La esperanza de dejar atrás intentos fallidos de conciliación y de encontrar el fin a un prolongado conflicto bélico pone ahora la atención de los colombianos en un proceso de diálogo que acontece en México desde el 13 de febrero.
“Complejo y difícil, pero con disposición de ambas partes”: de esa forma han definido diversas voces el segundo ciclo de conversaciones entre el Gobierno de Colombia, del presidente Gustavo Petro, y el guerrillero Ejército de Liberación Nacional (ELN).
Alcanzar el cese al fuego permanente representa el objetivo más importante de esta nueva fase de intercambio de criterios, que durará al menos tres semanas, de acuerdo con el plan de los representantes de cada lado.
En el proceso participan como garantes la nación anfitriona, Venezuela, Cuba, Chile, Noruega y Brasil, mientras que con la condición de acompañantes están Suecia, Alemania, Suiza y España.
También, continúa el seguimiento a este tema por parte del secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, a través de su Representante Especial en Colombia, y de los delegados de la Conferencia Episcopal de la nación sudamericana.
Búsqueda de avance en México
A juicio de la administración de Petro, en el poder desde agosto pasado, la presencia de los diferentes países y de las instituciones mencionadas resulta una muestra del apoyo continuo para la consolidación de la paz.
Estamos seguros de que se avanzará en los asuntos acordados y, al finalizar el ciclo, saldrá fortalecido el liderazgo de la Mesa de Diálogos, el apoyo de la comunidad internacional y la confianza de la sociedad colombiana en el proceso, apuntó el Gobierno.
De esta etapa deben emerger la agenda definitiva de las negociaciones, el diseño de la fórmula para la participación de la sociedad civil y los acuerdos que se implementen de inmediato en aras de aliviar a los territorios y poblaciones que más sufren el conflicto armado, opinó el jefe negociador del ELN, Pablo Beltrán.
María José Pizarro, senadora e integrante de la delegación gubernamental, destacó el convencimiento propio de transitar este camino en el afán de acabar con décadas de guerra y muertes. “Estoy aquí por las mujeres, las juventudes y el futuro del país”, recalcó.
Se pondrá en el centro de la mesa a las comunidades que padecen el conflicto; lo que se acuerda se implementa en los territorios, estará sujeto a ser mejorado por lo que diga la gente allí; será eje fundamental la participación de las sociedades en las transformaciones para la paz, explicó la legisladora.
Más allá de críticas y sombras, el optimismo se percibe en el ambiente y muchos estiman que es hora de sepultar para siempre las acciones belicistas, esas que significan una estela de lamentos e impiden la tranquilidad y el bienestar de todos.
Como muestras de los hechos nefastos que deben ser exterminados están las 14 masacres ocurridas en los primeros 40 días del presente año, las cuales dejaron un saldo de 44 víctimas.
Además, precisan otros datos del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz, 14 líderes sociales y defensores de derechos humanos, y un exguerrillero en proceso de reincorporación, fueron asesinados en dicho periodo.
Como parte de la lucha contra la violencia en Colombia, la administración de Petro promovió la modificación, adición y prórroga de la Ley 418 de la Paz Total, encaminada a definir la política de Estado para la solución definitiva del conflicto bélico.
Asimismo, emitió el decreto del Cese el Fuego Bilateral y Temporal entre el Gobierno y varios grupos armados como la Segunda Marquetalia, Comandos de la Frontera, Coordinadora Guerrillera del Pacífico, el Estado Mayor Central, las Autodefensas de la Sierra Nevada y las Autodefensas Gaitanistas de Colombia.
Según Danilo Rueda, Alto Comisionado para la Paz del gabinete de Petro, no sería viable que algún actor armado quede fuera del proceso, pues la idea es incluir a todas las organizaciones.
Esto es lo que esperamos: el inicio de la desescalada y el alto el fuego bilateral con el ELN. La paz es de todos, cualquier grupo que quede excluido de su construcción hará inviable una paz estable, duradera y definitiva en Colombia, subrayó en una entrevista con la agencia Reuters.
A criterio de Rueda, en México se ha hecho seguimiento a los impactos iniciales que ha tenido el proyecto de sujeción y desmantelamiento de grupos criminales y garantías de no repetición en su país.
