Ecuador. El meteórico ascenso de Daniel Noboa

   Daniel Noboa, quien hace pocos meses no era una figura demasiado conocida en el ámbito político de Ecuador ni parecía tener muchas posibilidades de avanzar en sus pretensiones de hacerse con la presidencia del país, es ahora el mandatario electo más joven en la historia de la nación sudamericana.

   Si bien el hombre de 35 años no resultaba ajeno al entorno público, siendo el hijo del ecuatoriano más rico y él mismo un reconocido empresario, su incursión en la política comenzó solo en 2021, cuando pasó a ser miembro de la Asamblea Nacional (Parlamento) hasta su disolución en mayo pasado, cuando el gobernante Guillermo Lasso decretó la “muerte cruzada”.

   Con esa medida, el jefe de Estado deshizo el órgano legislativo y convocó a elecciones anticipadas, lo cual abrió el camino para que comenzaran a postularse nuevos aspirantes al Ejecutivo nacional, entre ellos Noboa, quien anunció su candidatura el día 24 de dicho mes.

   “Ecuador necesita cambiar la manera de dirigir este país. De afrontar los retos que dificultan el crecimiento y la seguridad de los ciudadanos. Ecuador grita por un cambio de mentalidad. Por la convicción de que se pueden hacer las cosas mejor”, escribió el exasambleísta en las redes sociales al dar a conocer su decisión de contender por la presidencia del país en representación de la alianza Acción Democrática Nacional (ADN).

   La mayoría de los titulares se referían entonces a él como “el hijo de Álvaro Noboa”, pues su padre, además de un multimillonario dueño de un imperio bananero, es la persona que en más ocasiones se ha postulado a la presidencia del territorio latinoamericano, con cinco intentos fallidos de llegar al poder.

   En ese momento, las probabilidades de que el joven lograra el éxito allí donde su progenitor había fracasado tantas veces parecían remotas, pues las encuestas y los análisis de expertos no estaban a su favor, pero consiguió un excelente resultado en la primera vuelta electoral y pasó a un balotaje en el que finalmente salió victorioso.

DE LA SORPRESA DE AGOSTO AL TRIUNFO DE OCTUBRE

   Antes de los comicios celebrados en Ecuador el 20 de agosto pasado, medios de prensa y analistas señalaban que los principales favoritos para encabezar el Ejecutivo eran la representante de la Revolución Ciudadana, Luisa González; el expresidente Otto Sonnenholzner, de Actuemos; el líder indígena Yaku Pérez, del movimiento Claro; el exlegislador Fernando Villavicencio, quien fue asesinado pocos días antes de la cita en las urnas; y Jan Topic, de la alianza Por un país sin miedo.

   Casi todos los reportes colocaban a Noboa en un segundo plano, por lo que resultó muy sorprendente que resultara el segundo contendiente de más respaldo en aquella primera vuelta, en la que recibió un 24 por ciento de los votos, suficientes para garantizar su presencia en el balotaje frente a González, quien alcanzó un 33 por ciento de apoyo.

   A partir de ese momento, las cosas solo fueron a mejor para el candidato de ADN, pues vio incrementarse su popularidad en las encuestas, al punto de que la inmensa mayoría de los sondeos lo ponían a la cabeza en las jornadas previas a la segunda vuelta, celebrada el 15 de octubre.

   Para ese día, ya los medios de comunicación se referían a él como favorito a la presidencia, lo cual se concretó al recibir el 52 por ciento de los sufragios, cuatro puntos por encima de González.

   Tal desenlace representó un duro golpe para la Revolución Ciudadana y su líder, el exmandatario Rafael Correa, una figura protagónica en la vida política ecuatoriana durante las dos últimas décadas.

   Gracias por creer en un proyecto político nuevo, joven e improbable, declaró el gobernante electo tras darse a conocer su triunfo, y añadió que trabajará para reconstruir un país golpeado por la violencia, la corrupción y el odio.

LAS INCÓGNITAS SOBRE EL PRÓXIMO PRESIDENTE

   Ante ese resultado, surgen interrogantes en torno al presidente ecuatoriano y a su capacidad para enfrentar los muchos problemas acuciantes del país, entre ellos una crisis de violencia sin precedentes, el azote del narcotráfico, problemas económicos y marcadas desigualdades.  

   Durante su campaña, Noboa puso énfasis en el tema de la seguridad, una de las cuestiones más urgentes que afectan a la nación sudamericana, lo cual remarcó con el uso de chaleco antibalas en eventos públicos, y también prometió impulsar el crecimiento económico.

