Varios países de América Latina celebraron elecciones presidenciales en 2023, y esos procesos representaron una continuidad del tipo de gobierno prevaleciente hasta el momento o trajeron un cambio de rumbo con éxitos inesperados de figuras opositoras o fuera de los pronósticos de encuestas y analistas.
En sentido general, los resultados obtenidos en las urnas reflejaron el hastío de una buena parte de los electores con el establishment político y las formas tradicionales de ejercer el poder, mientras los ciudadanos también mostraron su preocupación por problemas alarmantes de esta área geográfica como la inflación, el desempleo, la inseguridad y la delincuencia.
BRASIL Y ARGENTINA, DOS CARAS DE UNA MONEDA
Uno de los acontecimientos que marcaron a la región en el presente año fue el regreso a la presidencia de Brasil de Luis Inácio Lula Da Silva, quien protagonizó un impactante resurgimiento en octubre de 2022 al imponerse en las urnas al entonces mandatario ultraderechista Jair Bolsonaro.
El inicio de su mandato estuvo marcado por ataques contra la democracia brasileña, cuando miles de seguidores de Bolsonaro asaltaron el 8 de enero las sedes de los poderes institucionales del país, en lo que fue calificado como un acto de vandalismo sin precedentes.
Pese a esas tensiones iniciales, el líder de izquierda ya muestra logros como la aprobación en el Congreso de una histórica reforma tributaria que había sido debatida durante tres décadas, y el renacer de varios programas sociales para garantizar el acceso a la vivienda, educación, salud y alimentación, aunque todavía enfrenta retos como el alto déficit fiscal.
Al hacer un balance de los últimos 12 meses en un discurso televisado de Nochebuena, el presidente brasileño destacó a 2023 como un año “de reconstrucción y siembra” que sirvió para crear las condiciones para “una cosecha generosa en 2024”, ponderó “el regreso de las políticas sociales” y pidió “restaurar la paz y la unidad” en el país ante el “odio de algunos contra la democracia”.
Mientras Brasil abrió 2023 con un nuevo gobierno progresista, Argentina lo cierra en una cuerda totalmente diferente, pues el 10 de diciembre llegó a la Casa Rosada, sede de su Ejecutivo, el economista ultraliberal Javier Milei, una figura con poca experiencia política que ganó popularidad con un discurso de extrema derecha.
Solo dos días después de tomar posesión, su ministro de Economía, Luis Caputo, difundió las primeras medidas, entre ellas un nuevo cambio oficial del dólar, con devaluación de un 50 por ciento para la moneda argentina, y la reducción del número de ministerios del país de 18 a nueve.
Posteriormente, el propio mandatario anunció un Decreto de Necesidad y Urgencia con numerosas acciones polémicas, entre ellas la transformación de todas las empresas del Estado en sociedades anónimas para su posterior privatización; la incorporación de las empresas de medicina prepaga al régimen de obras sociales; y la derogación de varias leyes. En total, dio a conocer una batería de 366 artículos con los que se modifican, derogan o desregulan alrededor de 300 normas.
Las medidas provocaron una intensa jornada de protestas con cacerolazos y miles de personas que salieron a las calles de Buenos Aires a oponerse al programa de estabilización.
Esas manifestaciones se produjeron en medio de advertencias del gobierno de que quienes ocuparan la vía pública o cortaran carreteras dejarían de recibir planes de ayuda social y de que le cobrarían el costo del operativo de seguridad a las organizaciones convocantes.
OTROS COMICIOS
En el año que concluye también hubo cita en las urnas en Cuba, Paraguay, Ecuador y Guatemala. En el primero de esos países el presidente Miguel Díaz-Canel fue reelegido el 19 de abril por la Asamblea Nacional del Poder Popular (Parlamento) para un segundo mandato de cinco años, durante el cual deberá hacer frente al difícil panorama económico en el que se encuentra la nación antillana.
Hace pocos días, en el segundo periodo ordinario de sesiones de ese órgano en su décima Legislatura, el mandatario expresó que la isla vive una situación de “economía de guerra”, golpeada por el bloqueo impuesto por Estados Unidos, los efectos de la crisis en las relaciones económicas internacionales y errores internos.
Mientras tanto, en Paraguay, el Partido Colorado sacó a relucir otra vez su hegemonía de más de siete décadas y logró imponerse en los comicios del 30 de abril, para garantizar de ese modo otro lustro en el poder por medio de un nuevo mandatario, Santiago Peña.