Por otra parte, resaltó la necesidad de garantizar los derechos de las víctimas, pues diferentes versiones han apuntado a que ese tema se ha obviado al instante de negociar con organizaciones armadas.
El camino previo hacia el diálogo
Esta nueva etapa tuvo su primer ciclo formal en Venezuela del 21 de noviembre al 12 de diciembre últimos, y entonces existieron acuerdos relacionados con la agenda, la institucionalización de la mesa de negociaciones y las comunicaciones.
Un mes antes, representantes del Gobierno y del ELN, en armas desde 1964, anunciaron desde Caracas que reanudarían las conversaciones, después de una pausa de tres años a raíz de las decisiones de la administración de Iván Duque (2018-2022).
Las partes expresaron entonces en un documento conjunto que la participación de la sociedad en este proceso resulta esencial en los cambios que precisa Colombia para construir la paz necesaria.
Previas a las actuales, hubo negociaciones entre el ELN y la administración de Juan Manuel Santos (2010-2018).
Aquellas conversaciones, de manera exploratorias al menos desde 2014, tuvieron su comienzo en 2016 y establecieron una agenda de seis puntos: participación, democracia, transformación, víctimas, conflicto e implementación.
Posteriormente, en 2017, se acordó un cese el fuego bilateral, y así el ELN no disparó por primera vez en más de medio siglo.
Sin embargo, acusaciones de acciones armadas de un lado y el otro llevaron a la ruptura de la tregua, y el convenio se hizo frágil de forma paulatina. En abril de 2018, Ecuador suspendió su participación como facilitador de los diálogos.
Con la llegada al poder de Duque, un connotado opositor a la salida negociada del conflicto, las conversaciones se congelaron, pues el mandatario exigía el cese de las acciones armadas por parte de la guerrilla.
La explosión de un vehículo en la Escuela de Cadetes de la Policía Nacional en el sur de Bogotá en 2019, suceso que el ELN se adjudicó, condujo a la suspensión definitiva de las negociaciones.
Hemos insistido en pactar un cese el fuego bilateral para generar un clima favorable a los esfuerzos por la paz, esta propuesta ha tenido importante respaldo nacional e internacional, pero la respuesta gubernamental ha sido negativa, apuntó el grupo guerrillero en un comunicado por aquella fecha.
Cuando se rompieron las conversaciones, los negociadores del ELN estaban en Cuba, donde se celebraba el proceso. Duque pidió su extradición en un acto que desconocía los protocolos firmados por ambas partes y las autoridades de la isla se negaron a tal solicitud.
Petro levantó en agosto de 2022 las órdenes de captura contra los jefes guerrilleros, vigentes desde los tiempos de su antecesor, y posteriormente ellos salieron rumbo a Venezuela para retornar a las negociaciones.
Al inaugurar el presente ciclo de diálogo, el canciller mexicano, Marcelo Ebrard, calificó la fecha de histórica hacia la reconciliación y la paz en Colombia, “un pueblo hermano”.
Que México haya asumido el papel de país garante y acoja la iniciativa confirma que tiene una política exterior pacifista y de compromiso con la paz, expuso en un acto en la sede de la Conferencia Interamericana de Seguridad Social.
Allí, Beltrán expresó que esta mesa de conversaciones es un instrumento del mandato de cambio de los colombianos, especialmente del estallido social de 2021, y su agenda busca acordar transformaciones y poner fin a la guerra.
“Avanza enfrentando las dificultades heredadas del viejo régimen, pero con la determinación de lograr una paz integral y duradera, que resuelva las causas que gestan a diario el conflicto social, político y armado”, estimó.
Por su lado, Otty Patiño, jefe negociador de la delegación del Gobierno, aseguró que en este segundo ciclo deben adelantar en temas y desafíos hondamente sentidos y reclamados por quienes padecen las inclemencias del conflicto y el abandono del Estado.
Comentó que tienen que “producir hechos” y, según lo acordado, se enfocarán en dos grandes asuntos, y el primero, enfatizó, es “la participación de la sociedad en las transformaciones para la paz”.
Entonces, ¿llegará el momento que casi todos desean? Ojalá que sea afirmativa la respuesta a esa interrogante. Colombia y el mundo resultarán diferentes.