Bernardo Arévalo se convertirá en enero próximo en el nuevo presidente de Guatemala, tras alcanzar un sólido triunfo el 20 de agosto en la segunda vuelta electoral de esa nación, en la cual superó por más de 20 puntos porcentuales a su rival Sandra Torres.
La victoria del candidato del Movimiento Semilla, una organización surgida a raíz de las grandes protestas anticorrupción ocurridas en dicho país centroamericano en 2015, representa el ascenso al Ejecutivo de una figura que se describe como socialdemócrata y progresista, y es vista como resultado del hartazgo del pueblo ante las formas tradicionales de hacer política y el fraude a nivel estatal.
En la misma jornada en la que el diplomático de carrera completó su victoria, Ecuador vivió comicios adelantados. La representante de la Revolución Ciudadana (RC), Luisa González, resultó la candidata presidencial más votada y se medirá en el balotaje previsto para el 15 de octubre al joven empresario Daniel Noboa, de la alianza Acción Democrática Nacional (ADN).
Mientras el liderazgo de González era esperado, pues previo al sufragio del pasado domingo siempre contó con las mayores intenciones de voto en las encuestas, el resultado de Noboa no estaba en los pronósticos y ahora modifica el panorama electoral de cara a la segunda vuelta.
GUATEMALA CASTIGA A LA POLÍTICA TRADICIONAL
Con el 100 por ciento de las actas escrutadas, Arévalo, un sociólogo y exdiplomático de 64 años de edad, diputado en el Congreso desde 2020, obtuvo dos millones 441 mil 661 votos (58,01 por ciento del total), mientras Torres, quien por tercera vez consecutiva vio frustradas sus aspiraciones presidenciales, recibió un millón 567 mil 472 boletas (37,24 por ciento).
Tal desenlace completa la senda sorpresiva que el ahora mandatario electo comenzó a abrir en la primera vuelta realizada el 25 de junio, cuando consiguió convertirse en el segundo aspirante presidencial más votado entre 22 candidatos, por delante de figuras que mostraban mejores números en los sondeos previos como el exdiplomático Edmond Mulet; la hija del dictador Efraín Ríos Montt, Zury Ríos; y Manuel Conde, candidato del partido Vamos, del actual presidente del país, Alejandro Giammattei.
En esa cita inicial en las urnas solo Torres logró superarlo, al conseguir un 16 por ciento del apoyo, frente a un 11,8 por ciento de Arévalo. Sin embargo, la mujer de 67 años, quien ya había estado en la carrera por la presidencia en 2015 y 2019, no logró consolidar la superioridad mostrada entonces y nuevamente cargó con la derrota.
Con ella, quedó en el camino un proyecto de tendencia conservadora en un país tradicionalmente inclinado hacia la derecha, para dar paso a una agenda más progresista, enfocada, entre otros asuntos, en crear un Sistema Nacional Anticorrupción y combatir el crimen mediante la inversión en instituciones de seguridad pública.
Según reportó el portal británico BBC Mundo, miles de personas salieron a las calles a celebrar el éxito del representante del Movimiento Semilla, porque, hartas de las múltiples denuncias de corrupción en el Estado, aseguran ver en Arévalo una esperanza de cambio respecto a los últimos años de deterioro institucional y autoritarismo.
Lo que el pueblo grita es “basta ya de tanta corrupción”. Trabajaremos por garantizar instituciones que ganen su confianza. Esta victoria es del pueblo, y ahora, unidos como pueblo de Guatemala, lucharemos contra la corrupción, manifestó el ganador en su primera alocución tras el triunfo.
Además, declaró que una prioridad de su mandato será poner fin a la persecución política contra distintos empleados gubernamentales y personas que trabajan en materia de corrupción, derechos humanos y medioambiente.
También se comprometió a mitigar la pobreza en una de las naciones más desiguales de la región, mediante un programa de creación masiva de empleos dirigido a mejorar las carreteras y otras infraestructuras, y a impulsar la producción agrícola a través de préstamos a bajo interés a los agricultores.
Una de las personas que votó a favor de Arévalo fue Mauricio Armas, actor y pintor de casas de Ciudad de Guatemala, quien declaró al diario estadounidense The New York Times que por primera vez en décadas había apoyado a un candidato en el que creía.
“Me parece gente que no tiene nexos con el crimen”, expresó sobre el ahora presidente electo y del Movimiento Semilla.
