Bella histeria

Se levanta el telón, ingresan los músicos y se acomodan.

En un camarín ha quedado el delicado bouquet de camelias junto a una tarjeta.

El hombre del primer palco la espera, siempre allí, función tras función.

Hace su entrada la solista de violoncelo; le han preparado su lugar adelante y en el centro del escenario; ella pasea la vista por los palcos más próximos y encuentra su atractiva víctima, simula querer acondicionar mejor el instrumento y lo acomoda de tal modo que quedarán: él allí, cercano, a la derecha y ella allí, cercana, en un costado.

Sonríe apenas y saluda con una leve inclinación.

Fija en él la mirada penetrante, la boca entreabierta, la lengua acaricia y humedece los labios de rojo intenso, dejándolos brillantes y húmedos. Ha tirado un nuevo anzuelo, el pez vuelve a picar.

Falda larga abierta a los costados, las piernas separadas abrazan el instrumento. Comienza el concierto.

En los momentos orquestales ella continúa su mejor acto: la seducción.

Se inclina demasiado, sabe que el escote, gran aliado, mostrará lo necesario.

Ejecuta los solos abrazando el chelo con sensualidad estudiada.

El hombre, inquieto, no logra acomodarse. Y en un ensamble perfecto con la música, al unísono con el crescendo final, culmina.

Edith Vulijscher
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Buenos Aires, Argentina, psicóloga retirada, finalista del Concurso de Microrrelatos "Sagitario", organizado por Boukker, correctora y co-editora de la revista literaria Cuentos en Red (cuentosenred.com) y editora personal de autores de renombre.