A un partido se ha quedado Grigor Dimitrov de culminar una semana de fábula en París. Pero en frente tenía a Novak Djokovic, capaz de anular el mejor tenis de un jugador que, a sus 32 años, estaba renaciendo. El número uno del mundo fue verdugo (6-4, 6-3), pero también el hombro en el que descargar la frustración de no haber estado a la altura de sus recientes actuaciones en Bercy.
El flamante campeón se disponía a atender la habitual entrevista a pie de pista cuando se dirigió al banquillo para consolar a su rival, que escondía sus lágrimas tapándose la cara con una toalla. El serbio le brindó un abrazo y el 17 del ranking agradeció el gesto, pero sólo el público de París fue capaz de arrancarle una sonrisa. El Accor Arena ovacionaba a un Dimitrov que pisaba su primera final seis años después.
“Estoy muy agradecido por esta semana. Este último mes y medio ha sido una montaña rusa y estoy muy feliz por haber llegado a esta final. Ha sido un gran viaje este año y ha terminado con muy buena nota. Voy a seguir por este camino. No tengo palabras para describir este momento”, declaraba el jugador en la ceremonia de entrega de premios. El búlgaro explicaba que son “lágrimas de alegría”, pero que sólo él sabe lo que ha tenido que pasar dentro y fuera de la pista.
Espero que Dimitrov continúe jugando a este alto nivel. Esta semana ha jugado uno de los mejores tenis que le he visto jugar y espero que pueda ganar grandes torneos, replicaba Djokovic inmediatamente después.Para el 20 de noviembre Novak llevara 400 semanas de número 1, Roger Feder 310 semanas y Rafael Nadal sexto con 290 semanas.