Haití. ¿Cesará la violencia de las pandillas?

    Asesinatos, secuestros y agresiones sexuales, entre otros crímenes, sobresalen en la ola de violencia desatada por las pandillas en la capital de Haití, donde autoridades nacionales y foráneas buscan revertir la caótica situación en medio de la reinante inestabilidad política, económica y social.

   Tras el ofrecimiento de Kenya en julio de 2023 de liderar una fuerza militar internacional para enfrentar el problema a partir de una solicitud del entonces primer ministro haitiano, Ariel Henry, quien dimitió en marzo pasado, el último martes llegaron a Puerto Príncipe los primeros 400 uniformados procedentes del país africano, de un total previsto de mil.

    Antes de la salida de los policías, el presidente William Ruto deseó suerte a sus compatriotas, quienes, según la resolución del Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU) que aprobó en octubre la iniciativa por un año y con una revisión a los nueve meses, podrán realizar operaciones y arrestos junto a colegas locales.

   También, recordaron reportes de prensa, otro objetivo es crear condiciones adecuadas para la celebración de elecciones, un proceso que ocurrió por última vez en 2016.

    A raíz del arribo de dicho grupo de la Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad, el secretario general de la ONU, António Guterres, se mostró optimista y llamó a garantizar el apoyo financiero que necesita esta fuerza para cumplir con éxito sus propósitos.

   CAOS EN PUERTO PRÍNCIPE

   Informaciones periodísticas y de diverso tipo describen que Puerto Príncipe está bajo el control de pandillas fuertemente armadas, y algunas estimaciones precisan que su dominio abarca el 80 por ciento del territorio capitalino.

   Esas bandas han estado robando, saqueando, extorsionando, secuestrando, violando y matando durante más de dos años, divulgó BBC Mundo.

   Precisó que los pandilleros, poseedores de armas automáticas introducidas en su mayoría desde Estados Unidos, a menudo están mejor equipados que la policía local y, en ocasiones, hasta incendian sus vehículos y comisarías.  

    A eso se suma que tales individuos perturban los servicios públicos y el trabajo de las agencias de ayuda humanitaria, lo cual ha agravado los problemas económicos y sanitarios en una nación considerada la más pobre del hemisferio occidental.

   Debido a la violencia, apuntan datos de fuentes variadas, unos 5,5 millones de personas requieren apoyo y más de 578 mil están desplazadas de sus hogares dentro del propio país.

   OPINIONES A FAVOR Y EN CONTRA

   Ante estos desafíos a la tranquilidad de una nación que ha padecido intervenciones militares, golpes de Estado, dictaduras, magnicidios y catástrofes naturales, como el terremoto de 2010, el Gobierno haitiano y entidades extranjeras confían en una acertada operación de seguridad para restaurar la normalidad.

    Sin embargo, grupos opuestos a tal propuesta consideran a la presente administración como ilegítima y que se verá forzada a aceptar los designios foráneos en los asuntos nacionales.

    Otras voces acusan a Estados Unidos y a terceros países de intentar utilizar a los uniformados kenyanos, miembros de élite de la Unidad de Despliegue Rápido de la Policía, en la promoción de intereses neocoloniales e imperialistas.

    Muchos haitianos recuerdan, además, los males que ha causado la intromisión externa, principalmente la norteamericana, y la desconfianza vuelve a reinar entre ellos, de acuerdo con reportes de prensa.

    Por ejemplo, despliegues anteriores dirigidos al mantenimiento de la paz por parte de la ONU, como la Minustah, de 2004 a 2017, acapararon diversas críticas y generaron un fuerte rechazo.

    En aquel contexto de incertidumbres, tropas de Nepal fueron culpadas de llevar el cólera a Haití después del mencionado sismo, que dejó en ruinas a Puerto Príncipe y sin vida a más de 300 mil personas.

   Tampoco faltaron entonces denuncias relacionadas con abusos cometidos por algunos trabajadores humanitarios y militares, y hubo múltiples debates acerca de la dependencia de la ayuda.

    Recientemente, el líder de la coalición de pandillas, Jimmy Chérizier, subrayó que la mejor manera de que el primer ministro de transición, Gary Conille, traiga la paz de regreso es dialogando.

    Según un reporte de Prensa Latina, Chérizier acusó a los políticos y empresarios tradicionales de utilizar la violencia con fines personales, y añadió que ahora quieren recuperar a la fuerza todas las armas que en su momento distribuyeron.

    Desde hace meses, recordó dicha agencia, el expolicía anunció un baño de sangre en Haití si los políticos corruptos seguían conduciendo al país, y responsabilizó a Francia, Canadá y Estados Unidos de lo que ocurriera allí.

José Oscar Fuentes
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