El presidente de Colombia, Gustavo Petro, propuso a su homólogo de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, la creación de una alianza estratégica entre las principales compañías petroleras de sus respectivos países, Ecopetrol y Petrobras, para potenciar la producción de hidrógeno verde, una iniciativa de transición energética que gana impulso en América Latina.
“Hay un proyecto que me parece que podríamos agenciar a través de nuestras dos grandes empresas petroleras Petrobras y Ecopetrol, juntas en un proyecto de energías limpias. Les propongo hacer un proyecto común de hidrógeno verde para pasar a ser vanguardias de las energías limpias en América del Sur y en el mundo”, expresó Petro el 17 de abril durante la celebración del Foro Empresarial entre ambas naciones.
En el contexto de ese evento, realizado como parte de una agenda conjunta con Lula con motivo de una visita oficial del brasileño a Bogotá, el gobernante anfitrión precisó que esa alianza integraría los capitales públicos y privados y tendría como fin producir hidrógeno verde a partir de las energías limpias como el agua, el viento y la luz solar.
Según el jefe de Estado, la importancia de desarrollar esta iniciativa no tiene que ver solo con ser competitivos a nivel internacional, sino también con avanzar en la descarbonización de la economía, a la que consideró fundamental para la vida.
Además, subrayó que los dos países sudamericanos tienen una gran responsabilidad con el planeta: salvar la selva amazónica de la depredación mafiosa que la está destruyendo. “Si se acaba la selva aquí, no habrá agua y Colombia será invivible”, advirtió.
El llamado de Petro sobre el hidrógeno verde no es un caso aislado en el contexto regional, pues el interés en esa forma de producción de energía ha ido aumentando en los últimos años, a medida que varios países lanzan acciones para potenciarlo y el tema genera altas expectativas.
INTERÉS CRECIENTE
Diversas características colocan al hidrógeno entre los principales elementos capaces de modificar el panorama energético mundial, entre ellos el hecho de ser el más ligero que existe y tan abundante que puede considerarse un recurso casi infinito. Se calcula que constituye aproximadamente el 75 por ciento de la materia de la que está compuesta el universo, según datos mencionados por National Geographic España.
Dentro del sector de la energía se habla de tres tipos de hidrógenos: el gris, el más utilizado actualmente en áreas como la industria química o las grandes refinerías de petróleo, el que es menos respetuoso con el medio ambiente, pues su generación requiere de combustibles fósiles; el azul, que también necesita de esos combustibles, pero emite menos carbono, pues se retira con un método llamado captura y almacenamiento; y el mencionado verde, la opción más ecológica porque se produce a partir de energías renovables, el cual todavía presenta grandes desafíos tecnológicos que lo convierten en el menos común de los mencionados.
Aún con los retos existentes para su producción, el presidente de la Asociación Española de Hidrógeno, Javier Brey, declaró el año pasado a National Geographic que el instante de ese elemento ha llegado, porque es más barato que los combustibles fósiles, resuelve el problema de la seguridad de suministro y soluciona la cuestión de la dependencia de las importaciones de gas natural, además de que ayuda a la economía y las industrias locales.
Al mirar al escenario de este lado del Atlántico, un informe presentado a finales de 2023 por la Organización Latinoamericana de Energía (Olade) señaló que para que esta área geográfica alcance la neutralidad de carbono en 2050 debe duplicar la generación con fuentes renovables, lo que significa añadir mil gigawatts a lo actualmente instalado, y apuntó específicamente que las naciones de esta zona deben apostar por el hidrógeno verde, en particular en los sectores más difíciles de descarbonizar, como el transporte pesado.
Titulado Panorama energético de América Latina y el Caribe 2023, el texto estima que la demanda total de hidrógeno verde en 2050 alcanzaría las 118 megatoneladas equivalentes de petróleo en el conjunto de la región.
De ese total, un 33 por ciento lo emplearía el sector del transporte (incluido el marítimo y la aviación), un 25 por ciento se destinaría a la generación de electricidad y un 14 por ciento a la industria, en tanto el 28 por ciento restante se exportaría a otras zonas del mundo.
Un análisis del portal digital Diálogo Político detalla que para producir hidrógeno verde se debe descomponer el agua: oxígeno, por un lado, e hidrógeno, por el otro, para lo cual el método más empleado es la electrólisis, que requiere del uso intensivo de una segunda fuente de energía y de disponibilidad de agua.
Para que el ciclo sostenible sea completo, esa segunda fuente de energía también debe ser renovable (solar, eólica, entre otras), por lo que hablamos de procesos de producción complejos con entornos que tengan un potencial renovable e inversiones a largo plazo que permitan innovar en la construcción de plantas de producción, así como en almacenaje y transporte, agregó el artículo.
Destacó que América Latina tiene, en principio, un potencial enorme para impulsar el hidrógeno verde, porque en la región se concentran casi un tercio de las reservas mundiales de agua potable, además de que el costo de la mano de obra sería competitivo y existe capacidad instalada suficiente para la producción de otras energías limpias complementarias como la solar o la hidroeléctrica.
Sin embargo, advirtió que siguen faltando una estructura productiva consistente y un mercado regulado y articulado. “Para superar ambos obstáculos es necesario que haya inversores (públicos o privados) realmente decididos”.
PROYECTOS EN MARCHA
Actualmente se contabilizan más de 60 proyectos de hidrógeno verde en América Latina, de los cuales ocho presentan un gasto de capital de al menos cinco mil millones de dólares, de acuerdo con datos del portal BNamericas.
En esa relación destaca Brasil, que alberga cuatro de esas megainiciativas, incluidas tres en el estado nororiental de Ceará; en tanto Chile contiene dos; y Argentina y Panamá uno en cada caso.
Entre esos ambiciosos proyectos BNamericas mencionó en primer lugar a H2 Magallanes, ubicado en Magallanes, Chile, que presenta un gasto capital de 15 mil millones de dólares y debe tener una capacidad de 800 mil toneladas anuales.
Tal iniciativa, propiedad de TotalEnergies Chile, contará con electrólisis a gran escala que operará con electricidad renovable procedente de un complejo eólico de 10 mil megawatts, y el hidrógeno verde resultante se utilizará para producir amoníaco verde.
También sobresalen el Green Energy Park, que se instalará en la zona de procesamiento de exportaciones de Parnaíba, en la costa del estado brasileño de Piauí, el cual demanda un gasto de capital de 10 mil 500 millones de dólares; y el Pampas, en Río Negro, Argentina, que con un gasto de capital de ocho mil 400 millones de dólares espera tener una capacidad de producción de 2,2 millones de toneladas al año, para lo cual recibirá energía de un parque eólico de dos gigawatts y uno solar de 500 megawatts.
Los otros proyectos que sobrepasan los cinco mil millones de dólares son Gente Grande, también en Magallanes, Chile; Biorrefinería Ciudad Dorada, en Panamá; y Ceará Green Hydrogen Hub, Base Uno y Fortescue, todos estos en Ceará, Brasil.
De hecho, las autoridades de este último estado han firmado más de 35 memorados de entendimiento con empresas nacionales y extranjeras para el avance del hidrógeno verde y sus derivados, como parte de iniciativas desplegadas por el gobierno para convertir a ese territorio brasileño en un polo industrial dedicado a la producción de dicho elemento.
Ante esas acciones en marcha y las posibilidades en torno al hidrógeno verde, las declaraciones de Petro en su encuentro con Lula vienen a confirmar lo significativo que puede ser este vector energético en América Latina.
Queda por ver si será posible sortear los desafíos tecnológicos y de inversión para que las tantas expectativas en esta área puedan convertirse en realidad.