Hay muchos estudios que demuestran que los niños con larga exposición a las pantallas recreativas, léase la televisión (series, películas, dibujos animados), videos de YouTube, videojuegos y redes sociales, sufren detrimentos del lenguaje, la concentración, el desarrollo y el sueño.
Esa es la conclusión a la que ha llegado Michel Desmurget, doctor en neurociencia, director de investigación en el Instituto Nacional de la Salud y la Investigación Médica de Francia y autor de los libros “La fábrica de los cretinos digitales” y “Más libros y menos pantallas”.
“Privamos a la niñez de oportunidades y de esa parte esencial de su humanidad, aquello que le permite pensar, reflexionar sobre el mundo y ser un ciudadano”, dice Desmurget, al tiempo que indica que el tiempo invertido en esas actividades por un niño o niña entre los 0 y 18 años, equivale a 27 años académicos. “Es una barbaridad”, señala.
Según el neurocientífico francés, hasta los 5 o 6 años, lo ideal es cero exposiciones a las pantallas, pero si esto no fuera posible, lo importante sería mantenerlas a cero los primeros dos años y después asegurar que no sea más de una hora diaria. “Más allá de una hora ya se aprecian problemas de desempeño académico, lenguaje, atención, concentración. En esencia, cuanto menos mejor.”
Los niños y adolescentes leen menos y es verdaderamente lamentable. Los libros compiten con las pantallas. En una entrevista de Ethic acerca de su libro Más libros y menos pantallas, asegura que los adolescentes pasan 7 horas por día delante de las pantallas y los niños de 8 a 10 años unas 5 horas diarias. “Ese tiempo hay que sacarlo de algún lugar. Se saca del sueño, de las interacciones con la familia y enormemente de la lectura”.
La situación es preocupante. Varios países, entre ellos Reino Unido, Francia, Países Bajos, Israel, Australia, Ghana, Ruanda y Uganda, Italia, China, han comenzado a decantarse por restringir el uso de celulares en las escuelas, con algunas excepciones. Aquí en Canadá, el gobierno de Ontario emitió en 2019 una directiva que restringía los teléfonos inteligentes en las escuelas K-12, la cual, de acuerdo con Paige MacPherson y Tegan Hill del Instituto Fraser, fue casi inútil porque el gobierno dejó que los consejos escolares determinaran los detalles por su cuenta.
Alberta comenzará en septiembre de este año con una medida similar. Sin embargo, el propio padre del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA), Andreas Schleicher, asegura que no sirve de mucho que los centros educativos pongan límites al uso de estos dispositivos. “Los estudiantes no prestan mucha atención a lo que les dicen sobre los teléfonos inteligentes. Lo único que está claramente vinculado a que se distraigan menos es la prohibición de teléfonos en la escuela”.
Es bastante claro y así lo señalan MacPherson y Hill: “la investigación sobre la distracción digital y su impacto en el rendimiento de los estudiantes deja claro que sólo una prohibición de los teléfonos inteligentes – con muy pocas excepciones – salvará a los niños de la distracción digital”.
Las tabletas pueden ser útiles y hay que aprovecharlas con fines educativos, pero con moderación. Mas importante es formar a los maestros, contar con un cuerpo de profesores capaces, comprometidos, que muestren creatividad y talento. Y por supuesto hay que volver a los libros, poner la lectura en el corazón del sistema educativo.
Ana Cristina Castañeda Sánchez
Periodista y comunicadora