Latinoamérica ante el reinado del litio

   El salar de Uyuni, en el suroeste de Bolivia, se distingue por ser el desierto salado más grande del mundo, con su superficie de 10 mil 582 metros cuadrados.

   Allí, los patrones poligonales de sal que se elevan desde el suelo conforman un gran espectáculo visual para las casi 300 mil personas que lo visitan cada año, lo cual lo convierte en uno de los principales atractivos naturales de América del Sur.

   Su relevancia, sin embargo, va mucho más allá de su papel como destino turístico o como espacio de producción de sal, pues en esa llanura se encuentra la mayor reserva de litio del orbe, al estimarse que existen 21 millones de toneladas de ese importante elemento.

   Con su alta capacidad de almacenamiento de energía y su peso ligero, el litio es actualmente uno de los elementos más perseguidos a nivel internacional, protagonista indiscutible en el mundo de la tecnología y en los esfuerzos por transitar hacia el uso de fuentes de energía más limpias.

   EL NUEVO ORO BLANCO

   Identificado con el símbolo Li y el número atómico 3, este metal alcalino, liviano y blanco resulta un insumo hasta ahora insustituible para la producción de baterías de iones de litio, una tecnología clave para la descarbonización del transporte y el almacenamiento de energía generada a partir de fuentes renovables, afirmó este año la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

   Se trata de un elemento altamente reactivo que se encuentra en la naturaleza en forma de minerales como la espodumena, la petalita y la lepidolita, y también está en salmueras de lagos salados y en agua de mar en concentraciones más bajas.

   De acuerdo con la Real Sociedad de Química de Reino Unido (RSC, por sus siglas en inglés), la utilización más importante del litio es en baterías recargables para teléfonos móviles, portátiles, cámaras digitales y vehículos eléctricos.

   Asimismo, las aleaciones de litio y magnesio se emplean en blindajes, y las de litio y aluminio en aviones, cuadros de bicicleta y trenes de alta velocidad, en tanto el óxido de litio se destina a la elaboración de vidrios especiales y vitrocerámicas, y el cloruro de litio, uno de los materiales más higroscópicos, se aplica en sistemas de aire acondicionado y secado industrial.

   Estos y otros usos, en particular los vinculados a su papel en la creación de sistemas de almacenamiento energético, han llevado a que expertos y medios de prensa lo califiquen como el “nuevo oro blanco”, y a que se hable de una competencia geopolítica entre Estados Unidos y China por su control, en la cual América Latina desempeña un rol fundamental.  

   UNA REGIÓN CON POTENCIAL

   En un informe publicado en junio último con el nombre Extracción e industrialización del litio: oportunidades y desafíos para América Latina y el Caribe, la Cepal señaló que en esta región destaca el denominado “triángulo del litio”, integrado por Bolivia, Argentina y Chile, al tiempo que Brasil, México y Perú, con depósitos menos extensos, tienen posibilidades de desarrollar una importante producción.

   Datos del Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) indican que los 10 países con mayores recursos de litio son Bolivia, con un 23,7 por ciento del total del planeta, Argentina (21,5), Chile (11,1), Estados Unidos (10,3), Australia (8,2), China (5,8), el Congo (3,4), Canadá (3,3), Alemania (3,0) y México (1,9).

   Eso significa que casi el 60 por ciento del recurso a nivel mundial se concentra en América Latina, lo cual concede a esta área un gran potencial para convertirse en un actor protagónico en la industria, cuando su precio se elevó 400 por ciento de 2021 a 2022. Pero la propia Cepal advirtió que esta zona necesita invertir y apostar a la tecnología si desea conservar las cuotas de mercado en la carrera por su explotación.  

   Los números del USGS señalan que en 2021 el 96 por ciento de la producción internacional de litio provino de cuatro países: Australia, Chile, China y Argentina. La marcada concentración geográfica de la producción es uno de los motivos que llevó a los principales fabricantes de baterías a incluir este insumo en una lista de materiales críticos.

   Paralelamente, la Cepal apuntó que, si bien esas cuatro naciones registrarán incrementos absolutos en sus volúmenes en los próximos años, es probable que su importancia disminuya, pues se espera que Canadá, Estados Unidos y Zimbabwe tengan considerables incrementos de su obtención por encima de los niveles actuales.

   Aunque en 2021 un 37 por ciento del litio consumido a nivel mundial provino de América Latina, se estima que esa cifra disminuirá a un 32 por ciento hacia 2030.

