Agua y vida

Como las flores, plantas y animales necesitan de agua nosotros también, de forma especial durante la actividad física, es por eso que nuestros profesores  de educación física insisten en la continua hidratación para mantener el equilibrio salud corporar.

El agua es sinónimo de vida. ¡Cuántas veces habremos escuchado que es posible vivir sin alimentos durante varios días, pero, no sin agua! Cualquier persona reconoce la importancia de una hidratación adecuada. No obstante, a pesar de conocer bien la teoría, no siempre la ponemos en práctica en nuestra vida cotidiana.

Hemos visto que una de las funciones del agua es la regulación de la temperatura corporal. ¿Cómo se realiza? Durante el ejercicio físico o cuando las temperaturas son muy altas, el sudor hace posible el mantenimiento del equilibrio térmico mediante su evaporación a través de los poros de la piel. La transpiración proporciona a la epidermis la refrigeración necesaria para garantizar una temperatura estable en todo el cuerpo. A este proceso se denomina termorregulación.

El sudor se produce en las glándulas sudoríparas que se encuentran en la dermis. Su número oscila entre los dos y los cuatro millones. Aunque están repartidas por toda la superficie de la piel, se concentran especialmente en la frente, el cuero cabelludo, las axilas, las palmas de las manos y la planta del pie. El sudor es un líquido incoloro, ligeramente salado y compuesto sobre todo de agua, aunque también contiene sales minerales como sodio, potasio, magnesio y cloro.

La actividad física implica una mayor sudoración. Una pérdida de un 2 % del agua corporal pone en peligro las prestaciones físicas de un deportista. A partir del 5 %, aparecen síntomas como calambres musculares y náuseas. Si el atleta pierde un 30 % de líquido, puede comprometer seriamente su salud. Por este motivo, es imprescindible compensar la pérdida de agua con una ingesta proporcional. Este equilibrio se conoce con el nombre de balance hídrico.

Janett Laffertte
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