Ruptura de relaciones diplomáticas, llamadas a embajadores y fuertes condenas contra la escalada del conflicto son algunas de las respuestas de los países de América Latina a la guerra entre Israel y el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás), cuando siguen los continuos ataques del Estado judío contra la Franja de Gaza y abundan las noticias sobre las muy elevadas cifras de muertos, principalmente civiles.
Un mes después de la organización política y militar realizara un sorpresivo ataque en Israel, la ofensiva lanzada por el Gobierno del primer ministro Benjamín Netanyahu recibe numerosas críticas, incluso de naciones que habían expresado solidaridad con el pueblo israelí, debido a las arremetidas indiscriminadas contra los palestinos y las numerosas denuncias de crímenes bélicos.
Cuando se difundieron las noticias sobre la acción de Hamás, cuyo brazo armado dejó el 7 de octubre último más de un millar de fallecidos, unas 200 personas secuestradas y casi tres mil 500 heridos, varias autoridades latinoamericanas denunciaron la estela de muerte y consideraron lo ocurrido como un brutal atentado terrorista.
Sin embargo, con el transcurso de los días a las repulsas iniciales se unieron las severas críticas a la posición de Israel.
CRISIS HUMANITARIA CADA VEZ MÁS GRAVE
El pasado lunes, tras casi cuatro semanas de constantes bombardeos israelíes contra la Franja, el Ministerio de Salud de Gaza reportó más de 10 mil muertos y 25 mil heridos en ese enclave palestino controlado por Hamás.
Dicho total incluye la terrible cifra de más de cuatro mil niños, reflejo del escenario descrito recientemente por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) cuando afirmó que la zona se ha convertido en un cementerio para menores.
Según reportó la agencia Prensa Latina, la mencionada entidad palestina también advirtió que 1,5 millones de gazatíes se vieron obligados a abandonar sus hogares por el conflicto, lo cual representa más del 70 por ciento del total de la población de ese territorio.
Asimismo, detalló que unas 35 mil unidades de vivienda resultaron destruidas y 165 mil sufrieron daños parciales, y más de 60 instalaciones de salud y 221 escuelas del enclave fueron devastadas.
Por su parte, la Organización Mundial de la Salud informó que hasta el 4 de noviembre se habían registrado más de 100 ataques contra infraestructuras sanitarias que causaron la muerte o heridas a casi mil personas, y que 14 de los 35 hospitales de Gaza dejaron de funcionar y no podían acoger a los miles de lesionados.
A eso se suma que, de acuerdo con informes citados por el secretario general de la ONU, António Guterres, en cuatro semanas murieron más periodistas que en ningún otro conflicto armado en tres décadas, y más trabajadores humanitarios de Naciones Unidas han sido asesinados que en cualquier otro periodo comparable en la historia de la organización.
Ante la crisis cada vez más grave, una docena de organismos de la ONU reiteró el 6 de noviembre los llamamientos a un alto el fuego humanitario inmediato para permitir la entrada de más ayuda vital, a la que vez que calificaron de atrocidad la matanza de un gran número de civiles en Gaza y el hecho de que los 2,2 millones de habitantes del enclave sigan sin recibir alimentos, agua, medicinas, electricidad y combustible.
POSICIONES DE LOS GOBIERNOS DE LA REGIÓN
Bolivia anunció el 31 de octubre la ruptura de relaciones diplomáticas con Israel “en repudio y condena a la agresiva y desproporcionada ofensiva militar” de ese país.
“Exigimos el cese de los ataques en la Franja de Gaza que han provocado miles de víctimas fatales civiles y el desplazamiento forzado de palestinos; así como el cese del bloqueo que impide la entrada de alimentos, agua y otros elementos esenciales para la vida, violando el Derecho Internacional y el Derecho Internacional Humanitario en el tratamiento de la población civil en conflictos armados”, sostuvo ese día la ministra de la Presidencia, María Nela Prada.
De ese modo, Bolivia se convirtió en el primer país de América Latina en romper los nexos diplomáticos con el Estado judío a raíz de esta nueva escalada del conflicto, un paso que ya había dado en 2009, en protesta contra la llamada “operación plomo fundido” en la cual murieron más de mil 400 palestinos y 13 israelíes.
Los vínculos solo se restablecieron una década después, durante el controvertido gobierno de transición de Jeanine Áñez en la nación andina.
