Dependiendo de la cultura, los valores familiares, el entorno educativo y en general las experiencias vividas en la vida, todos los seres humanos tendremos expectativas acerca de nosotros mismos, de los demás y de lo que va a suceder.
De acuerdo a como nosotros percibamos esas expectativas de los demás y de “lo que socialmente se espera de nosotros” estas expectativas generaran pérdida de la originalidad, de la libertad y de nuestra personalidad al querer satisfacer las expectativas de los otros. Especialmente de los padres y más adelante de las personas que representen autoridad en cualquier contexto.
Dependiendo de la etapa en que nos encontremos estas expectativas sociales nos afectaran de una forma u otra.
¿Por casualidad cuando empezaste a trabajar y tenías pareja, te preguntaban cuándo te ibas a casar? ¿Después de casarte te preguntaron cuándo ibas a tener hijos? ¿Y ya con un hijo, te sugirieron tener otro hijo? Y así de manera infinita tenemos este peso de lo que los demás consideran cómo debemos vivir nuestra vida.
¿Qué son realmente las expectativas?
Las expectativas viene de un sistema de creencia, donde estamos esperando un resultado específico y cuando no obtenemos el resultado esperado hacemos una interpretación negativa acerca de lo que sucedió.
En general nada es bueno, ni es malo. Todo depende de mi forma de interpretar la situación, y en esta interpretación yo me voy a sentir mal o bien.
Si el resultado esperado es lo que yo quería me sentiré bien.
Si no es el que yo esperaba, surge la culpa, frustración, rabia, etc. hacia mí mismo o hacia los demás y esto puede generar, ansiedad, estrés, además de sensación de perder el control.
Es inevitable tener expectativas, el problema es que tengamos expectativas específicas. Porque al no darse el resultado esperado no podemos ver lo que sucedió como una experiencia de aprendizaje, si no de fracaso.
Para mí la vida es una receta de cocina, no de fracaso o éxito. Es sencillamente jugar a crear recetas. En esa posibilidad de crear, algunas veces los ingredientes son los correctos pero las cantidades no. Otras veces faltan ingredientes, aunque la cantidad y calidad de los ingredientes sean óptimas. ¡A veces nos sale la receta perfecta!
Pero en este proceso, con paciencia y empatía hacia sí mismo y los demás y estando atentos poco a poco lograremos ir creando esas recetas, entendiendo que son procesos de aprendizaje que toman su tiempo.
Para esto necesitamos evaluar nuestras expectativas:
1. Cantidad de expectativas:
¿De todas las expectativas que tengo, de acuerdo a mi prioridad cuál sería necesario llevar a cabo primero?
Necesito tener en cuenta en qué proceso de mi vida estoy, para tomar esta decisión con más claridad.
2. Calidad de la expectativa:
¿Esta expectativa es de buena calidad?
¿Esta expectativa me sirva para mi presente o es de un pasado que ya no aplica?
¿Realmente me va a ayudar a estar mejor o a lograr una meta?
¿Esta expectativa es real o no, se puede lograr?
¿Tengo la capacidad de llevar a cabo esta expectativa y depende de mis acciones o depende de alguien más?
3. ¿De quién es esta expectativa?
¿Esta expectativa le pertenece a mi grupo familiar, donde esperan que yo siga en el mismo camino?
¿Tengo la libertad y me doy el permiso de crear mis propias expectativas ?
¿Me escucho realmente y sé lo que necesito?
¿Estoy esperando que los demás adivinen lo que quiero o necesito o puedo comunicar mis expectativas con empatía, respeto y de manera asertiva?
¿Tomo la iniciativa y puedo ser proactivo y flexible?
¿Para ser parte de un grupo estoy dispuesto a tener esa expectativa aunque no este de acuerdo con ella?
Especialmente en los adolescentes las expectativas no están claras y en el querer pertenecer y ser parte de algo, empiezan a copiar expectativas que no son propias. Vestirse, actuar, fumar, tomar, hacer cosas de cierta manera, etc. para ser parte de ese grupo.
Si identifico que esta expectativa no es mía. ¿La quiero seguir teniendo, la quiero modificar o la puedo soltar?
4. Apego:
¿Estoy dispuesto a tener esta expectativa sin tanto apego?
¿En caso que la expectativa no se cumpla, que sucedería?
¿Podría darme la libertad de esperar un resultado diferente al que espero?
Así mismo, las expectativas son útiles para entender el mundo que nos rodea e integrarnos en él, nos ayudan a mantener la estabilidad emocional, ya que nos proporcionan la información necesaria para saber cómo debemos adelantarnos a los acontecimientos que pueden suceder.
Si las personas a nuestro alrededor piensan de manera positiva acerca de nosotros, nuestro rendimiento sera mejor. Si recibimos retroalimentaciones positivas ademas de unas expectativas claras y que se puedan lograr, donde nos sentimos vistos, escuchados y valorados nuestra autoestima se incrementará y se verá reflejado en una mejor calidad de vida.
Dra. Olga Lucía Salinas
Terapeuta holística