Chile en la paradoja constitucional

   Cuando en diciembre próximo los chilenos regresen a las urnas a pronunciarse sobre otra Constitución para el país sudamericano, probablemente tendrán ante sí un texto igual o más conservador que el vigente hoy, herencia de la dictadura militar de Augusto Pinochet (1973-1990).

   Esa posibilidad es alta porque el Consejo Constitucional elegido el último 7 de mayo, el cual estará encargado de redactar el proyecto de una nueva ley fundamental del Estado, quedó compuesto por una amplia mayoría de miembros del ultraderechista Partido Republicano (PR), cuyo líder, el excandidato presidencial José Antonio Kast, paradójicamente representa uno de los principales opositores a cambiar la actual Carta Magna.

   Del total de 51 miembros de ese órgano (50 representantes de los partidos políticos y uno de los pueblos indígenas), el PR quedó en posesión de 23 puestos, al captar más del 35 por ciento de los votos en los comicios para seleccionar a los integrantes del Consejo.

   Con los escaños conseguidos, la formación de Kast logró el poder de veto en el órgano recién conformado, lo cual le permitirá rechazar cualquier propuesta que no sea de su conveniencia.

   Más aún, el PR puede aliarse con la derecha tradicional aglutinada en la coalición Chile Seguro, que obtuvo el 21 por ciento de los votos y garantizó 11 asientos. Eso les daría la mayoría absoluta, al contar con más de los tres quintos necesarios para adoptar por sí solos cualquier norma.  

   En tanto, la lista considerada de izquierda, Unidad para Chile, en la que se incluyen fuerzas del Gobierno de Gabriel Boric (Frente Amplio, Partido Comunista y Partido Socialista), alcanzó el 28 por ciento del respaldo, equivalente a 16 asientos.

   Un nuevo intento de cambiar la Carta Magna

   Aunque los sondeos previos a los comicios del 7 de mayo indicaban una ventaja de la extrema derecha, la de ese bloque resultó más contundente de lo esperado, sobre todo si se tiene en cuenta que hace menos de tres años, el 26 de octubre de 2020, cerca del 80 por ciento de los chilenos estuvo de acuerdo con reemplazar la ley de leyes. 

   El plebiscito realizado entonces, fruto de un estallido social iniciado en 2019 contra el Ejecutivo de Sebastián Piñera (2018-2022), dio paso a que en mayo de 2021 fueran seleccionados los 155 miembros de la Convención Constituyente que estaría a cargo de confeccionar la nueva Carta Magna.

   Pero ese esfuerzo chocó contra los intereses de la derecha política, grandes grupos empresariales y dueños de los principales medios de comunicación del país, que comenzaron a atacar la iniciativa desde muchos frentes.

   La elaboración de una propuesta diferente a la pinochetista de 1980 se vio envuelta así en controversias y divisiones, vinculadas con temas como la autonomía de los pueblos indígenas, el carácter plurinacional del Estado, el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo, la reelección presidencial y el sistema de justicia.

   Según reportó la agencia Prensa Latina, el chileno promedio creyó falsedades burdas sobre el proyecto, entre ellas que permitirían la pérdida de la patria potestad sobre los hijos, la confiscación de viviendas y otras propiedades, y que los pueblos indígenas se convertirían en ciudadanos de primera clase en detrimento del resto de la población.

   Esas y otras contradicciones condujeron a que el 4 de septiembre de 2022, en el llamado plebiscito de salida, el 62 por ciento de los chilenos que ejercieron su derecho al voto se opuso al proyecto constitucional, frente al 38 por ciento que le dio su respaldo, lo cual frustró de momento la posibilidad de contar con un texto renovado.

   Cuatro meses después, el Congreso aprobó una reforma constitucional que abrió otro proceso destinado a sustituir la Carta Magna, y el 6 de marzo último quedó instalada una comisión de 24 expertos que se ha dedicado a elaborar un anteproyecto.

   El Consejo Constitucional, que sesionará desde el venidero 7 de junio, trabajará sobre esa base para eliminar, modificar o añadir disposiciones y dar forma al documento final, el cual será sometido a plebiscito el 17 de diciembre, en la continuación de una senda marcada por el desinterés y la desconfianza.

