Israel-Palestina. Más dolor y muerte

   Una vez más, el mundo mira con horror y alarma hacia el Oriente Medio, donde el prolongado conflicto entre Israel y Palestina suma nuevas páginas oscuras de violencia, destrucción y muerte.

   El sorpresivo ataque realizado por el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) en Israel y la respuesta del Estado judío contra la Franja de Gaza generan caos y devastación en una zona inestable, al tiempo que crecen las preocupaciones acerca de lo que sucederá en lo adelante.

   Los acontecimientos provocaron reacciones en todo el orbe, con numerosos llamados a buscar soluciones diplomáticas a una situación que escaló de forma inmediata, al punto de que el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, manifestó pocas horas después que el país estaba en estado de guerra.

ATAQUE SIN PRECEDENTES

   Cerca de las 06:30, hora local, del 7 de octubre, comenzaron a caer los primeros cohetes lanzados desde la Franja de Gaza, y poco después las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) informaron que militantes armados habían ingresado al sur del país, según reportó la cadena estadounidense CNN.

   Por su parte, Hamás, una organización política y militar que controla la Franja, anunció el inicio de la operación Tormenta de Al Aqsa, la cual incluyó el lanzamiento de dos mil a cinco mil cohetes contra posiciones enemigas, en lo que afirmó que era una respuesta a las sistemáticas incursiones de colonos israelíes en la Mezquita de Al Aqsa y los continuos ataques contra el pueblo palestino.

   La acción parece haber sorprendido a las FDI y a las agencias de inteligencia israelíes, porque adicionó también la incursión de numerosas milicias que lograron penetrar hasta más de 20 kilómetros, y tomar momentáneamente algunas bases militares y localidades.

   En esa operación murieron numerosos civiles, como ocurrió en el festival Tribe of Nova, celebrado cerca del kibutz (cooperativa agrícola) de Reim. El Servicio de Identificación de Víctimas de Desastres, una organización de voluntarios encargada de la retirada de cuerpos, dijo haber recuperado más de 260 cadáveres del recinto donde tuvo lugar el evento, después de que miembros de Hamás dispararan contra la multitud allí reunida.

   De acuerdo con CNN, los ataques no tienen precedentes en táctica y escala, pues Israel no había enfrentado a sus adversarios en batallas callejeras en su propio territorio desde la guerra árabe-israelí de 1948, ni había sido objeto de una ofensiva de esta magnitud que cobrara la vida de tantos civiles e implicara la captura de decenas de rehenes, incluidos niños y ancianos.

   Cuando comenzaron a difundirse en el orbe las noticias sobre esos hechos, naciones como China, Turquía y Emiratos Árabes Unidos, y la Unión Africana instaron a desescalar la situación y a reanudar de forma rápida conversaciones respaldadas por la comunidad internacional.

    A la vez, diversos gobiernos manifestaron estar dispuestos a redoblar los esfuerzos diplomáticos para mediar en la crisis y reiteraron que la solución de los dos Estados es la única forma de alcanzar la paz regional.

   Mientras tanto, como indicó el canal Euronews, en las capitales occidentales se culpó a Hamás de un ataque terrorista y los pronunciamientos de Estados Unidos, Reino Unido, Italia y Francia repitieron la línea de que Israel tenía derecho a defenderse.

   En ese sentido, el medio noticioso europeo señaló que la mayoría de esas declaraciones omitieron mencionar la creciente violencia de los colonos israelíes en la Cisjordania ocupada, las tensiones en la mezquita de Al Aqsa y los cientos de civiles muertos en Gaza en ataques aéreos este año.

UN CONFLICTO PROLONGADO Y COMPLEJO

   Para tratar de entender las causas de este nuevo momento de confrontación es imprescindible mirar a la larga historia de enfrentamientos entre las partes, un conflicto complejo y de larga data con dimensiones históricas, políticas y sociales.

   A finales del siglo XIX y principios del XX, en la región conocida como Palestina, que entonces se encontraba bajo dominio otomano, estaban presentes comunidades árabes y judías, entre las cuales aumentaron las tensiones durante el periodo del Mandato Británico (1917-1948), sobre todo después de que el Gobierno de Gran Bretaña expresó su respaldo al establecimiento allí de un Estado judío.

   En 1947, la Organización de Naciones Unidas (ONU) propuso un plan de partición para Palestina que recomendaba la división del territorio en un Estado judío y otro árabe, con Jerusalén como ciudad internacional, y al año siguiente Israel declaró su independencia, lo cual no fue bien recibido por los territorios de la región.

