La franja de playa perteneciente al hotel Meliá Las Antillas en el famoso balneario cubano de Varadero ocupó el segundo lugar entre las mejores de América Latina este año, según un estudio científico basado en distintos indicadores.
Después de valorar 67 componentes objetivos y verificables, el Centro Internacional de Formación, Gestión y Certificación de Playas (Cifplayas) seleccionó en primera posición a la brasileña Ponta de Nossa Senhora de Guadalupe.
El análisis incluyó unos 200 enclaves costeros de 13 países y tuvo en cuenta la accesibilidad, el valor escénico, los servicios turísticos, la resiliencia ante las tormentas y la erosión, el estado del ecosistema, las especies, el hábitat, la limpieza, la gestión de residuos y las condiciones sanitarias.
Además del mencionado segmento de Varadero, otras cuatro playas de Cuba encabezaron la relación del Caribe: Ensenachos, Piedra Movida, La Estrella y La Salina, todas ubicadas en cayo Santa María, en la central provincia de Villa Clara.
De la mayor de las Antillas participaron en el estudio 30 playas, desde los lugares mencionados hasta caletas vírgenes en Holguín y la Ciénaga de Zapata, Matanzas.
A criterio de la colombiana Gleini Gallardo, Doctora en Gestión del Turismo y miembro del grupo de 71 evaluadores encargados de emitir los dictámenes, la metodología de este ranking permite identificar aquellas que cumplen altos estándares ambientales y sociales.
También, incluye a las que, por su contexto, merecen ser visibilizadas aunque no sean populares.
Por su parte, el brasileño Gerson Fernandino, Doctor en Geografía e integrante del comité de expertos, subrayó que los resultados de esta evaluación son fácilmente interpretables por la sociedad civil, lo cual permite empoderar a las comunidades en el cuidado de sus playas.
Agregó que las urbanas bien gestionadas pueden alcanzar altos niveles de calidad, para desafiar el prejuicio de que solo las vírgenes son valiosas.
Cifplayas es una organización internacional dedicada a la formación de especialistas en gestión y certificación de ambientes costeros, e impulsa programas de capacitación para permitir a los países contar con evaluadores certificados y preparados en el diagnóstico y la transformación de sus litorales.
Paralelamente, promueve la profesionalización técnica como paso clave en aras de fortalecer la autonomía y la capacidad de respuesta de los territorios costeros.
