La melatonina es una hormona natural producida por la glándula pineal, ubicada en el cerebro. Su principal función es regular el ritmo circadiano, es decir, el ciclo de sueño y vigilia del organismo. A medida que cae la noche y disminuye la luz ambiental, el cuerpo empieza a segregar melatonina, lo que genera una sensación de somnolencia que prepara al cuerpo para dormir. Por el contrario, cuando amanece y nos exponemos a la luz del día, los niveles de melatonina disminuyen y el cuerpo se activa.
Aunque esta hormona es producida de forma natural por el cuerpo, también puede encontrarse como suplemento en forma de comprimidos, cápsulas o incluso gotas. Su consumo se ha popularizado en los últimos años gracias a sus efectos beneficiosos sobre el sueño y su potencial como complemento en el tratamiento de diversas afecciones.
Uno de los usos más comunes de la melatonina es para combatir el insomnio, tanto en adultos como en niños. Muchas personas que tienen dificultades para conciliar el sueño o que se despiertan frecuentemente durante la noche encuentran alivio con la administración controlada de melatonina. Además, quienes trabajan en turnos rotativos o durante la noche —y ven alterado su ritmo natural de sueño— pueden beneficiarse especialmente del uso de esta hormona para restablecer su reloj biológico.
La melatonina también es útil para mitigar los efectos del desfase horario o jet lag, una condición común en viajeros que cruzan varios husos horarios en poco tiempo. Al tomar melatonina en los momentos adecuados, es posible facilitar la adaptación del cuerpo al nuevo horario, reduciendo el cansancio y otros síntomas asociados.
Más allá del sueño, la melatonina tiene propiedades antioxidantes. Actúa neutralizando los radicales libres que dañan las células, lo que contribuye a la prevención del envejecimiento prematuro y a la protección de órganos clave, como el cerebro y el corazón. Algunos estudios también han sugerido que podría tener efectos beneficiosos sobre el sistema inmunológico, ayudando a modular la respuesta del cuerpo frente a infecciones y enfermedades.
También se han investigado sus posibles beneficios en otros ámbitos, como la salud ocular —protegiendo la retina de ciertos tipos de degeneración—, el alivio de síntomas de ansiedad y depresión, y el tratamiento de trastornos neurológicos como la enfermedad de Alzheimer, aunque en estos casos aún se necesitan más estudios para confirmar su eficacia.
A pesar de ser un suplemento natural, el uso de melatonina debe ser cuidadoso y supervisado. No todas las personas necesitan tomarla, y su efectividad puede variar según la causa del problema del sueño. Además, aunque se considera segura en dosis bajas (entre 0.5 y 5 mg por día en la mayoría de los adultos), tomarla en exceso o durante largos períodos puede generar efectos secundarios como somnolencia diurna, dolores de cabeza o alteraciones en el estado de ánimo. También puede interactuar con ciertos medicamentos, como anticoagulantes, anticonvulsivos y medicamentos para la presión arterial.
En conclusión, la melatonina puede ser una herramienta valiosa para mejorar la calidad del sueño y favorecer el bienestar general, especialmente en personas con trastornos del ritmo circadiano. Sin embargo, como con cualquier suplemento, es importante utilizarla con responsabilidad y, en caso de dudas, consultar con un profesional de la salud para asegurarse de que su uso sea adecuado y seguro.