Análisis después de la última consulta

   Luego del triunfo abrumador de la extrema derecha, analistas y medios de prensa tratan de comprender lo sucedido y buscan explicar cómo un proceso iniciado a partir de insatisfacciones populares y movilizaciones masivas, e impulsado en buena medida por fuerzas progresistas, dio tal giro en la dirección contraria.

   Diversos expertos coinciden en ver como elementos clave del éxito de Kast y su partido el contexto actual, marcado por una crisis de inseguridad, un creciente sentimiento antiinmigración y condiciones económicas desfavorables, unido a una incomodidad ciudadana que no encuentra respuestas en instituciones tradicionales.

   El analista político Alfredo Joignant señaló en el diario español El País que lo ocurrido en Chile es el fruto de una tormenta perfecta en la que convergieron una crisis de seguridad pública, una económica con efectos inflacionarios, una migratoria en el norte de la nación y un escenario de violencia en el sur.

   Por su parte, Claudia Heiss, jefa de carrera de Ciencia Política en la Facultad de Gobierno de la Universidad de Chile, declaró al portal británico BBC Mundo que los comicios significaron una reacción muy dura contra las agendas de cambio y mostraron la incertidumbre sembrada a partir del proceso constituyente anterior.

   La académica calificó de paradoja que un sector cuyo líder se opuso al cambio pueda ahora poseer la llave de esa modificación. “Ellos siempre estuvieron en contra del proceso constituyente y ahora tienen la oportunidad de escribir la Constitución que quieran”, sostuvo.

El abogado constitucionalista Javier Couso, a su vez, manifestó a Radio Francia Internacional que en los dos meses previos a los comicios Chile experimentó una percepción de inseguridad muy fuerte, combinado con un par de decisiones por parte del presidente del país de indultar a personas que habían sido detenidas durante el estallido social de hace tres o cuatro años, pero que tenían un prontuario criminal común.

De acuerdo con el experto, en las semanas anteriores a la cita en las urnas se instaló en la televisión una agenda enfocada en el tema de la protección ciudadana -un asunto en el que el PR llevó la voz cantante-, y no se puso énfasis en lo que implicaba elaborar una Constitución a largo plazo.

   ¿Qué esperar del próximo proyecto?

   Hay 12 principios esenciales que estarán comprendidos en el anteproyecto que no podrán ser modificados, entre ellos los relacionados con Chile como una economía de mercado con participación privada y estatal y un Estado social y democrático de derecho.

   Fuera de esos aspectos, los republicanos tienen un amplio terreno para impulsar su agenda, la cual está marcada por cuestiones como su oposición al aborto y al matrimonio igualitario, el discurso contra los migrantes y el énfasis en los asuntos económicos y de seguridad.

El PR fue creado en 2019 por Kast, quien defiende esas y otras ideas ultraconservadoras y en varias ocasiones expresó su afinidad con Pinochet, al punto de llegar a declarar que, de haber estado vivo, el dictador hubiera votado por él en las elecciones presidenciales.

   Heiss consideró muy probable que la próxima Constitución chilena sea igual o más conservadora que la ya existente, al apreciar escasas las posibilidades de algún tipo de apertura por parte de las fuerzas de derecha.

   Aquí la clave estará en el plebiscito de salida, el 17 de diciembre se verá si la gente aprueba una nueva Constitución igual o más neoliberal que la de Pinochet, o la rechaza y se mantienen las cosas como están, subrayó.

   La secretaria general del PR, Ruth Hurtado, se pronunció a favor de hacerle algunas “modificaciones” al texto vigente, pero calificó de “buena” esa Carta Magna, sustento de una economía de mercado que contribuyó al crecimiento económico del país, pero que también fomentó profundas desigualdades sociales.

   El analista político Patricio Navia, de la Universidad de Nueva York, explicó a la agencia Reuters que la derecha está viviendo “lo mejor de los dos mundos”, pues tiene la posibilidad de que la gente “escoja la Constitución de Pinochet sin la firma de Pinochet”.

   A decir del experto, si el proyecto llegara a incluir algunas mejoras y demandas de la izquierda, se va a alcanzar una Carta Magna muy similar a la de la dictadura, pero rubricada por Boric y ministros del Partido Comunista.

   Sea cual sea el desenlace, el momento parece inmejorable para Kast, pues luego de la derrota sufrida en 2021 frente al actual gobernante, ahora gana fuerza de cara a los comicios presidenciales de 2025.