En un país multicultural como Canadá el respeto a las diferencias es la clave para que la sociedad se perfeccione y avance.
Nuestro niños deben de crecer entonces en un ambiente donde se acepten y se respeten a todas las personas por igual, un objetivo por el que luchamos cada día los inmigrantes en cada rincón del planeta.
La pluralidad de ideas, lenguajes y costumbres es una característica de nuestro tiempo, al menos en este primer mundo. Convivir con ella no es sencillo, sin embargo esa enorme diversidad constituye una oportunidad para enriquecernos como seres humanos, y es esta visión positiva la que debemos trasladar a nuestros hijos.
En sentido positivo, debemos fomentar en el hogar un ambiente favorable a cuestionar ideas preconcebidas y estereotipos; y no necesariamente para descartarlos o censurarlos sino para distinguir en ellos lo que hay de verdad y de mentira.
El niño debe ser protegido contra todas las prácticas que puedan fomentar la discriminación. Debe ser educado en un espíritu de comprensión, solidaridad, tolerancia, amistad, paz y fraternidad.
Los padres somos el mejor ejemplo a la hora de convivir con lo diferente y debemos de cuidar de no emitir en casa criterios que puedan llevar a que el niño se sienta victimizado o que lo empuje a victimizar a otros.
Los prejuicios de índole sexual, racial, religiosa o de cualquier otro tipo deben de ser puestos a un lado para lograr el objetivo de que nuestros niños sean mañana adultos de bien en un país mucho más feliz e inclusivo.