El oficialismo en Chile celebró elecciones primarias el pasado 29 de junio con vistas a los comicios presidenciales de noviembre próximo, y ese proceso, visto como un hito importante, evidenció las profundas tensiones de la coalición gobernante.
La consulta en las urnas dejó como vencedora a Jeannette Jara, candidata del Partido Comunista, quien consiguió más del 60 por ciento de los votos para aventajar de manera aplastante a Carolina Tohá (28), Gonzalo Winter (nueve) y Jaime Mulet (2,7).
A juicio de analistas, ese desenlace redefine el mapa político de la centroizquierda chilena y expone las debilidades del bloque en el poder frente a una derecha fortalecida y una ciudadanía cada vez más distante de los procesos internos del oficialismo.
BAJA PARTICIPACIÓN
Más allá de tales criterios, la baja participación en la jornada llamó la atención de muchos pues solamente poco más de un millón 400 mil electorales, el nueve por ciento del padrón, acudieron a sufragar en una prueba con carácter voluntario.
Esta cantidad, la más baja desde que existen primarias en dicho país sudamericano, sigue a los 1,75 millones que votaron en el proceso similar de 2021 entre el futuro presidente Gabriel Boric y Daniel Jadue, cuando la izquierda parecía en auge y la expectativa de cambio movilizaba a amplios sectores sociales.
Para la coalición Unidad por Chile, que agrupa a ocho partidos y buscaba superar los dos millones de sufragios, el resultado es un llamado de atención sobre el desgaste del Gobierno y la desconexión con parte de su base electoral.
Según la socióloga y politóloga Marcela Ríos, una baja participación sería una mala señal al considerar que el sistema electoral chileno ahora contempla inscripción automática y voto obligatorio en las elecciones generales, lo cual podría alterar radicalmente el escenario en el penúltimo mes del año.
Así, criticaron expertos, la apatía mostrada en estas primarias sugiere que la coalición oficialista no logró entusiasmar a sus propios simpatizantes.
JARA Y LA IZQUIERDA
Exministra de Trabajo de la administración de Gabriel Boric, Jara se impuso en 333 comunas y pasó a ser la carta de la centroizquierda para enfrentar a una derecha que tiene al republicano José Antonio Kast de líder de las encuestas y a Evelyn Matthei, de Chile Vamos, en un expectante segundo lugar.
La victoria de Jara es considerada un giro hacia posiciones más nítidamente de izquierda dentro del oficialismo, al desplazar a la ex Concertación y al Frente Amplio, que hasta ahora habían dominado el espacio progresista.
“Frente a la amenaza de la extrema derecha, respondemos con unidad, diálogo y esperanza”, instó la triunfadora tras agredecer el respaldo recibido.
Medios de prensa divulgaron que muchos votantes que en 2021 apoyaron a Boric parecen haberse volcado a Jara o, directamente, optaron por no participar en esta consulta, como evidencia del desgaste de la coalición tras más de tres años de gobierno y la dificultad para articular un proyecto renovador.
REACCIONES Y DESAFÍOS FUTUROS
El éxito de Jara fue calificado por el líder libertario Johannes Kaiser como “un peligro para nuestra institucionalidad” al señalar al Partido Comunista de representar un riesgo contra la democracia y la libertad en Chile.
Por otra parte, Matthei recordó el desafío que supone enfrentar a una izquierda que pese a su debilidad en las encuestas aún puede movilizar a sectores importantes del electorado.
A nivel oficial, plantean especialistas en el tema, el discurso de unidad contrasta con las señales de fragmentación y la incertidumbre sobre la capacidad de Jara para aglutinar a toda la coalición y atraer a votantes moderados.
Preguntas al estilo de ¿será posible una polarización entre Jara y Kast, dejando fuera a Matthei, o la baja votación del oficialismo podría llevar a una segunda vuelta entre los dos candidatos de derecha? surgen en los debates.
Sin dudas, las primarias del oficialismo proporcionaron un mensaje claro: la coalición que llevó a Boric al poder enfrenta en la actualidad un contexto de desgaste, fragmentación y desmovilización.
En tanto, el liderazgo de Jara abre la puerta a una campaña más polarizada, y el desafío inmediato será reconstruir la confianza de su base cuando la derecha se muestra con fortaleza y la ciudadanía está escéptica.
Para la centroizquierda chilena la alternativa se encuentra en repensar su estrategia y su capacidad de convocatoria.










