Poco más de dos décadas después de que el economista británico Jim O’Neill acuñara el acrónimo BRIC para referirse a los principales mercados emergentes (Brasil, Rusia, India y China), el bloque se expande para abarcar en total a 11 naciones y afianzar su posición en el tablero internacional.
El grupo al cual se incorporó Sudáfrica en 2010 y que quedó bautizado entonces como BRICS sumará seis nuevos miembros a partir de 2024, una ampliación considerada reflejo de su peso creciente, cuando numerosas voces lo estiman una alternativa a largo plazo a la hegemonía occidental.
Bajo el lema “BRICS y África: asociación para el crecimiento mutuamente acelerado, el desarrollo sostenible y el multilateralismo inclusivo”, se celebró la XV Cumbre de la entidad del 22 al 24 de agosto en Johannesburgo, Sudáfrica, donde estuvieron sus actuales integrantes y otras naciones interesadas en incorporarse.
La reunión generó gran atención internacional, sobre todo por la adhesión de Argentina, Etiopía, Egipto, Arabia Saudita, Irán y Emiratos Árabes Unidos, y por los pronunciamientos vinculados con demandas de larga data del llamado Sur Global.
POR UN ORDEN MÁS JUSTO
A finales de julio pasado, la ministra de la Presidencia de Sudáfrica, Khumbudzo Ntshavheni, manifestó que su país percibía a los BRICS como una importante asociación estratégica para lograr un orden mundial justo, pacífico y más equitativo.
Por su parte, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, destacó en el contexto de la XV Cumbre que no pretenden desafiar al G7 (la agrupación de potencias occidentales integrada por Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido), sino convertirse en una organización nueva y fuerte destinada a mejorar el orbe.
“No queremos ser un contrapunto al G7 ni al G20 ni a Estados Unidos. Queremos crear algo que nunca ha existido. El Sur Global. Siempre se nos ha tratado como si fuéramos la parte más pobre del planeta, como si no existiéramos. Siempre nos han tratado como si fuéramos de segunda clase. Y de repente nos damos cuenta de que podemos convertirnos en países importantes”, afirmó el mandatario sudamericano en redes sociales.
“El mundo ha cambiado, la política ha cambiado y queremos este cambio. BRICS no significa quitarle nada a nadie, significa la creación de un polo muy fuerte que reúna a mucha gente”, añadió Lula, quien apoyó con fuerza la entrada de Argentina.
Larry Elliot, editor de temas económicos en el diario británico The Guardian, señaló en un reciente artículo que existen numerosas razones para que los BRICS quieran desafiar el orden internacional dominado por Estados Unidos, cuando, considerado desde la perspectiva de un país en desarrollo, la forma en la que se gestiona la economía global parece una trampa.
Apuntó que Washington y sus aliados han controlado el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial desde su fundación en 1944, mientras vetan cualquier iniciativa que no les guste en el Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
Ante ese panorama, no es de extrañar que muchos territorios quieran un nuevo statu quo con el cual las reglas del juego sean más equitativas para todos. Ese parece ser uno de los propósitos fundamentales de los BRICS, según dejan ver sus promotores; sin embargo, los obstáculos para lograrlo no son pocos.
IMPORTANTE CITA EN SUDÁFRICA
Con titulares como “Cumbre de los BRICS: ¿Está surgiendo un nuevo bloque que rivalice con el liderazgo estadounidense?”, “¿Qué es una moneda BRICS? ¿Está en problemas el dólar estadounidense?” y “La expansión de los BRICS genera alegría en África”, los medios de prensa informaron sobre el encuentro en el que tomaron parte autoridades de más de 60 países y organizaciones.
En particular, analistas y reporteros trataron de buscar respuestas a la interrogante de si los BRICS realmente pueden ser un contrapeso a Occidente, en momentos en los que muchas naciones de América Latina, África y Asia se sienten excluidas ante la supremacía económica y política de otras naciones.
Aunque los criterios en torno al tema son variados y, en ocasiones, contrapuestos, expertos consultados por la agencia Prensa Latina consideraron que la cumbre celebrada en Sudáfrica puede representar el inicio de una nueva restructuración económica y, hasta cierto punto, geopolítica.