LUISA GONZÁLEZ Y LA REVOLUCIÓN CIUDADANA
En Ecuador, en tanto, la ciudadanía acudió a votar en medio de una ola de violencia sin precedentes, que tuvo su ejemplo más impactante en el asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio el pasado 9 de agosto, cuando salía de un acto de campaña en el norte de Quito.

Por primera vez en su historia, esta nación sudamericana fue a las urnas bajo un estado de excepción nacional decretado en respuesta a tal problema de inseguridad.
Los comicios acontecieron después de que el 17 de mayo último, en lo que sería la segunda jornada de un juicio político que podía haber conducido a su destitución, el presidente Guillermo Lasso apeló a la “muerte cruzada” para disolver la Asamblea Nacional (Parlamento unicameral) y convocar a elecciones anticipadas.
De esa forma, los ecuatorianos estaban llamados a decidir qué camino tomar tras el fin de una administración que ha estado marcada por la crisis de violencia, el azote del narcotráfico, problemas económicos y de desigualdad, divisiones partidistas, escándalos de corrupción, y asesinatos a dirigentes políticos y funcionarios.
Aunque ninguno de los aspirantes presidenciales envueltos en la contienda logró el apoyo suficiente para imponerse en primera vuelta, la más votada fue la candidata de la RC, el movimiento liderado por el expresidente Rafael Correa (2007-2017), quien recibió un 33,25 por ciento del total de los votos.
González, una abogada de 45 años de edad, ocupó diversos cargos en la administración de Correa y no era una figura muy reconocida en el contexto político nacional antes de comenzar a ganar popularidad en la presente campaña, durante la cual impulsó el lema “Recuperar la Patria”.
La única mujer que contendió por la presidencia entre ocho candidatos promueve propuestas como invertir 500 millones de dólares para fortalecer la fuerza pública en medio de la escalada de la violencia y recuperar instituciones desaparecidas, como el Ministerio Coordinador de Seguridad, aunque sostiene que el próximo Gobierno no puede reducirse únicamente a esas cuestiones.
Por eso, ha prometido impulsar las obras públicas, sobre todo en la construcción y la vialidad, dos sectores que funcionan como grandes generadores de empleo; y aboga por reforzar las políticas sobre educación y salud, y la economía popular y solidaria.
Opuesta al derecho al aborto, aunque se considera progresista, González asegura que tendría a Correa como asesor, al manifestarse orgullosa del legado económico dejado por el expresidente. También defiende los logros sociales alcanzados durante ese Gobierno, los cuales pretende revivir si llega a convertirse en la primera presidenta de Ecuador.
Del mismo modo que ella fue la aspirante de mayor respaldo en las urnas, la RC consiguió mantenerse como la fuerza que más legisladores tendrá en la nueva Asamblea Nacional, al superar el medio centenar de escaños en ese órgano de 137 miembros, un éxito que le sigue al triunfo en las elecciones seccionales de febrero pasado.
Aunque con ese número de asientos el movimiento al que pertenece González no tendrá mayoría, sí la coloca en una posición más ventajosa para gobernar en un eventual mandato, luego de que Lasso enfrentara una fuerte oposición en el Parlamento.
NOBOA, EL CONTRINCANTE INESPERADO
Para concretar el ascenso a la presidencia, la candidata deberá superar al conservador Noboa, quien, pese a no haber sido favorito para la primera vuelta, quedó segundo con un 24 por ciento de los votos y seguramente traerá una fuerte resistencia de cara al balotaje.
El empresario guayaquileño de 35 años, el más joven aspirante a la jefatura del Ejecutivo, proviene de una de las familias más ricas de la nación y busca superar la mala racha de su padre, Álvaro, dueño de cinco intentos fallidos por convertirse en mandatario ecuatoriano.
Mientras González promueve un progresismo basado en la justicia social, Noboa adelanta que su Gobierno se basaría en cuatro ejes: sociedad, economía, institucionalidad y productividad medioambiental, con medidas enfocadas en la seguridad y la economía.
Para diversas voces, se trata de dos modelos diferentes de país: de un lado el correísmo y del otro la élite económica y empresarial.
Cualquiera que resulte elegido en la consulta de menos de dos meses tendrá que mover su agenda de forma acelerada, pues solamente podrá gobernar hasta mayo de 2025, cuando habría concluido la administración de Lasso.
El año y medio que tendrían hasta entonces parece poco tiempo para dar respuesta positiva a los problemas del país.