En Ecuador, el jefe de Estado desde el pasado 23 de noviembre es el empresario de 36 años Daniel Noboa, quien sorprendió en la primera vuelta celebrada el 20 de agosto al quedar como el segundo candidato más votado y luego concretó una sorprendente victoria al imponerse en el balotaje del 15 de octubre a Luisa González.
Tal proceso electoral se realizó en la nación sudamericana luego de que el expresidente Guillermo Lasso, quien se encontraba sometido a un juicio político que podía conducir a su destitución, decidió en mayo disolver la Asamblea Nacional (Parlamento) y convocar a comicios anticipados.
La salida de Lasso y la toma de posesión de Noboa ocurrieron en un momento muy complejo para Ecuador, golpeado por problemas como una crisis de violencia sin precedentes, el azote del narcotráfico, dificultades económicas y marcadas desigualdades sociales.
Con poco más de un mes en el cargo, el político de derecha ha enfrentado varias crisis: una ruptura con su vicepresidenta, Verónica Abad; el asesinato de cuatro niños en Guayaquil, cuando unos sicarios dispararon contra la casa donde vivían; el secuestro de un excónsul honorario de Reino Unido; y la continuidad de una crisis energética con apagones.
Por otra parte, ha tenido logros como la aprobación en el Parlamento de la Ley de Eficiencia Económica y Generación de Empleo.
Al mismo tiempo, Guatemala espera el cambio presidencial previsto para el venidero 14 de enero, cuando debe ocurrir la investidura del mandatario electo, Bernardo Arévalo, del Movimiento Semilla, quien en la segunda vuelta electoral celebrada el 20 de agosto triunfó con una ventaja de más de 20 puntos porcentuales sobre su rival en ese balotaje, Sandra Torres.
Desde ese momento, Arévalo, una figura autodefinida como socialdemócrata y progresista que prometió luchar contra la corrupción y el crimen, sufrió sucesivos intentos del Ministerio Público (MP, Fiscalía) de revertir su victoria en las urnas, al argumentar que hubo presuntas irregularidades administrativas llevadas a cabo por el Tribunal Supremo Electoral.
Las acciones del MP fueron calificadas por varias fuentes como un abuso de poder y un intento de golpe de Estado, además de que generaron rechazo entre gobiernos e instituciones internacionales.
Dichos esfuerzos por anular los resultados de los comicios llevaron a que el 14 de diciembre la Corte de Constitucionalidad de Guatemala emitiera un recurso de amparo definitivo que frena la pretensión de impedir la investidura de Arévalo.
EL CALENDARIO ELECTORAL PARA 2024
América Latina no tendrá descanso el próximo año, cuando otros países celebrarán importantes comicios con consecuencias no solo internas sino también con posibles repercusiones en toda la región.
El primer territorio en celebrar un proceso de esa naturaleza será El Salvador, donde el popular presidente Nayib Bukele encabeza una polémica campaña de reelección que podría concederle un segundo mandato, cuando las encuestas le confieren una intención de voto favorable superior al 60 por ciento.
Sus pretensiones de mantenerse en el cargo han estado envueltas en gran controversia, pues expertos señalan que la reelección continua está prohibida en la carta magna del país, mientras la Sala de la Constitucional de la Corte Suprema de Justicia emitió en 2021 una resolución que refuta tal prohibición.
También en Centroamérica, en este caso en Panamá, habrá elecciones para seleccionar a un nuevo presidente el 5 de mayo, en una contienda en la que de momento se posiciona como favorito el exgobernante Ricardo Martinelli, quien enfrenta denuncias de corrupción en su contra. Sus rivales en esos comicios serán, entre otros, el actual vicemandatario, José Gabriel Carrizo, y el exjefe de Estado Martín Torrijos.
Dos semanas después serán los dominicanos quienes escojan a su mandatario. En la nación caribeña, el presidente Luis Abinader aspira a continuar al frente del Ejecutivo, para lo cual deberá vencer a contrincantes como el otrora jefe del Palacio Nacional, Leonel Fernández.
Una contienda muy observada en la región será también la de México, que por primera vez en su historia podrá tener una mujer en la presidencia. El 2 de junio se enfrentarán la candidata del oficialista Movimiento de Regeneración Nacional, Claudia Sheinbaum, quien hasta ahora lidera la intención de voto, y la senadora Xóchitl Gálvez, representante de una coalición opositora integrada por los partidos Acción Nacional, Revolucionario Institucional y de la Revolución Democrática.
El calendario para elegir a jefes de Estado en esta zona geográfica también comprende a Uruguay, donde habrá comicios el 27 de octubre, y podría abarcar a Venezuela, pues allí podrían realizarse elecciones de ese tipo en diciembre.