Las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) del pasado 13 de agosto en Argentina se desarrollaron en un contexto marcado por una compleja crisis económica y la preocupación ciudadana debido a los niveles de inseguridad, pobreza y desempleo.
Tal panorama adverso y la consiguiente inconformidad del electorado con el actual statu quo pueden explicar en buena medida el desenlace de esos comicios, en los cuales las dos grandes coaliciones que han gobernado en la nación sudamericana durante los últimos 20 años se vieron relegadas por una agrupación de ultraderecha que se promueve como alternativa al establishment político.
El economista ultraliberal Javier Milei, de la organización La Libertad Avanza (LLA), resultó la figura más respaldada con un 30 por ciento de los votos, seguido por el ministro de Economía, Sergio Massa (21,4 por ciento), del gobernante frente peronista Unión por la Patria (UP).
Más allá de ese resultado individual de Massa, cuando se suman sus números con el del otro precandidato de UP, Juan Grabois, esa fuerza consiguió un 27 por ciento de los sufragios y quedó en tercer puesto, por detrás también de la coalición opositora de derecha Juntos por el Cambio (JxC), que acaparó un 28 por ciento.
ALGUNAS CLAVES PARA ENTENDER LAS PASO
Si bien dichas elecciones constituyeron oficialmente unas primarias, sus características difieren de procesos similares en otros países y las implicaciones superan la definición de los candidatos de cada formación política para la cita en las urnas del 22 de octubre.
Los argentinos seleccionarán en esa fecha un nuevo presidente y vicepresidente, 130 miembros de la Cámara de Diputados y 24 del Senado, los gobernadores de 21 de las 23 provincias y el jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Lo ocurrido en las PASO es visto, precisamente, como un termómetro de lo que podría suceder entonces.
Eso tiene que ver con que, como las primarias son abiertas, los ciudadanos pueden votar por figuras de cualquier bancada política, estén afiliados o no a esta, y el proceso se realiza de forma simultánea y obligatoria en todo el territorio nacional.
A las PASO de 2023 se presentaron 26 precandidatos a presidente de 15 formaciones. Para poder avanzar a los comicios generales, los aspirantes necesitaban obtener como mínimo un 1,5 por ciento de las boletas válidas emitidas en ese proceso.
De antemano era sabido que el respaldo popular quedaría dividido de forma bastante pareja entre UP, JxC y LLA, pero en los sondeos más recientes las dos primeras agrupaciones parecían mejor posicionadas y la última aparentemente estaba perdiendo terreno, de ahí que los resultados conseguidos por Milei sean considerados sorpresivos y una sacudida sin precedentes al sistema político tradicional que con frecuencia él mismo critica.
Además de Milei, Massa y Patricia Bullrich, quien consiguió la nominación de JxC, en la carrera de octubre estarán Juan Schiaretti, de Hacemos por el País, y Myriam Bregman, del Frente de Izquierda, al haber superado todos el umbral del 1,5 por ciento, pero son los tres primeros los únicos que aparecen con posibilidades reales de llegar a la Casa Rosada, sede del Ejecutivo.
MOLESTIA DEL ELECTORADO
De acuerdo con el analista Luis Bruschtein, subdirector del diario argentino Página 12, la masa que votó por Milei no constituyó un voto opositor, sino antisistema, porque él representa hartazgo y frustración.
“La carga ideológica ultraderechista y prodictadura de este exasesor del genocida Antonio Domingo Bussi, es un detalle que no interesa. Un candidato de estas características surge de una situación económica mala, de situaciones críticas de meses de encierro con la pandemia, sumado al golpe exasperante y permanente de la inflación”, expresó el periodista.
Para el medio alemán DW, aunque solo el 69 por ciento del electorado acudió a las urnas, el triunfo de Milei con su postura antisistema contra la “casta política” marca un antes y un después en el panorama electoral.
Según el portal británico BBC Mundo, el hecho de que ni JxC, coalición a la cual pertenece el expresidente Mauricio Macri, ni UP, en la que se incluyen el jefe de Estado, Alberto Fernández, y la exmandataria Cristina Fernández, consiguieran superar los más de siete millones de votos recibidos por Milei, resultó un baño de realidad para la política argentina.
El medio France 24 expuso, asimismo, que el éxito de Milei puede explicarse desde distintas ópticas y acentúa el fenómeno en auge de la extrema derecha en el mundo.
