La inmigración hispana a Canadá entre Trump y los nuevos desafíos
Con el retorno de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos en 2025 y la intensificación de sus políticas antiinmigrantes, miles de personas hispanohablantes han comenzado a mirar hacia Canadá como una alternativa más estable y acogedora. Las medidas implementadas por la nueva administración estadounidense —como eliminar el programa de “parole” humanitario que permite la entrada legal de personas provenientes de Cuba, Venezuela, Haití y Nicaragua— han generado miedo e incertidumbre entre las comunidades migrantes que ya residían en EE. UU. y entre quienes planeaban emigrar.
En contraste, Canadá ha mantenido una imagen internacional como país de acogida. El español es actualmente la tercera lengua más hablada del país, después del inglés y el francés. Según datos del censo de 2021, aproximadamente 1.17 millones de personas hablan español en Canadá, como lengua materna o adquirida, y su presencia se concentra principalmente en Ontario, Quebec y Columbia Británica. Esta creciente comunidad hispana se compone tanto de inmigrantes recién llegados como de generaciones nacidas en suelo canadiense.
Sin embargo, este aumento también ha puesto de relieve varios retos importantes. En primer lugar, el sistema de asilo e inmigración de Canadá ha comenzado a mostrar signos de tensión. El acceso a vivienda, los servicios sociales y los programas de integración laboral y lingüística se han visto sobrecargados, especialmente en las grandes ciudades. La respuesta del gobierno federal ha sido ambivalente: aunque sigue promoviendo a Canadá como un país abierto a la inmigración, el ministro de Inmigración, Marc Miller, reconoció en noviembre de 2024 que el sistema no puede sostener el mismo ritmo de llegada. “La realidad es que no todos son bienvenidos aquí”, afirmó, señalando un posible endurecimiento en los procesos de admisión.
Uno de los casos más críticos se presenta en Quebec, donde existe una crisis humanitaria relacionada con la reunificación familiar. Las largas esperas, la burocracia y la falta de personal capacitado han dificultado que muchas familias inmigrantes puedan reencontrarse. Los tiempos de espera se han triplicado en comparación con años anteriores, generando frustración, ansiedad y una sensación de abandono entre quienes desean reconstruir sus vidas junto a sus seres queridos.
Otro aspecto que agrava la situación es la escasa representación de la comunidad hispana en los espacios de toma de decisiones. A pesar del crecimiento sostenido de esta población, los hispanos siguen estando subrepresentados en el Parlamento, los gobiernos provinciales y las instituciones públicas. Esta falta de voz política limita la visibilidad de sus necesidades específicas, y dificulta que se diseñen programas de inmigración y asentamiento adaptados a sus realidades culturales, lingüísticas y sociales.
La ausencia de representación también se traduce en una falta de recursos institucionales en español y en una baja presencia de profesionales hispanoparlantes en sectores clave como el jurídico, el de salud mental y la educación. Muchas veces, los recién llegados deben navegar el sistema en un idioma que no dominan, lo que puede afectar gravemente su integración, acceso a servicios y su salud emocional.
A pesar de estas barreras, la comunidad hispana sigue mostrando una gran resiliencia y capacidad de organización. Diversas asociaciones locales han emergido para apoyar a los recién llegados, ofrecer asesoramiento legal, acceso a empleo y oportunidades educativas. Además, la creciente presencia de medios de comunicación en español ayuda a visibilizar los logros y las demandas de esta comunidad.
Canadá se encuentra ante un punto de inflexión: debe decidir si mantendrá su imagen de país acogedor reforzando su infraestructura de apoyo a la inmigración, o si permitirá que la presión y la falta de representación generen mayores brechas y exclusión social. Lo que está claro es que la comunidad hispana ha llegado para quedarse, y su contribución al país será tanto más fuerte cuanto mayor sea su inclusión en los espacios de poder y decisión.


