Solo la vi un instante, pero quedé marcado para siempre. Su viva cabellera llamó mi atención y lo penetrante de su mirada trasformó mi existencia.
Morir me está ahora prohibido… vivir, también.
No pensé que cosas así pasaran en estos tiempos; sin embargo, de haber sabido su nombre jamás hubiera osado mirarla a los ojos.
Este claustro de piedra será mi eterno castigo por imprudente y mirón.