“Una inestabilidad económica que no se detiene, con altos niveles de inflación, devaluación de la moneda nacional y un costo cambiario elevado, sumado a los hechos de inseguridad y tensión social de la última semana llevaron al hastío a gran parte de la población, que encontraron en Milei una alternativa fuera de los dos partidos que polarizaron los comicios en los últimos años”, añadió ese medio.
LAS OPCIONES DE CARA A OCTUBRE
Milei, de 52 años de edad y quien se define como libertario, es el aspirante a la Casa Rosada con menos experiencia política, pues ocupó su primer cargo público en 2021 cuando fue elegido diputado nacional, insiste en cuestionar el sistema y aboga por una fuerte reducción del papel del Estado.
Sus propuestas incluyen dolarizar la economía, cerrar el Banco Central, reducir drásticamente el gasto público, disminuir el número de Ministerios a ocho (de un total de 18 y lo cual supondría la desaparición de organismos como Salud, Trabajo y Educación) y privatizar empresas estatales.
Mientras sus iniciativas en materia económica son ultraliberales, en cuestiones sociales su postura es conservadora. El candidato de LLA se opone al aborto, apoya la tenencia de armas, sostiene que “la justicia social es una aberración”, y está a favor de legalizar el mercado de venta de órganos.
El sociólogo Jerónimo Pinedo, docente en la Universidad Nacional de La Plata, manifestó a DW que si Milei logra llegar a la presidencia de Argentina, “probablemente se genere mucho más pobreza y exclusión y muchísimo más desigualdad”.
Sin embargo, varios medios indican que implementar sus polémicas propuestas le resultaría difícil, pues, si se toman en cuenta los números de las PASO, su eventual Gobierno contaría con apoyo limitado en el Congreso.
Por su parte, Bullrich, una politóloga de 67 años que fue diputada y ministra de Seguridad durante el mandato de Macri (2015-2019), impulsa una plataforma que insta a “reconstruir” el país a través de medidas como un plan de estabilización para poner fin a la inflación, la cual supera el 115 por ciento anual.
La abanderada de JxC, del ala más derechista de esa coalición, también aboga por disminuir el gasto público y los impuestos, y por restringir la regulación estatal en el sector privado. Apuesta por unificar los diferentes tipos de cambios con relación al dólar estadounidense, aunque sus posturas son menos extremas que las de Milei.
En un momento de preocupación por la inseguridad, su experiencia como extitular de esa cartera puede ser un punto a su favor, pero la golpean varias controversias relacionadas con su pasado político, entre ellas la desaparición y la muerte del joven Santiago Maldonado cuando ella se desempeñaba en el mencionado cargo.
A su vez, Massa, un abogado de 51 años que fue diputado y ocupa la titularidad del Ministerio de Economía desde agosto de 2022, tiene como principales ejes de su agenda el equilibrio fiscal, el superávit comercial, un tipo de cambio competitivo y un desarrollo social con inclusión.
Considera en este último punto que el principal problema del actual Gobierno ha sido la no recuperación del poder adquisitivo de los trabajadores, por lo que buscaría bajar la inflación e impulsar el empleo. Asimismo, manifiesta tener la intención de pagar el 100 por ciento de la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para que ese organismo no intervenga más en las políticas económicas argentinas.
Sus iniciativas comprenden mantener los subsidios a la energía eléctrica y el transporte, continuar con la educación superior gratuita, y luchar contra la inseguridad, el delito y el narcotráfico.
El camino del representante de la UP hacia los comicios generales estará lleno de escollos. La larga carrera política, la posición como ministro de Economía en un momento de crisis, la pertenencia a un Gobierno que no goza de popularidad y la responsabilidad de retomar los contactos con el FMI son factores que pueden pasarle factura.
Para imponerse en la primera vuelta de las elecciones generales, alguno de los candidatos debe obtener más de un 45 por ciento de los votos, o un 40 por ciento y 10 puntos porcentuales de diferencia sobre su contrincante más cercano. De no suceder así, habrá balotaje el 19 de noviembre entre los dos contendientes más respaldados, un escenario bastante probable.
Tras las PASO, las miradas están puestas a esas votaciones y los argentinos deberán escoger entre opciones marcadamente distintas.