Brasil: Lula y las sorpresas económicas

   El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, comenzó el segundo año de su tercer mandato el pasado 1 de enero con un 20 por ciento de las promesas de la última campaña cumplidas.

   Tal número, que a priori podría no parecer elevado, en realidad resulta más alentador si se toman en cuenta los numerosos desafíos enfrentados por el gobernante desde su retorno al poder y el tiempo que todavía le queda para llevar a hechos los compromisos adquiridos en las áreas más variadas.

   La cifra de promesas concretadas por el mandatario de izquierda la difundió el diario brasileño Folha de Sao Paulo en un balance sobre los primeros 12 meses de este nuevo gobierno del líder del Partido de los Trabajadores (PT), quien a inicios de 2023 asumió por tercera vez las riendas del gigante sudamericano, tras unas elecciones muy reñidas en las que derrotó al expresidente ultraderechista Jair Bolsonaro.

   De acuerdo con los estimados del periódico, Lula asumió 103 compromisos durante la campaña electoral, de los cuales un 32 por ciento muestran progreso, un 25 por ciento van a un paso más lento y un 22 por ciento todavía están detenidos. El mayor número de proyectos finalizados, 11, se encuentra en el plano económico.

   PRONÓSTICOS SUPERADOS

   El desempeño de la economía fue una de las principales fortalezas del gobierno de Lula durante 2023, cuando los medios de prensa de la nación latinoamericana indican que Brasil registró un crecimiento superior a las expectativas, una inflación más baja y una balanza comercial más favorable de lo proyectado.

   Según recuerda el diario Brasil de Fato, economistas del sector bancario y corredores de inversiones estimaron a finales de 2022 que el Producto Interno Bruto (PIB) de ese país crecería un 0,8 por ciento en 2023. Sin embargo, de enero a septiembre, aumentó un 3,2 por ciento respecto al mismo periodo del año previo, y las estimaciones más recientes apuntan a que al cierre de diciembre el incremento anual se ubicó en 2,92 por ciento.

   Del mismo modo, criterios recogidos por el Banco Central en el Boletín Focus hace un año apuntaban a que la inflación cerraría en 5,31 por ciento en 2023, con lo cual habría concluido por encima de la meta de 4,75 por ciento, pero los cálculos más recientes indican que ese indicador se ubicó en un favorable 4,46 por ciento.

   El periódico destacó también que mientras los expertos preveían que al concluir los primeros 12 meses de Lula el dólar estadounidense equivaldría a 5,27 reales brasileños, en realidad la moneda del gigante sudamericano se mostró más fortalecida y actualmente se cotiza en torno a 4,90.

   Además, en lo concerniente a la balanza comercial, el saldo de las exportaciones, descontadas las importaciones, había alcanzado hasta el 25 de diciembre casi 96 mil millones de dólares, 65,5 por ciento más que lo previsto.

   Paulo Feldmann, profesor de Economía de la Universidad de Sao Paulo, explicó a la agencia china Xinhua que el crecimiento de Brasil tuvo que ver con el desempeño positivo de la agroindustria, que se comportó por encima de las expectativas; con la creación de empleo, que registró 1,9 millones de puestos de trabajo formales nuevos hasta noviembre; y con la inflación, que se mantuvo baja tras el repunte mundial que siguió a la pandemia.

   Añadió que el vigor de las exportaciones garantizó la entrada de divisas, y el precio del dólar bajó en comparación con el real, lo que ayudó a controlar los precios. A ello se sumó que la caída de los tipos de interés en los últimos meses del año en Brasil y en el extranjero animó a los mercados bursátiles y llevó a la Bolsa de Sao Paulo a su mayor nivel histórico.

   En esa misma línea, el portal de noticias G1 resaltó que la agenda económica marcó la pauta para el primer año del tercer mandato de Lula, entre victorias y errores.  

   Para ese y otros medios, destacaron la creación de una nueva regla fiscal que redujo el riesgo de tener una deuda descontrolada; la aprobación de una reforma tributaria histórica, que se había discutido en el Congreso durante más de 30 años; el cumplimiento de promesas de campaña como aumentar el salario mínimo y ajustar el programa contra la pobreza Bolsa Familia; el mantenimiento de la meta de inflación y la autonomía del Banco Central; y la adopción de medidas para incrementar los ingresos.

