¿Cambios en la política exterior canadiense sobre América Latina?

Analizando el cambio que se acaba de producir en la titularidad de Ministerio de Relaciones Exteriores, la CBC acaba de publicar un extenso artículo de opinión de John Kirk, profesor de Estudios Latinoamericanos en Dalhousie University y Stephen Kimber, profesor de Periodismo en la University of King`s College, titulado
La política exterior del gobierno liberal ha hecho que Canadá se hiciera de algunos aliados vergonzosos.

La columna, escrita con una contundencia y una claridad poco habituales, comienza reconociendo que:

“Ahora que Canadá tienen un nuevo Ministro de Relaciones Exteriores, deberíamos repensar aspectos de nuestra política exterior, en particular en lo que atañe a una volátil Latinoamérica. Aparte de lo que puedan haber sido los éxitos en temas comerciales de la ministra Chrystia Freeland, su elección de aliados en América Latina fue desconcertante, demostrando una indignación selectiva y torpes intentos de imponer su voluntad en complejos dilemas políticos en países como Venezuela y, más recientemente, en Bolivia.”
La nota continúa remarcando la falta de visión y competencia que el equipo ministerial de Freeland demostró al sumarse al llamado Grupo de Lima sin tomar en cuenta dos factores esenciales: los discutibles objetivos del Grupo y su propia integración, que evidencia un compromiso débil con los valores democráticos. Así, continúan:

“before we consider what the Lima Group actually accomplished there, it’s worth reminding ourselves who we jumped into bed with. The Lima Group includes some of the worst human rights abusers in the hemisphere, many of whom play fast and loose with constitutional niceties”.
En lo que tiene que ver con los objetivos manifiestos del Grupo de Lima los autores destacan que éstos no fueron nunca más allá que la intención de sustituir, en Venezuela, un gobierno electo por otro, mediante mecanismos absolutamente reñidos con la democracia, como son la autoproclamción, el golpe militar o la intervención extranjera. Y hacen particular hincapié en el fracaso que el Grupo evidenció a la hora de demostrar que sus objetivos fueran un eco real del sentir mayoritario de los venezolanos.

En el análisis de la integración del propio Grupo al que Canadá ha adherido con tanto entusiasmo, Kirk y Kimber hacen notar que salvo algunas pocas exepciones, se trata de gobiernos que o bien han surgido de Golpes de Estado (como es el caso de Honduras) o bien incumplen con el respeto básico a los Derechos Humanos (como es el caso de Colombia desde hace décadas y Chile en este preciso momento), o bien demuestran tener graves problemas institucionales y sociales (como es el caso de Perú) o bien han adoptado políticas contrarias a las que Candá impulsa a nivel internacional, como es el caso del Brasil de Jair Bolsonaro.

Siguiendo con su análisis, los autores realizan un paralelismo entre esa errónea elección de aliados que Canadá evidenció durante los últimos años con las decisiones que ha tomado en las últimas semanas.

“Despite that ongoing embarrassment, Canada made almost the same mis-step again last week. Global Affairs Canada announced it would work with and support Bolivia’s self-declared new president, Jeanine Áñez, a woman with a history of hostility to Bolivia’s indigenous people.”
Y luego de realizar un pormenorizado recorrido a través de los sucedido tras el Golpe de Estado que terminó con el gobierno constitucional de Bolivia a Evo Morales (instalación de un gobierno supuestamente interino que ha provocado ya decenas de muertos y miles de heridos al amparo de un decreto que promete la impunidad para los integrantes del ejército y las fuerzas de seguridad que disparen contra quienes manifiestan pacíficamente su repudio), persecución y amenazas a opositores , detenciones indiscriminadas de miembros de comunidades indígenas, etc., concluye:

Canada has turned a blind eye to the criminal abuses by Bolivia’s security forces. As it did in Chile.

Under Freeland’s tenure, unfortunately, this has become Canada’s standard Latin American operating procedure.
Our silence on the widespread abuse of human rights by fellow members of the Lima Group in Chile, Honduras and Peru — not to forget Colombia and Guatemala — speaks volumes, as has our eagerness to impose our will, undemocratically, on countries like Venezuela and Bolivia.
Freeland’s departure from the foreign affairs portfolio in this week’s cabinet shuffle is an opportunity. Her replacement, François-Philippe Champagne, should use that opportunity to reconsider how well our behaviour in Latin America aligns with our self-image of Canada as an honest broker in the world.
Hemos querido reproducir en su idioma original los anteriores párrafos de la nota de CBC porque aunque coinciden casi punto por punto con consideraciones que hemos realizado anteriormente en nuestra páginas, aportan una perspectiva que nos importa particularmente. La de quienes sin estar directamente involucrados con los problemas y los dramas que se viven en nuestros países, saben colocarse frente a ellos con la humanidad y la empatía que requieren las relaciones internacionales bien entendidas.

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