   De ese modo, el 15 de mayo de 1948, Egipto, Siria, Iraq, Líbano y Jordania le declararon la guerra al nuevo Estado, una conflagración que culminó casi un año después con un incremento del territorio dominado por Israel, mientras Egipto se quedó con el control de Gaza, Jordania con el de Cisjordania, y cientos de miles de palestinos resultaron desplazados y se convirtieron en refugiados en países vecinos.

   Asimismo, durante la Guerra de los Seis Días, librada en junio de 1967, el Estado judío aumentó aún más sus tenencias de tierras al incluir los Altos del Golán, la península del Sinaí, Gaza y Cisjordania.

   En las décadas siguientes continuaron los choques, con numerosas víctimas mortales de uno y otro lado, en medio de la hegemonía israelí sobre los territorios palestinos ocupados, las denuncias de violaciones de derechos humanos, las intifadas, un creciente reconocimiento internacional a Palestina, fallidas conversaciones de paz y llamados a la solución de los dos Estados.

   Como recordó recientemente el diario The Washington Post, debido a la presión nacional e internacional Israel renunció en 2005 al control de la Franja de Gaza, donde Hamás asumió el poder tras vencer electoralmente en 2006 y enfrentarse al hasta ese momento dominante partido Al Fatah, que quedó relegado a Cisjordania.

   Sin embargo, a pesar de su salida de Gaza, Israel ha mantenido un bloqueo terrestre, aéreo y marítimo sobre la zona desde 2007, al argumentar que ese cerco sirve para mantener el control de la frontera, impedir que Hamás se fortalezca y proteger a sus ciudadanos de los ataques con cohetes palestinos.

   Tal bloqueo ha enfrentado críticas de grupos de derechos humanos y de la ONU, que consideran que la Franja de Gaza todavía está bajo ocupación militar israelí y estiman que tal política le ha costado a la economía del territorio palestino casi 17 mil millones de dólares en aproximadamente una década, indicó el Post.

   El espacio en el que viven 2,3 millones de personas es calificado por esas organizaciones como “la prisión al aire libre más grande del mundo”.

    Mediante el bloqueo, Israel limita la importación de alimentos, combustible y materiales de construcción, prohíbe casi todas las exportaciones y restringe el movimiento hacia y desde Gaza, al punto de que, según cifras de la ONU, en 2023 solo permitió salir del territorio a unas 50 mil personas al mes.    

LA RESPUESTA DE ISRAEL

   Luego de la acción de Hamás, Israel declaró la guerra y lanzó la Operación Espadas de Hierro, en la cual la población civil ha sido carne de cañón, especialmente en la maltrecha Franja de Gaza, donde los ataques aéreos han sido continuos, de acuerdo con reportes de medios como France 24.

   Aunque el Ejército israelí aseguró que los puntos bombardeados son “centros de comando” de Hamás, ha cargado directamente contra edificios de viviendas, una mezquita y hasta el puerto marítimo de Gaza. Eso llevó a que muchas familias huyeran de zonas fronterizas y se dirigieran a lugares custodiados por organizaciones de derechos humanos, apuntó esa fuente periodística.

   El 9 de octubre las FDI divulgaron que ya no había combates con militantes de Hamás dentro de Israel, y que habían retomado el control de todas las comunidades, pero de cualquier modo continuaron los bombardeos, y el ministro de Defensa, Yoav Gallant, anunció que dio la orden de comenzar un “asedio completo” a Gaza.

   “Sin electricidad, sin comida, sin combustible. Todo cerrado”, afirmó sobre una medida que recibió condenas internacionales, pues muchas agrupaciones estiman que conducirá a una catástrofe humanitaria.

   La situación no parece tener un desenlace cercano. Por el contrario, la agencia británica Reuters informó que Israel prometió intensificar su respuesta con una ofensiva terrestre, mientras el saldo de la violencia hasta el cierre de esta edición era de más de mil personas asesinadas y dos mil 700 lesionadas en Israel, y de 900 y cuatro mil 500 en cada caso en Palestina, según los servicios de salud de ambas partes.

   En ese contexto, las víctimas civiles son otra vez el costo más alto de un conflicto en el que hay denuncias de crímenes de guerra a manos de los dos bandos. Seguramente, las muertes y el sufrimiento aumentarán en las jornadas venideras, sin que a la vista haya una solución factible y duradera.

José Oscar Fuentes
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