Incendios forestales: riesgos crecientes

“Estamos profundamente preocupados por lo que podría ser una terrible temporada de incendios forestales en la provincia” dijo recientemente el primer ministro de Columbia Británica, David Eby, al tiempo que advertía que tan solo en enero de este año hubo unos 100 incendios subterráneos, bajo la nieve, que no se habían visto antes.

Tiene razón en estar preocupado. El continente americano fue testigo en 2023 de terribles incendios forestales que consumieron 80 millones de hectáreas, 10 millones más que el promedio anual 2012-2022, según el Global Wildfire Information System. Solamente en Canadá, los incendios destruyeron 18 millones de hectáreas, mientras que en Brasil llegaron a 27,5 millones.

El 2024 trae lo suyo y parece que no dará tregua. En el norte de Tejas fuertes vientos, sequía y altas temperaturas provocaron un grave incendio que ha puesto en alarma al Estado por su magnitud. Ha arrasado con más de 430,000 hectáreas y según reportaba servicios forestales, solo el 15% del fuego se había logrado contener.

El Servicio Meteorológico Nacional de Estados Unidos (NWS, por sus siglas en inglés) emitió el pasado 3 de marzo alertas rojas en las que advierte el riesgo extremo de incendios, debido a temperaturas altas, baja humedad y fuertes vientos en buena parte del centro del país, incluidos Tejas y los estados vecinos de Nuevo México y Oklahoma.

También América Latina ha comenzado a sufrir las consecuencias de los incendios. Enero fue el mes de los incendios forestales en Colombia. Arrasaron más de 7400 hectáreas. El Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales reportó que 977 de los 1,102 municipios colombianos estaban en uno de los tres niveles de alerta.  

En Chile el fuego arrasó con importantes hectáreas de la ciudad de Valparaíso y al 15 de febrero se habían reportado 132 muertes, 1,250 lesionados, centenares de personas desaparecidas y cerca de 22,000 personas afectadas.

En Guatemala la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres CONRED, reportó que un alto porcentaje de los incendios son provocados. Se han perdido más 1,927 hectáreas de bosque por los incendios este año y el Estado no parece tener la capacidad de hacerle frente a esta creciente crisis.

Uno no deja de preguntarse cómo es posible que Canadá, con esos incendios tan feroces, solo haya reportado unas 4 muertes de bomberos en 2023. La diferencia es la preparación, las alertas tempranas, el monitoreo permanente y por supuesto los recursos con que cuentan (humanos, financieros y en equipo), sin dejar de mencionar la disciplina y enorme colaboración de la ciudadanía, que como en el caso de los 20,000 residentes de Yelowknife en el noroeste de Canadá, acataron una orden de evacuación y buscaron refugio y seguridad en otras provincias. No corren con la misma suerte países más pobres.

Hace algunos años no imaginábamos llegar a niveles tan alarmantes. De acuerdo con un estudio divulgado en 2022 por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), ningún rincón del planeta estará a salvo de los incendios forestales, que podrían afectar incluso el Ártico y otras regiones que no corrían ese riesgo.

El informe advierte que el calentamiento global, las sequias y los cambios de uso de la tierra, incrementarán en todo el mundo el riesgo de incendios forestales y que estos serán devastadores en las próximas décadas. Proyecta que aumentarán un 30% para 2050 y más de un 50% para fin de siglo.

No es poca cosa lo que presenciamos. Los costos en perdidas humanas, de flora y fauna, e incluso para la salud y la sobrevivencia, pueden ser inmensos. La estrategia indudablemente debe cambiar. Más prevención, estar mejor preparados y adecuar los presupuestos para que se destinen más a reducir los riesgos de incendios forestales.

Ana Cristina Castañeda Sánchez
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Periodista y comunicadora