De acuerdo con los especialistas, lo ocurrido en territorio africano podría definir las pautas que seguirá buena parte del comercio mundial en las décadas venideras. Aunque con un signo político completamente diferente, se trataría de un proceso parecido al que comenzó en 1944 con la conferencia de Bretton Woods, la cual estableció al dólar estadounidense como moneda de referencia global.
En la última jornada de dicha reunión, los BRICS adoptaron una declaración final que abogó por el uso de sus monedas nacionales en el comercio internacional y las transacciones financieras al interior del grupo, y en la que se comprometieron a profundizar la cooperación económica y agrícola.
A través de ese documento, se invitó a los seis países mencionados a convertirse en miembros de pleno derecho desde el próximo 1 de enero, lo cual dejará establecido un bloque que concentrará casi un 47 por ciento de la población y un 36 por ciento del Producto Interno Bruto global basado en la paridad del poder adquisitivo, superior al 30 por ciento del G7, según datos del FMI citados por el portal Euronews.
Ese medio apuntó que la agrupación es difícil de ignorar, además, porque concentra un 45 por ciento de la producción mundial de petróleo, al tiempo que posee importantes sectores de hierro, carbón y bauxita.
OTROS COMPROMISOS Y DESAFÍOS
La declaración final reiteró la importancia del multilateralismo, expresó preocupación por el uso de sanciones unilaterales y sus efectos negativos en los países en desarrollo, y manifestó que la ONU es la piedra angular del sistema internacional, aunque llamó a reformarla y a lograr mayor representación en su Consejo de Seguridad.
Entre otros temas, abogó por fortalecer la coordinación de políticas macroeconómicas, trabajar en una recuperación sostenible, consolidar las cadenas de suministros, estimular las ventas y flujos de inversión, y mejorar la seguridad alimentaria dentro del bloque y en el resto del mundo.
Los compromisos y principios establecidos en el documento, junto a los proyectos impulsados por el Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS creado en 2015, son un reflejo de la articulación ganada en los últimos años, la cual también se expresa en el hecho de que fueron más de 40 países los que expresaron interés en unirse a la iniciativa.
Ello apunta a que los BRICS podrían ampliarse aún más en los próximos años, y eso supondría a la vez una fortaleza y un desafío, pues la heterogeneidad de sus miembros haría más difícil alcanzar pactos y concertar estrategias en una asociación que funciona a través de consensos.
Un análisis del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica advirtió sobre diferencias entre los miembros, como el respaldo de China a la expansión del grupo y la postura de Rusia de que ese crecimiento se produzca de forma más gradual.
También están las disparidades económicas, pues China, por sí sola, representa el 71 por ciento del PIB de los BRICS; y la presencia de intereses nacionales diferentes, que en algunos casos llegan a ser conflictivos entre sí.
Según el artículo de Elliot en The Guardian, sería imprudente darle demasiada importancia a la expansión de los BRICS, cuando hay tensiones entre China e India, y entre Arabia Saudita e Irán. Además, Sudáfrica está ansiosa por mantener buenas relaciones con Occidente, y poseer 11 miembros en lugar de cinco incrementa las posibilidades de desacuerdo.
Para el analista, a esa asociación le llevaría años, quizás décadas, crear una infraestructura financiera similar a la que respalda al dólar. Pero advirtió que, aun cuando no sucederá de la noche a la mañana, se avecina un desafío para la moneda estadounidense, cuyo papel de reserva única y todopoderosa no encajaría en un mundo multipolar.
A su vez, el asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, quiso restar importancia a los planes de crecimiento del grupo, al apuntar que no lo veía evolucionando hacia una especie de rival geopolítico de Estados Unidos debido a los puntos de vista divergentes entre sus integrantes.
Sin embargo, aunque la expansión de los BRICS no constituye un viraje significativo, para muchos expertos sí representa un cambio a nivel internacional.
El director del programa Sur Global del Instituto Quincy en Washington, Sarang Shidore, subrayó al medio británico BBC: “Ya no es un mundo en el que Estados Unidos pueda establecer todas las normas o impulsar todas las instituciones. No hay dudas al respecto”.