   Más allá de las buenas sorpresas de la economía brasileña, los analistas alertan sobre la situación de las cuentas públicas del país, cuando se calcula que el déficit primario acumulado en 12 meses es de aproximadamente 125 mil millones de reales (25 mil 510 millones de dólares).

   El ministro de Hacienda, Fernando Haddad, presentó las bases de un nuevo marco que limita el aumento de los gastos al crecimiento de los ingresos, una medida destinada a eliminar el temor de que exista un endeudamiento desenfrenado, pero el profesor de Economía de la Universidad Federal de Alagoas, Cícero Péricles de Carvalho, considera que la situación presupuestaria dista mucho de ser cómoda, y es ahí donde empiezan las amenazas para la salud económica y social del país.

   Al respecto, manifestó a Xinhua que las nuevas reglas son insuficientes para frenar la escalada de la deuda pública de Brasil, y pronosticó que esa economía se resfriará en 2024, lo cual podría comprometer el objetivo de déficit cero anunciado por el gobierno.

   Proyecciones de economistas privados divulgadas esta semana por el Banco Central señalan que el Producto Interno Bruto registrará en los 12 meses venideros un incremento de 1,52 por ciento, muy por debajo de la expansión de 2023, lo que marcará un tercer año consecutivo de desaceleración y un escenario todavía más desafiante para el mandatario.  

   OTROS AVANCES Y DESAFÍOS

   Lo conseguido por Lula en el primer cuarto de su actual gobierno no se reduce solo al área económica.

   Como describe el diario español El País, el mandatario no será perfecto, pero ha cumplido la principal misión encomendada por el electorado, pues la nación latinoamericana vive instalada en el sosiego, la democracia recobró el pulso y reina la normalidad institucional tras los convulsos cuatro años de Bolsonaro.

   “El presidente ha dedicado este año a hacer realidad su lema, Reconstruir Brasil, tras los estragos causados a la democracia, las instituciones, el equilibrio de poderes, y el medio ambiente por su predecesor. Parte de sus votantes eligieron a Lula precisamente por eso, para salvar la democracia ante los embates del bolsonarismo, más que por un apoyo cerrado a sus posturas y propuestas”, añadió un artículo de ese medio.

   Dicho texto resaltó que la lucha contra el hambre y la pobreza, junto con la protección de la Amazonía, son de nuevo prioridad de la mano del Ejecutivo de Lula, mientras que su antecesor se encuentra inhabilitado de la política hasta 2030.

   Precisamente uno de los logros del actual gobierno fue reducir la devastación de la Amazonía, la mayor selva tropical del mundo, cuya área deforestada disminuyó de 10 mil 277 kilómetros cuadrados a finales de 2022 a cuatro mil 980 kilómetros cuadrados en la actualidad; además de que Lula homologó ocho nuevas reservas indígenas, consideradas por científicos como baluartes contra el calentamiento global.

   Una alarma de esta etapa, sin embargo, es el incremento de la deforestación del Cerrado, extensa sabana rica en biodiversidad.  

   Con respecto a política exterior, el líder del PT tuvo un periodo muy activo, de 15 viajes al extranjero y visitas a 24 países, en tanto el país asumió la presidencia rotativa del Mercado Común del Sur, del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y del G20, todo ello como parte del objetivo de “recuperar la imagen de Brasil”.

   Durante un mensaje de Navidad, Lula expresó que 2023 “fue tiempo de plantar y reconstruir” y que espera recoger “una cosecha generosa en 2024”, pero los obstáculos que se asoman en el camino no son pocos.

   Junto con los mencionados retos económicos, se encuentra la división al interior del Congreso, órgano que ha impedido el avance de algunas de sus propuestas, y tendrá que prestar atención al problema de la inseguridad, luego de olas de violencia en estados como Río de Janeiro y Bahía.

   También este año deberá enfocarse en la política doméstica, pues en octubre habrá elecciones municipales consideradas un termómetro de la gestión del gobierno federal casi a mitad de su mandato hasta el último día de 2026.

   El Lula de 2023, afirmó El País, se parece mucho al que llegó al poder por primera vez en 2003, aunque con dos décadas más de experiencia, las cuales incluyeron un paso por la cárcel en cumplimiento de una condena calificada de error histórico.

   Todo el capital político acumulado en este tiempo podría ser una carta de triunfo para afrontar el resto de su mandato, en el que seguramente aumentarán las promesas cumplidas y las barreras a sortear.

José Oscar Fuentes
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