   En la presentación del informe sobre el tema, el secretario ejecutivo de la Cepal, José Manuel Salazar-Xirinachs, manifestó que América Latina debe proyectar una estrategia para “mantener esa tajada de mercado o incluso aumentarla”, a través de acciones en los ámbitos de la inversión, el desarrollo tecnológico y mejoras en la gobernanza.

   ESTADOS UNIDOS Y CHINA EN COMPETENCIA

   A decir de Salazar-Xirinachs, esta zona geográfica tiene una gran oportunidad de aprovechar el auge del litio y otros minerales críticos para acelerar la transformación de su estructura productiva, crear prosperidad y empleo, y alimentar la transición energética, la electromovilidad y el desarrollo sostenible.

   El funcionario expresó en un artículo en la materia que la agenda productiva de las naciones ricas en recursos de litio presentará oportunidades originadas de las actividades de extracción y refinamiento, entre ellas crecimiento de las exportaciones, generación de empleo e incremento de la recaudación fiscal; pero también traerá desafíos desde el punto de vista tecnológico, económico y socioambiental.

   A ello se suma que los recursos de la región están en la mira de los países más desarrollados, fundamentalmente de Estados Unidos y China, los cuales se hallan envueltos en una disputa en la que, hasta el momento, aparece mejor parado el gigante asiático.  

   Un texto de la revista Foreign Policy expresó que, durante décadas, Beijing ha aumentado rápidamente su comercio e inversiones en América Latina, afianzando los vínculos económicos y la influencia propia allí, mientras la atención de Estados Unidos divagaba.

   “Todos sabíamos que la energía renovable eventualmente obtendría el impulso necesario para ganar velocidad y realmente dominar el horizonte de inversión. Y estamos empezando a ver ese giro en la relación (China-América Latina)”, manifestó a ese medio Rebecca Ray, experta del Centro de Políticas de Desarrollo Global de la Universidad de Boston.

   En ese sentido, Foreign Policy mencionó que a principios de este año las empresas chinas ganaron una licitación para desarrollar dos plantas de litio en Bolivia, al superar las ofertas de firmas estadounidenses y rusas, y añadió que, bajo el liderazgo del gigante de baterías Contemporary Amperex Technology, las compañías del territorio oriental apuestan fuerte por la enorme riqueza mineral potencial de Bolivia.

   “Las principales potencias están luchando por conseguir los minerales necesarios para la transición energética y América Latina es un campo de batalla principal. Estados Unidos llegó tarde a la fiesta y Washington claramente está ansioso por la ventaja inicial de China”, expresó, por su parte, Benjamin Gedan, director del Programa América Latina del centro de estudios Wilson Center, en declaraciones al portal BBC Mundo.

   No sorprende entonces que en marzo pasado, en intervenciones ante el Congreso, la general Laura Richardson, jefa del Comando Sur de Estados Unidos, advirtiera que China “continúa expandiendo su influencia económica, diplomática, tecnológica, informativa y militar en América Latina y el Caribe”.

   Richardson ha remarcado en ese y otros espacios la idea de que no se puede permitir que China, como adversaria de Washington, tenga bajo su influencia los recursos de los países latinoamericanos y caribeños, y mencionó específicamente que el gigante asiático obtiene el 75 por ciento de su litio de América del Sur.

   Estados Unidos claramente está ansioso por ponerse al día. No es de extrañar que Sudamérica se encuentre atrapada en un tira y afloja entre Washington y Beijing, señaló Gedan sobre la confrontación.

   Según reportó BBC Mundo, mientras las empresas chinas avanzan con gigantescas inversiones mineras, los países del triángulo pretenden aprovechar la tecnología y el capital de esas compañías con el objetivo de promover el desarrollo industrial local, como evidencia que solo en los tres primeros meses de 2023 esas firmas cerraran ambiciosos acuerdos para invertir en Bolivia, Argentina y Chile.

   Al respecto, el citado experto afirmó que China tiene una ventaja por la voluntad de Beijing de invertir en la producción de baterías en América Latina, mientras que Estados Unidos se centra principalmente en adquirir materias primas para que las empresas norteamericanas construyan tecnologías ecológicas.

   Frente a esa disyuntiva, estimó el medio británico, es probable que los territorios latinoamericanos consideren la oferta asiática más atractiva que el tradicional modelo de exportar sus commodities con muy poco valor agregado.

José Oscar Fuentes
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