CATALINA CHÁUX*
Este 27 de octubre se realizarán en Ontario las elecciones municipales para elegir alcaldes, miembros de los concejos municipales y los administradores de los consejos de educación; tres posiciones de inmensa responsabilidad. Las decisiones u omisiones de los elegidos afectarán a los habitantes de la ciudad; es por ello que se requiere la participación de las personas habilitadas para votar.
Canadá es uno de los países más multiculturales del mundo y su diversidad también se extiende a la práctica democrática; reflejada en los candidatos y sus orígenes y también en el ejercicio del derecho y el deber democrático de votar.
Para algunos es un derecho que no podían ejercer, para otros la diferencia puede reflejarse sólo en el sistema electoral, o en el tipo de candidatos, otros pueden mantener la apatía o la incredulidad sobre la posibilidad de que las situaciones puedan mejorar o ser diferentes. Lo cierto es que sin importar la circunstancia, se cuenta con el derecho a votar y este debe ser ejercido. Lo ideal es que sea un voto informado, que se conozcan quienes son los candidatos y sus propuestas y se vote con convicción. La tecnología y las redes sociales, permiten hoy el que se pueda tener acceso a las plataformas y propuestas de los candidatos, sin necesidad de tener que acudir a una reunión política o de intermediarios.
Mucho se discute si las diversas comunidades deben tener un candidato de su comunidad que los represente, para poder tener mayor relevancia en las distintas esferas de gobierno. Yo no lo creo.
El sistema canadiense hace que el candidato se deba a los electores de su área o distrito y en ocasiones, las comunidades no están con-centradas en un área específica. La representatividad como comunidad la dará el dejarle saber al candidato de la zona que la comunidad es activa, que tiene relevancia, que es trabajadora y que su voto cuenta.
Entre mayor sea el número de elegidos conscientes del activismo de la comunidad, en una o varias zonas, mayor representación y relevancia tendrá la comunidad.
El no votar no sólo es la negación al ejercicio de un derecho y el incumplimiento de un deber; es también el endoso de un derecho a aquellos que sí lo ejercieron y no necesariamente comparten los mismos principios y valores que puedan tener quienes dejan de votar.
* Abogada con especialización en Derecho Económico, Master en Resolución de Conflicto; se dedica a su práctica privada en mediación, coaching y consultoría. cchaux@checsconsulting.com