La salud de los seres humanos puede sufrir daños por el consumo de alimentos con un inadecuado manejo e inapropiadas medidas de higiene que favorecen la proliferación de bacterias, hongos y virus, junto a la presencia de residuos de pesticidas.
Entonces, para evitar ese problema resulta necesaria la inocuidad de todo lo que se come, lo cual es, a juicio de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la ausencia de peligros en los productos a ingerir.
De acuerdo con especialistas, la vital alternativa está ligada de manera estrecha a la seguridad alimentaria e inmersa en cada proceso de la cadena correspondiente, desde la producción, cosecha, procesamiento, almacenamiento y distribución hasta la preparación y el consumo.
Cifras de organismos internacionales apuntan que el mal manejo de los alimentos provoca enfermedades a unas 420 mil personas cada año y algún perjuicio a más de 600 millones, principalmente con condiciones de vulnerabilidad.
A partir de 2018 por una declaración de la Asamblea General de las Naciones Unidas, cada 7 de junio se celebra el Día Mundial de la Inocuidad de los Alimentos, para promover una mayor conciencia sobre el asunto y tomar medidas en todos los órdenes y niveles de gobierno y sociedad.
Una de las variantes a favor de la inocuidad está vinculada al desarrollo de la agroecología como una vía para proteger la salud humana y la naturaleza, y transformar la agricultura campesina y la moderna industria agrícola en una actividad con fundamentos ecológicos, ante el impacto de los sistemas agroindustriales.
También, la FAO recomienda cumplir con las normas alimentarias, establecer regulación y control, proporcionar acceso al agua potable, aplicar buenas prácticas agrícolas, fomentar el uso de sistemas de gestión de la inocuidad alimentaria por parte de los operadores de las empresas y educar al consumidor.

Por su parte, la Organización Mundial de la Salud ofrece claves para enfrentar los microorganismos patógenos en el hogar: mantener la limpieza, lavarse las manos antes de preparar la comida y a menudo durante la elaboración, proteger los alimentos y las áreas de cocina de insectos, mascotas y otros animales, separar los productos crudos de los cocinados, y conservarlos en recipientes separados.
Asimismo, recomienda usar equipos y utensilios diferentes, como cuchillos o tablas de cortar para manipular carne, pollo y pescado crudos, cocinar completamente, recalentar bien la comida cocinada, mantener los alimentos a temperaturas seguras a calor o frío, emplear agua y materias primas seguras, lavar las frutas y las hortalizas, y no utilizar alimentos después de la fecha de vencimiento, entre otras acciones.
En el caso de Cuba, además de la existencia de disímiles medidas, su Ministerio de Salud Pública (Minsao) trabaja para fortalecer un sistema que abarca toda la cadena productiva de alimentos, y mediante la Inspección Sanitaria Estatal mantiene un programa de vigilancia y estudio de las enfermedades, y desarrolla la vigilancia activa de contaminantes y la certificación sanitaria.
Para enfrentar los nuevos desafíos en la producción de alimentos, el uso de nuevas tecnologías y las exigencias de la inocuidad en el comercio internacional, y garantizar la salud de la población, tal cartera tiene retos y prioridades como fortalecer capacidades de laboratorios sanitarios e impulsar istemas nutricionales que ayuden a cambiar hábitos alimentarios (reducir consumo de azúcar, sal, grasas).
Otros objetivos, expuestos en el sitio web del Minsap, son crear capacidades que incluyan a los consumidores y a las nuevas formas de gestión no estatal, perrfeccionar el trabajo de las Autoridades Nacionales Regulatorias y su acreditación, implementar el Plan de Resistencia Antimicrobiana y laborar de forma multisectorial.