Igualmente en 2009, Venezuela terminó sus relaciones diplomáticas con Israel, un quiebre que se mantiene hasta la fecha. Por eso no es de extrañar que el mandatario Nicolás Maduro fustigara fuertemente la ofensiva militar y exigiera un cese el fuego y el fin de los bombardeos sobre la Franja.
“Desde Venezuela, ratificamos nuestra vocación solidaria con el pueblo de Palestina, con la verdad de Palestina”, expresó en la televisión estatal, y consideró que se comete una inmensa injusticia, una masacre y una violación masiva a los derechos a la vida, a la tierra y a la autodeterminación.
El otro territorio del área que no mantiene lazos diplomáticos con Israel es Cuba. En este caso, la ruptura se remonta a 1973, cuando la isla caribeña anunció la decisión en una cumbre del Movimiento de los Países No Alineados celebrada en Argelia. Continuamente La Habana ha expresado la solidaridad y el apoyo a la causa palestina, y el 30 de octubre último el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, manifestó que ese pueblo está confinado por un nuevo apartheid a una franja mínima de tierra.
Cuba repudia en los términos más duros los bombardeos contra la población en Gaza y la destrucción de sus viviendas, hospitales e infraestructura civil, manifestó el mandatario, quien afirmó que también comparten el dolor por el sufrimiento de las víctimas civiles israelíes, “pero no aceptamos cierta indignación selectiva que pretende desconocer la gravedad del genocidio que hoy se perpetra contra los palestinos, presentando al lado israelí como la víctima y desconociendo 75 años de ataques, de ocupación, de abusos y exclusión”.
Por su parte, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, quien describió como un genocidio la situación en Gaza, dio a conocer el 31 de octubre que decidió llamar a consulta a su embajadora en Israel y advirtió que si ese país no detiene la masacre del pueblo palestino “no podremos estar allá”.
Similar acción realizó su homólogo chileno, Gabriel Boric, y explicó que la medida respondía a las inaceptables violaciones del derecho internacional humanitario en que ha incurrido Israel.
“Chile condena enérgicamente y observa con gran preocupación que dichas operaciones militares -que a estas alturas de su desarrollo comportan un castigo colectivo a la población civil palestina en Gaza- no respetan normas fundamentales del Derecho Internacional”, escribió en la red social X el gobernante, en cuyo país vive la comunidad palestina más grande fuera del mundo árabe, que se estima en 500 mil personas.
En tanto, en Argentina, donde habita la mayor comunidad judía de Latinoamérica, el Ejecutivo repudió los mortales ataques terroristas de Hamás y reconoció el derecho de Israel a su legítima defensa, y luego indicó que esa nación está traspasando los límites del derecho internacional y que la situación humanitaria en el enclave cada vez es más alarmante.
A su vez, el jefe de Estado brasileño, Luiz Inácio Lula Da Silva, reafirmó la condena del gigante sudamericano a los atentados de Hamás, pero también pidió garantizar que no haya escasez de agua, electricidad y medicamentos en los hospitales de Gaza, mientras su país buscó acuerdos sobre el cese de hostilidades, la protección de la población civil y el alivio de la situación humanitaria en la Franja, desde su papel de presidente del Consejo de Seguridad de la ONU.
Justamente en esa organización, la Asamblea General aprobó a finales de octubre una resolución que pide una tregua humanitaria inmediata, duradera y sostenida, y exige que todas las partes cumplan el derecho internacional humanitario, la cual recibió 120 votos a favor, 14 en contra y 45 abstenciones, muestra de las divisiones que existen sobre el conflicto entre los diferentes Estados.
Con respecto a América Latina y el Caribe, la mayoría de las naciones respaldó el documento presentado por Jordania, en tanto Haití, Uruguay y Panamá se abstuvieron, y Guatemala y Paraguay se pronunciaron en contra, como reflejo de la postura mantenida por ambos desde el 7 de octubre, pues han remarcado su respaldo a Israel y el criterio de que la crisis actual es resultado de los ataques de Hamás.
Más allá de esos pronunciamientos a nivel gubernamental, la ciudadanía ha salido a las calles en diversas ciudades latinoamericanas para mostrar su rechazo a la muerte de civiles en el conflicto, pedir el fin de los bombardeos sobre Gaza y condenar el genocidio en el enclave, al tiempo que ha habido algunos actos en contra del antisemitismo, expresión de una postura regional hacia el conflicto que tiene más puntos de convergencia que de divergencia, pero en la cual aún se observan divisiones.