   Sus propuestas comprenden una reforma de las instituciones de seguridad, incluido el sistema penitenciario y judicial; y el desarrollo de una iniciativa bautizada como Plan Fénix, destinada, según ha dicho, a crear una central de inteligencia que permita proveer información vital para prevenir delitos y responder a emergencias.

   También afirma que buscará reducir el desempleo, y proteger y reforzar la dolarización, para lo que considera necesario mantener la disciplina fiscal, incrementar las reservas internacionales, promover la inversión y frenar la inflación.

   Su promesa de mano dura contra la criminalidad, que incluyó ideas como la creación de un sistema de cárceles barcaza para aislar a los presos más violentos, y la militarización de puertos, aeropuertos y las principales vías, pareció ser bien recibida entre la ciudadanía, sobre todo en medio de una contienda sacudida por el alto clima de violencia y el asesinato de Villavicencio.

   La agencia francesa de noticias AFP señaló que Noboa encarna para algunos analistas el clamor de cambio de un electorado hastiado de la dicotomía entre correísmo y anticorreísmo, y de la impopularidad del saliente Gobierno de Lasso.

   Los ecuatorianos buscaban “un candidato que no obedezca, justamente, a la política tradicional, que salga de la lógica ordinaria”, expresó a ese medio el politólogo Santiago Cahuasquí, de la Universidad Internacional SEK.

   Su alta presencia en las redes sociales y su estrategia de presentarse como una figura ajena a la política tradicional le dieron buenos frutos a Noboa, aun cuando en realidad no es un outsider, dada su historia familiar y su posición económica privilegiada, lo cual despierta algunas dudas acerca de si sus políticas entrarán en conflicto de intereses con su fortuna y negocios.

   Al mismo tiempo, varias fuentes señalan que su única experiencia previa en política fueron sus dos años como asambleísta, y otras ven como un problema para su pose de joven moderno el hecho de que su compañera de fórmula en la vicepresidencia sea Verónica Abad, quien se opone al aborto, cuestiona la importancia del salario igualitario para las mujeres y defiende las privatizaciones.

   De hecho, aunque se autoproclama de centroizquierda, diversos analistas apuntan que en realidad Noboa defiende los intereses de la derecha y del sector empresarial.

   El sociólogo y docente Miguel Ruiz, de la Universidad Central del Ecuador, manifestó a la agencia Prensa Latina que si bien él se pretende presentar como algo nuevo, en la práctica forma parte del “viejo proyecto neoliberal oligárquico”.

LOS RETOS DE UN GOBIERNO BREVE

   Al tratarse de elecciones anticipadas, Noboa no dispondrá de un tradicional mandato de cuatro años para echar a andar sus iniciativas. Su llegada al Palacio de Carondelet ocurrirá en diciembre próximo y desde ese momento solo tendrá 16 meses para impulsar su agenda, hasta completar lo que quedaba del periodo presidencial de Lasso.

   Dadas las diversas crisis del país, el empresario tiene ante sí numerosos desafíos como presidente, los cuales deberá enfrentar en mayor o menor medida en ese corto periodo si aspira a imponerse nuevamente en los comicios correspondientes a 2025.

   La ola de inseguridad que atraviesa la nación sudamericana es vista como el principal desafío en su camino, cuando cifras oficiales de la Policía Nacional muestran que Ecuador podría cerrar 2023 con más de siete mil muertes violentas, para una tasa de 43 homicidios por cada 100 mil habitantes.

   Asimismo, tiene ante sí grandes retos económicos, en momentos en los que se espera que al finalizar el año haya un desajuste fiscal de cinco mil millones de dólares, y deberá crear un clima de gobernanza que ahora mismo no existe, indicó al respecto el diario español El País.

   Sin plataforma política que lo respalde, y con solo 13 asambleístas, Noboa está en minoría, apuntó el periódico, en referencia al hecho de que el movimiento político en torno al expresidente Correa es la primera fuerza política del Parlamento, con 52 escaños de los 137 existentes en esa entidad.

   De acuerdo con el investigador ecuatoriano Eloy Osvaldo Proaño, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico, pocos creen que Noboa, “exponente de los intereses oligárquicos que por décadas han controlado a Ecuador, sea capaz de enderezar, en el año y medio en el que estará en el cargo, la descomposición institucional, la crisis de inseguridad y el persistente desasosiego político”.

   Con su triunfo electoral, demostró que es capaz de superar pronósticos. Queda por ver si como presidente también lo logra.

José Oscar Fuentes
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