¿Llegó el final para Bolsonaro?

  En julio de 2022, el entonces presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, no estaba en un buen momento: a menos de tres meses de los comicios en los que buscaría un segundo mandato, gran parte de las encuestas lo colocaban en una posición muy desventajosa frente al exgobernante Luiz Inácio Lula da Silva, y su imagen parecía cada vez más deteriorada.

   Ante esa situación que a todas luces le resultada desfavorable, el controvertido exjefe de Estado apeló a la estrategia de arreciar sus ya frecuentes ataques contra el sistema de votación utilizado en la nación sudamericana, al argumentar que conduciría a fraude electoral, lo cual repitió en numerosas ocasiones y en diversos contextos.

   El 18 de dicho mes, al recibir a medio centenar de embajadores acreditados en Brasilia, se produjo uno de esos instantes en los que desplegó sus arremetidas contra la votación electrónica.

   Frente a los diplomáticos reunidos en el Palacio de Alvorada (residencia oficial), Bolsonaro calificó de totalmente vulnerable el sistema y llegó a manifestar que debía llamarse al Ejército brasileño para ayudar a garantizar la transparencia de las elecciones de octubre, todo eso sin presentar evidencias que respaldaran sus acusaciones.

   Las denuncias fueron vistas en ese momento como un intento desesperado por sembrar dudas en torno al proceso. La politóloga Talita Tanscheit manifestó al diario español El País que el mandatario estaba saboteándolo porque sabía que iba a perder, y por eso trataba de antemano de desacreditar el resultado.

   Tales esfuerzos no solo fueron infructuosos en su momento (Lula finalmente ganó en las urnas y tomó las riendas del país en enero pasado), sino que, además, se revirtieron en contra de Bolsonaro, quien acaba de ser inhabilitado para presentarse a cualquier cargo electivo hasta 2030.

EL JUICIO Y LA INHABILITACIÓN

   El 22 de junio último el Tribunal Superior Electoral (TSE) comenzó un juicio contra el exgobernante por cargos de abuso de poder político y uso indebido de los medios públicos, a raíz de una demanda interpuesta por el Partido Democrático Laborista (PDT, por sus siglas en portugués) como consecuencia de la mencionada reunión con los embajadores en 2022.

   La primera de esas imputaciones considera que el titular de un cargo emplea la estructura y los recursos del Estado para provocar un desequilibrio en la contienda. Según el PDT, esto se expresó en que Bolsonaro usó los ataques al método de votación como parte de su plataforma política, y en la cita con los embajadores propagó ese programa de campaña.  

   El mal uso de los medios, en tanto, tiene relación con el hecho de que el discurso pronunciado en ese encuentro se transmitió por TV Brasil, una emisora pública, además de que se difundió en redes sociales de autoridades.

   Durante la primera audiencia del caso, el abogado Walber Agra, quien representó al PDT, afirmó que Bolsonaro atacó sistemáticamente tanto al TSE como a la propia democracia, y llegó a imputarle “prácticas golpistas”.

   Por su parte, el representante del Ministerio Público, Paulo Gonet Branco, expresó en esa jornada inicial del juicio que el diálogo con los diplomáticos fue convocado para que la comunidad internacional y toda la sociedad brasileña fuesen expuestas a alegaciones no verídicas y a una manipulación que podría corroer el pleito electoral.

   De acuerdo con el funcionario, la gravedad de las acciones de Bolsonaro se apreció en el modo en que sus seguidores se lanzaron a las calles para desconocer los resultados de los comicios y demandaron a las Fuerzas Armadas un golpe militar que impidiera la toma de posesión de Lula.

   Luego de esos pronunciamientos, la suerte del expresidente ultraderechista comenzó a quedar echada en la segunda audiencia del juicio, el 27 de junio, cuando el juez instructor del proceso, Benedito Gonçalves, lo halló culpable de abuso de poder y votó a favor de inhabilitarlo durante ocho años.

   En sus argumentos, el magistrado sostuvo que el político usó su cargo para degradar el ambiente electoral, incitar un estado de paranoia colectiva y fabricar teorías de la conspiración con informaciones falsas y mentiras atroces, al tiempo que llegó a acusarlo de “flirteo nada discreto con el golpismo”.

   De hecho, Gonçalves defendió que se incorporara al proceso el borrador de un decreto encontrado en enero en la residencia del exministro de Justicia Anderson Torres, destinado a anular la victoria de Lula y mantener a Bolsonaro en el poder mediante una intervención militar.

