Las imágenes dieron la vuelta al mundo casi en tiempo real: el exmandatario Donald Trump aparecía con una oreja ensangrentada y un puño en alto, tras ser blanco de un atentado durante su último mitin de campaña antes de la Convención Nacional Republicana que lo confirmó como el candidato presidencial de ese partido.
El hecho tuvo lugar en la tarde del sábado 13 de julio cuando el exgobernante se dirigía a sus seguidores en un evento en la ciudad de Butler, en el estado de Pensilvania, uno de los territorios considerados clave para sus aspiraciones de volver a la Casa Blanca.
En medio de su alocución, Trump cayó al suelo tras sonar un primer estallido de disparos, para ser levantado luego por miembros del personal de seguridad y alejado del atril.
Durante las horas siguientes comenzaron a conocerse detalles de lo sucedido: el ataque había dejado un muerto y dos heridos graves entre los asistentes a la cita, y el exmandatario difundió en un comunicado que un proyectil le había perforado la parte superior de su oreja derecha.
“Supe inmediatamente que algo estaba mal cuando escuché un sonido silbante, disparos, e inmediatamente sentí la bala desgarrando mi piel”, expresó.
Además, los francotiradores del Servicio Secreto abatieron al presunto autor del tiroteo, identificado como Thomas Matthew Crooks, un joven de 20 años de edad originario de Pensilvania.
Fuentes policiales dijeron a la cadena CBS News que el atacante estaba armado con un rifle estilo AR y que disparó desde un edificio a más de 130 metros de distancia del lugar del acto.
CUESTIONAMIENTOS SOBRE LO SUCEDIDO
Tras lo ocurrido, comenzaron a llegar los mensajes de condena a la violencia y las interrogantes sobre lo sucedido, que abarcan desde teorías conspirativas más o menos descabelladas hasta preguntas sobre la labor del Servicio Secreto y cómo el atacante pudo acercarse lo suficiente para llevar a cabo un asalto de tal magnitud.
Este último tema es el que despierta los mayores cuestionamientos de analistas y medios de prensa locales y extranjeros. Incluso el secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, calificó el episodio como un fallo de seguridad, y miembros del Congreso llamaron a la directora del Servicio Secreto, Kimberly Cheatle, a asistir a una audiencia en el Capitolio.
De acuerdo con el diario The New York Times, el edificio desde el que un hombre armado disparó era un evidente riesgo para la seguridad, pues su azotea ofrecía una posición ideal para un francotirador, con una vista cercana, elevada y sin obstáculos de Trump.
Pese a eso, apuntó el periódico, cuando el Servicio Secreto elaboró los planes para la manifestación del sábado dejó esa construcción fuera de su perímetro y le asignó la responsabilidad de resguardarla a fuerzas locales del orden, además de que no había agentes de policía estacionados en el techo.
A ello se suma que asistentes al mitin alertaron a las autoridades sobre la presencia de una persona sospechosa antes de que comenzara el evento.
Otra pregunta en torno al atentado es el efecto que tendrá en las aspiraciones electorales de Trump, quien muestra ventaja en las encuestas con respecto a su esperado rival de los comicios del 5 de noviembre, el actual presidente, Joe Biden.
Diversos criterios apuntan a que el exmandatario salió más fortalecido del ataque en Pensilvania, el cual no impidió que Trump asistiera a la Convención Nacional Republicana celebrada esta semana en Milwaukee, Wisconsin.
Allí fue confirmado como el candidato oficial del partido y anunció como su compañero de fórmula para la vicepresidencia al senador J.D.Vance, un antiguo crítico que luego se convirtió en su aliado.