Decirle adiós al eterno Pablo

El 22 de noviembre falleció en Madrid una de las voces más completas del llamado movimiento de la Nueva Trova, el cubano Pablo Milanés. Sus letras, sus acordes y su especial sentir marcaron a varias generaciones de latinoamericanos que hoy lamentan la partida de un artista humano y divino, capaz de estremecer con sus canciones estadios repletos.

Pablo regaló en su voz temas que son casi leyendas como su emblemática “Yolanda” o “Comienzo y final de una verde mañana”, joyas de la cancionística iberoamericana que le permitieron transpasar las fronteras de su natal Cuba y llegar al corazón de millones de personas; las cuales encontraron en sus versos el amor, la fuerza y la sensibilidad de una generación que estaba cambiando el mundo.

Pablito, como era llamado cariñosamente por su pueblo y sus seguidores, fue un cultivador del filin, del bolero y de la música tradicional cubana y sirvió de puente en su país entre generaciones y estilos, llegando a ser reconocido por su talento como uno de los grandes cantautores en lengua española.

Su música tuvo fuerte arraigo en España, donde artistas como Joan Manuel Serrat, Joaquín Sabina, Luis Eduardo Aute, Ana Belén o Víctor Manuel grabaron sus canciones y colaboraron con él. En América, figuras como Chico Buarque, Gal Costa, Armando Manzanero, Mercedes Sosa, Fito Páez, Andy Montañez  y Gilberto Santa Rosa, entre muchos otros, estaban también entre sus seguidores y amigos.

Milanés deja un legado de 60 producciones discográficas y una descendencia que ha marcado su propia huella en la escena musical. Sus canciones, su voz, su estilo continuarán siendo patrimonio de la cultura latinoamericana. A sus 79 años, el eterno Pablo dijo adiós físicamente, pero queda su inmensa y adorada obra que miles de jóvenes (y no tan jóvenes) encuentran hoy en los acordes de una guitarra.

Liz Almeida
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