En esta era se vive acelerado. Todo el día es un caos de tiempo. Si recibes un email debes responder casi al instante, si no, un bombardeo de emails te indicará que aún no has contestado, que no has enviado la información o que tu eficiencia está en juego. Nos hemos acostumbrado a este nivel de aceleración, pero tenemos otro agente que ha cambiado de forma importante la manera de comunicarnos. Ese pequeño aparato se llama teléfono celular. El mismo que se creó para mejorar las comunicaciones. Y funciona. El prefijo TELE, nos indica que es a distancia. Pero, ¿qué pasa con las comunicaciones cara a cara? Una situación cada vez más común es ver en un restaurante a varias personas sentadas en la misma mesa y cada una con el teléfono en la mano comunicándose con otras que no están presentes en ese momento, ¿hay comunicación entre los comensales? No. Cada uno está inmerso en su mundo de redes sociales, videos, chats y otros menesteres. ¿Están disfrutando de ese almuerzo o cena en familia o entre amigos? Puede que sí, pero en forma aislada. Este fenómeno era muy común verlo entre jóvenes, más últimamente ha alcanzado a personas sin importar el género, la edad o el lugar donde se encuentren. Lo ves si vas a visitar familiares, si estás en una fiesta, en un parque, simplemente caminando y hasta en misa. Hay individuos que han llegado a ser atropellados por un vehículo al cruzar la calle con la vista fija en la pantalla en vez de verificar si el cruce es seguro. Otras personas que por venir distraídas en la vía se han llevado por delante postes, botes de basura o a otras personas. Muchos de los accidentes de tránsito reportan que el causante del mismo ha sido un mensaje en el celular.
Los medios de comunicación se crearon para mantener a las personas más unidas, y es verdad. Te une a las personas lejanas y te alejan de los más cercanos. Hacer una fiesta e indicar que deben dejar los celulares a un lado es como decirle a los jóvenes y a los no tan jóvenes que no son bienvenidos. La gente está perdiendo el contemplar el amanecer, el atardecer, una buena conversación, el intercambio de eventos con amigos y familia porque es más importante estar al día con lo que está pasando en el mundo, aunque eso los lleve a perderse de lo que sucede a su alrededor. Haga la prueba, la próxima vez que vaya a comer con su familia, pruebe dejar su móvil apagado y al final descubrirá que es divertido escuchar los cuentos de la abuela, la risa de los niños o los chismes de los vecinos. Aprende a que la vida es corta y esos momentos muchas veces son difíciles de repetir, pero las redes seguirán ahí cuando vuelva a casa.
Glennys Katiusca Alchoufi
Integrante del Certificado de Escritura Creativa en Español de la Universidad de Toronto
Muy cierto! Y todo indica que no hay vuelta atrás!