Latinoamérica y ODS, desafíos incesantes

Estudios recientes de la Organización de Naciones Unidas y de múltiples entidades confirman los vaticinios de análisis anteriores: América Latina y el Caribe dejarán sin cumplir gran parte de los  compromisos con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para 2030 si persisten las tendencias actuales.

   Los pronósticos evidencian las consecuencias de la recesión económica tras el azote de la Covid-19, la crisis climática y problemas estructurales arraigados como la desigualdad social, la fragilidad institucional, la degradación ambiental y las brechas financieras.

   Como apuntan diversas fuentes especializadas, esta región sigue siendo la más desigual del mundo, y las características de esa clasificación, además de  mantener su imagen dañada, condicionan  la capacidad propia para avanzar en materia social y del entorno.

    FACTORES NEGATIVOS

    A juicio de expertos, la concentración de la riqueza, la pobreza multidimensional y la exclusión de grupos vulnerables socavan cualquier esfuerzo por construir sociedades inclusivas.

    Tal desigualdad, afirman variados informes citados por medios de prensa,  se entrelaza con debilidades institucionales y de gobernanza, lo cual se une a Estados con baja capacidad recaudatoria, sistemas políticos fracturados y corrupción imperante.       

   Cada uno de esos factores y de manera colectiva imposibilitan la implementación de políticas públicas efectivas. Y sin instituciones transparentes y eficientes resulta muy difícil garantizar acceso universal a servicios básicos como salud y educación, pilares fundamentales de los ODS.  

    Por otra parte,  la vulnerabilidad ante desastres naturales, incluidos huracanes, sequías, inundaciones y terremotos, agrava la situación en países cuyas economías dependen de sectores sensibles al clima, como la agricultura o el turismo.

   También, otros fenómenos extremos destruyen infraestructuras y profundizan la pobreza. En tanto, la carencia de mecanismos robustos de resiliencia y adaptación da paso a emergencias puntuales y a condiciones  de permanente subdesarrollo.  

   CRISIS AMBIENTAL

   Entre las adversidades está el deterioro ambiental, con la deforestación en la Amazonía, la contaminación de ríos y suelos, y la mala calidad del aire en muchas ciudades como problemas ecológicos y  amenazas directas a la salud pública y la seguridad alimentaria.

   La extracción desregulada de recursos, impulsada por modelos económicos incapaces de tener en cuenta consecuencias desfavorables a largo plazo, prioriza ganancias inmediatas sobre la sostenibilidad.

    Esa opción viola los compromisos climáticos globales e  hipoteca el futuro de generaciones que heredarán ecosistemas devastados, subrayan grupos defensores del medio ambiente.

   A diferencia de países industrializados, los cualess incumplen sus promesas de financiamiento verde, las naciones latinoamericanas carecen de recursos propios para transitar hacia energías limpias o proteger su biodiversidad.

  Datos oficiales señalan que América Latina y el Caribe aportan menos del 10 por ciento de las emisiones de dióxido de carbono a  nivel mundial, pero padecen de manera desproporcionada los efectos del calentamiento global.  

   DILEMA FINANCIERO

   El informe Perspectivas económicas de América Latina 2024  precisa que el déficit anual para cumplir con las prioridades de desarrollo de esta zona geográfica asciende a 99 mil millones de dólares.

   Según ese texto, elaborado por la Comisión Económica para América Latina y otras instituciones, la cifra muestra la incapacidad de  movilizar recursos suficientes, sea por sistemas tributarios inequitativos, evasión fiscal crónica o dependencia de fluctuantes mercados internacionales.

   Los donantes reducen su ayuda a “velocidad y escala históricas”, mientras que el proteccionismo comercial crece, ha alertado varias veces el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres.

   De esa forma, la actual brecha que existe condena a los países en desarrollo a un escaso movimiento hacia el cambio positivo, y muchas voces expresan que la mayoría de los ODS para América Latina, sin reformas audaces en la gestión fiscal y sin alianzas público-privadas innovadoras, seguirá  como asignatura pendiente de éxito.

   PARA VARIAR EL RUMBO

   Frente a este contexto, los organismos internacionales insisten en que la región debe mejorar la recaudación de impuestos, el gasto y la gestión de la deuda pública.

    Además, sugieren combatir la evasión fiscal, que en algunos teritorios supera el 50 por ciento del Producto Interno Bruto, optimizar los recursos en áreas clave

 como educación y tecnología, y renegociar deudas bajo criterios de sostenibilidad.   

   Resulta necesario, añaden, movilizar capital privado mediante incentivos para inversiones en infraestructura sostenible o energías renovables.  

   No obstante, advierten, estas medidas no bastan sin un sistema multilateral revitalizado.

    A juicio de Guterres, el financiamiento al desarrollo debe reflejar una convicción en el poder de las soluciones globales, y eso implica reformar instituciones como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial para que otorguen préstamos con condiciones más flexibles,

   Más allá de las propuestas, la realidad golpea a América Latina. Al parecer, el próximo lustro será insuficiente para solucionar tantos problemas y 2030 en materia de ODS no será oportunidad de celebración y sí de nuevos lamentos.

José Oscar Fuentes
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