Vivir fuera

Quien lo vive, lo sabe. Las despedidas, después de una anhelada visita a nuestro país de origen, son instantes sin retorno. El momento, tras dar un abrazo y decir adiós, provoca una punzada en el pecho del migrante, una angustia de incertidumbre, un hueco en el corazón; no hay fecha de retorno ni certeza de volver.

Vivir fuera nos ubica en una rarísima posición de ajeno, de ser turista de nuestro propio país cuando lo visitamos. Es insólito reconocerse como un forastero en la ciudad que nos vio nacer, en la ciudad donde aprendimos a caminar, a hablar, donde nos enamoramos por primera vez.

En mi caso, cada vez que viajo a Quito, me sorprendo tomando fotos de las montañas, del centro histórico con sus callecitas estrechas y empedradas donde solo cabe un auto para circular. Pero, sobre todo, me desconcierta la familiaridad que provoca en mí el ruido de la ciudad: la voz de la gente, el claxon, el motor de los autos, la música de los puestos ambulantes; ese runrún del ambiente me regresa casi veinte años atrás, cuando todo eso era tan normal, cuando ni siquiera imaginaba que una carretera pudiera tener 18 líneas para que los autos circulen, como las de Toronto, o que la vida en las ciudades podría transcurrir en completa calma y silencio a pesar del tráfico.

Solo un migrante entiende esa sensación de ser otro y el mismo a la vez. Solo un migrante comprende el peso que tiene un boleto de retorno guardado en el bolsillo de la maleta. Solo un migrante traduce el runrún de una ciudad, en recuerdo y reconoce, en el ruido de la turbina de un avión, la incertidumbre del regreso.

Este mes cumplo un año más de vivir en Canadá, lo que es, un año más de estar fuera de Ecuador. Muchas cosas han cambiado, pero las despedidas siguen siendo iguales: un vacío en el pecho que yo maquillo pronunciando un “hasta pronto”, que es la única esperanza de todo aquel que ha optado por vivir fuera.

  (*)Integrante del Certificado de Escritura Creativa en Español de la Universidad de Toronto

María Fernanda Rodríguez
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Integrante del Certificado de Escritura Creativa en Español de la Universidad de Toronto. Nació en Quito, vive en Toronto. Integrante del Certificado de Escritura Creativa en Español de la Universidad de Toronto y ganadora del premio “Marina Nemat” 2022 otorgado por la misma Universidad. Primer lugar en el XIV concurso de cuentos 2019 “Nuestra Palabra Canadá”. Sus cuentos han sido publicados en revistas literarias de España, Uruguay y México. Y su trabajo ha sido publicado en varias antologías de cuento.

Integrante del Certificado de Escritura Creativa en Español de la Universidad de Toronto. Nació en Quito, vive en Toronto. Integrante del Certificado de Escritura Creativa en Español de la Universidad de Toronto y ganadora del premio “Marina Nemat” 2022 otorgado por la misma Universidad. Primer lugar en el XIV concurso de cuentos 2019 “Nuestra Palabra Canadá”. Sus cuentos han sido publicados en revistas literarias de España, Uruguay y México. Y su trabajo ha sido publicado en varias antologías de cuento.

3 COMENTARIOS

  1. Fernanda is a awesome! She had the force to left our country an beginning a new life.
    Fernanda is always welcome to my house, and doesn’t matter if she didn’t come regularly to Quito, because only see her it’s enough for my family.
    This article is exceptionally, she writes the truth and always has my reconnaissance.

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