   Tras esos pronunciamientos, los otros seis miembros del TSE expresaron sus criterios sobre el caso, hasta que el 30 de junio se concretó la decisión de inhabilitarlo hasta 2030, con los votos favorables de cinco integrantes de esa instancia (Gonçalves, Floriano de Azevedo Marques, André Ramos Tavares, Cármen Lúcia y Alexandre de Moraes) y los criterios en contra de dos (Raúl Araújo y Kassio Nunes Marques).

¿QUÉ SIGUE PARA EL EXPRESIDENTE?

   No son pocos quienes consideran acabada la carrera política de Bolsonaro, de 68 años de edad, pues no podrá ser un contendiente en los comicios municipales de 2024 y 2028, ni en los generales de 2026, y solo tendría la posibilidad de aspirar nuevamente a llegar al Palacio de Planalto en los de 2030.

   “Me he llevado una puñalada en la espalda”, afirmó el exjefe de Estado luego de conocerse el fallo, pero sostuvo que piensa apelarlo ante el Supremo Tribunal Federal y añadió que no está muerto y piensa seguir trabajando.

   Es poco probable, sin embargo, que tal recurso resulte exitoso, dado que ese órgano difícilmente contradice las decisiones del TSE.

   Luiz Fernando Pereira, miembro de la Academia Brasileña de Derecho Electoral y Político, declaró al diario español El Confidencial que se pueden contar con los dedos de una mano los casos en los que la Corte Suprema revocó una decisión de ese tipo.  

   A pesar de eso, apuntó el periódico, en un país donde las leyes simplemente “no cuajan” y donde las sentencias, hasta las más contundentes, acaban siendo suspendidas, revertidas o anuladas, cualquier giro en el guion es posible.

   Por otro lado, diputados del Partido Liberal, la formación del exmandatario, tratan de impulsar un proyecto de ley que pretende otorgar indulto a todos los políticos que hayan cometido delitos electorales desde 2016, lo cual busca ser una amnistía para Bolsonaro.

   Sea reversible o no la reciente inhabilitación, el exdignatario todavía enfrenta otras investigaciones y causas.

   El diario Folha de S. Paulo recordó que responde a 15 procesos también relacionados con los comicios de 2022, los cuales abarcan conductas como la distorsión de eventos oficiales del gobierno para obtener ventaja electoral y el uso de las redes sociales para difundir datos falsos con el fin de impactar en las votaciones.

   Además, la Corte Suprema lo incluyó en las pesquisas sobre presuntos incitadores y autores intelectuales de los ataques golpistas ocurridos el pasado 8 de enero; y es blanco de una investigación acerca de su comportamiento durante la Covid-19, cuando alentó a las personas a no usar máscaras, entre otros procesos.

   Sin embargo, Bolsonaro tiene suficientes seguidores y capital político para mantener un protagonismo en Brasil, incluso cuando transcurran los ocho años de su inelegibilidad, aunque la inhabilitación constituye un golpe fuerte.  

   Después de conocer el fallo adverso, él mismo llegó a sugerir la posibilidad de que su esposa, Michelle Bolsonaro, se presente como aspirante a las presidenciales de 2026, aunque añadió que carece de experiencia para el cargo.

    Según Folha de S. Paulo, líderes evangélicos valoran la posibilidad de una candidatura del gobernador de Sao Paulo, Tarcísio de Freietas, en la que la exprimera dama aparezca como propuesta para la vicepresidencia.

   Precisamente los evangélicos son una base importante del electorado del exjefe de Estado, junto con conservadores, grupos de militares, nacionalistas y defensores de las armas.

   “Bolsonaro consiguió juntar públicos y segmentos de electores muy diversos entre sí. Hoy no hay una figura en Brasil que pueda hacer lo mismo; no hay un sustituto de Bolsonaro”, considera Isabela Kalil, coordinadora del Observatorio de la Extrema Derecha brasileña.

   En declaraciones al portal británico BBC Mundo, Kalil apuntó que en lo adelante pueden surgir disputas internas en el bolsonarismo, un criterio con el que coincide el politólogo Marco Antonio Teixeira, quien estima que se abre un vacío a partir del cual pueden surgir nuevos liderazgos de derecha a lo largo del tiempo.

   Más allá de todas estas consideraciones, será justamente el tiempo el que dirá si el otrora ocupante del Palacio de Planalto está definitivamente condenado al fin de su carrera o si encontrará la forma de tener un renacer político que lo mantenga en el centro de los acontecimientos del gigante sudamericano.

José Oscar Fuentes
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