediticio, a lo que me respondió que ya había visitado las oficinas de Equifax en Toronto y que para su gran sorpresa, su nombre no aparecía en los registros, es decir, no existían antecedentes que demostraran sus hábitos de pago y capacidad de endeudamiento. Terrible noticia para alguien que quiere comprar su primera vivienda en Canadá.

Recuerdo que diseñamos un plan de acción inmediato: nos enfocaríamos primero en lograr establecer su récord de crédito, al mismo tiempo, el seguiría ahorrando para su cuota inicial y por ultimo y con la asesoría de su contador, nos aseguraríamos de que su pequeña empresa declara lo suficiente para lograr que, aunque fuera un trabajador independiente, los bancos lo vieran con buenos ojos y lográramos la tan anhelada aprobación para su primer crédito de vivienda.

Hace unos días, a pesar de la pandemia y después de casi tres años desde esa primera llamada telefónica, tuve el privilegio de entregarle las llaves de su vivienda, una hermosa casa estilo townhouse en la excelente ciudad de Burlington, Ontario. La búsqueda fue exhaustiva, la negociación intensa y los resultados sorprendentes. obtuvimos la vivienda en un excelente precio, sin caer en competencias, ni sobre pagar un solo dólar. Todos estábamos felices, su muy inteligente y trabajadora esposa, sus hijos y como no, este humilde servidor, quien los representó en tan importante transacción.

Como se podrán dar cuenta, el héroe de esta historia, no fue el agente inmobiliario, el bróker de hipotecas o la central de crédito que enmendó el injustificado error de sus registros. El único y verdadero héroe de esta historia fue este padre de familia noble y abnegado quien con su trabajo honrado fue capaz de cambiar su condición de arrendatario y convertirse en un feliz propietario, dejándole a su familia una perdurable e inolvidable lección de vida, que bien podemos resumir en la frase ¡Querer es poder!

Los dejo por ahora, me está sonando el teléfono, no quiero perder la llamada, quién quita que sea otro hermano o hermana latinoamericanos en búsqueda de un poco de orientación en su búsqueda de un futuro mejor en este bendecido país.