La Isla de Rapa Nui, conocida como Isla de Pascua en el Pacífico chileno, emerge como un enigma de la historia humana, desde que el navegante holandés Jakob Roggeveen la descubrió en 1722, en la víspera de la Pascua de Resurrección. Este territorio insular suramericano, fue el escenario donde se desarrolló una de las culturas más fascinantes y menos comprendidas de la antigüedad; por sus imponentes “moais” y el modo de vida de sus antiguos habitantes.
La llegada de los primeros pobladores a Rapa Nui es aún tema de debate entre historiadores y arqueólogos. Se estima que los primeros habitantes arribaron en canoas de doble casco desde Polinesia, alrededor del año 1200 d.n.e., guiados por las estrellas y el vasto conocimiento marítimo que poseían. Estos navegantes, encontraron en Rapa Nui un lugar aislado pero rebosante de recursos naturales, listo para ser moldeado por sus manos y creencias.
La construcción de los moais, esas imponentes estatuas de piedra que hoy día simbolizan a la isla, refleja la maestría y la cosmovisión de los Rapa Nui. Estas figuras, algunas alcanzando los 22 metros de altura y pesando más de 80 toneladas, fueron talladas en tufa volcánica proveniente principalmente de la cantera de Rano Raraku.
Los moais no son meras esculturas; son representaciones de ancestros venerados, erigidos para proteger a las comunidades y observar eternamente a sus descendientes. El proceso de construcción y traslado de estas gigantescas figuras sigue siendo motivo de asombro y especulación. Se cree que la comunidad entera participaba en su traslado, empleando un sistema de cuerdas y trineos de madera, en un esfuerzo colectivo que demuestra la cohesión social y la organización comunitaria.
La sociedad Rapa Nui estaba organizada en clanes, liderados por un “ariki” o rey. Este sistema social complejo incluía clases sacerdotales y guerreras, reflejando una jerarquía que se entrelazaba con sus creencias religiosas. La adoración de los ancestros y la conexión con el mundo espiritual eran pilares fundamentales de su cosmovisión. Festividades como el “Tangata Manu” (hombre pájaro) evidencian la riqueza de sus tradiciones y la importancia de la naturaleza en su espiritualidad.
Con el paso del tiempo, la población de Rapa Nui enfrentó severos desafíos, como la deforestación, la erosión del suelo y la sobreexplotación de recursos, que pusieron en riesgo su supervivencia. Estos problemas ambientales, sumados a conflictos internos y la llegada de europeos en el siglo XVIII, marcaron el inicio de un período de declive para la civilización Rapa Nui. La introducción de enfermedades, la esclavitud y la alteración de su estructura social y cultural tuvieron un impacto devastador.
A pesar de los innumerables desafíos, la cultura Rapa Nui ha demostrado una notable resiliencia. Hoy día, sus descendientes continúan viviendo en la isla, preservando sus tradiciones orales, su arte y sus prácticas religiosas. La Isla de Rapa Nui o Isla de Pascua ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1995, reconociendo así su valor universal y la importancia de conservar su patrimonio.
En 1966 fue promulgada la llamada Ley Pascua, que reconocía derechos a los isleños como ciudadanos chilenos, además de otorgarles ciertos beneficios. La mayor presencia del Estado tuvo un impacto inmediato en la infraestructura de la isla y en la calidad de vida de la población. En 1967, la construcción de una pista de aterrizaje permitió que comenzaran a llegar vuelos chárter a la isla, con grupos de turistas extranjeros; y en los años ‘70, comenzaron a llegar cruceros oceánicos. Todo esto significó para los “rapanui” una convivencia con modos de vida propios de la modernidad.
Los visitantes a la isla encuentran en ella una cultura viva, que se expresa no solo en las representaciones artísticas sino también en la cotidianidad. La “Tapati Rapa Nui” es una gran actividad festiva realizada cada año durante la primera quincena de febrero, en la cual se involucra gran parte de la sociedad local y los turistas.
El Modelo Turístico imperante en Rapa Nui es aceptado por toda la comunidad. En primer lugar, porque existe la percepción de que el turismo beneficia a todos los rapanui. Los servicios turísticos que se ofrecen en la Isla operan en lugares que pertenecen a personas de la comunidad. Estas pueden arrendar esos lugares para que operen allí distintos tipos de negocios; pueden asociarse con un inversionista foráneo interesado en Invertir-Explotar-Traspasar; o pueden invertir por sí mismas y ser dueñas del negocio. En consecuencia, al menos una parte de los beneficios generados por todas las empresas turísticas que operan en la isla, queda en manos de los rapanui.
En segundo lugar, porque hay control social respecto de cómo opera el turismo a nivel local. Las personas rapanui que controlan o tienen incidencia en las empresas turísticas, al ser vecinos e integrantes de la comunidad local, son receptivos al sentir de la población con la que conviven. El resultado es que no se implementan construcciones ni servicios que puedan generar rechazo. Asimismo, los propios rapanui controlan enérgicamente que los turistas no afecten los sitios arqueológicos, ni dejen basura en espacios públicos; así como que sólo personas autorizadas ofrezcan servicios que implican la transmisión de lo ‘auténtico’ (presentaciones de música y baile, guianza, producción de artesanías).
En tercer lugar, contribuye a la buena percepción del turismo el hecho de que gran parte de la oferta turística existente en la isla ha sido diseñada e implementada por los propios rapanui y la “Comunidad Indígena Ma´u Henua”. Sus emprendimientos no responden a programas y directrices establecidas por instituciones foráneas, sino a su propia intuición y creatividad. Es cierto que cuentan con el soporte de instituciones públicas presentes en la Isla, pero estas también son encabezadas por personas rapanui. Especial relevancia tiene el Municipio, institución que coordina y gestiona los fondos para que se realice la Tapati, aunque son las propias familias rapanui las que hacen el mayor aporte de trabajo y contenido en esta fiesta, motivadas por la competencia y el prestigio.
La reactivación de la isla se produjo en 2022, gracias a la celebración del festival cultural Tapati Rapa Nui, que por las restricciones sanitarias causadas por la pandemia, no se realizaba desde 2019. Tras dos años y medio con sus fronteras cerradas, ante la amenaza del ingreso de la pandemia al territorio, en septiembre del 2022 reabrió sus fronteras, lo que trajo una reactivación de los comercios locales.
Uno de los comercios que debió adecuarse al cierre de la Isla y que ahora se ha visto fortalecido con la llegada de turistas es el “Made in Rapa Nui”. El emprendimiento, se dedica a comercializar productos manufacturados y basados en temáticas propias de la cultura, agrupando alrededor de 50 micro comercios, donde ofrecen productos y servicios tales como cosmética natural, gastronomía, indumentaria outdoor, artesanía con fibra y micro plástico, reciclaje textil y de vidrio.
La Isla de Pascua es uno de los principales atractivos turísticos de Chile, que atrae cada año a miles de turistas nacionales e internacionales. La Corporación Regional de Turismo de Chile, señala que de los destinos turísticos favoritos por los visitantes, Rapa Nui se ubica en segunda posición con un 67,69%, solo detrás del Litoral Norte, con un 68,21%.