Un crimen atroz contra las familias canadienses

El reciente atropellamiento de miembros de una familia musulmana en London, Ontario, es más que un atentado contra quienes profesan esa fé, sino un ataque al corazón mismo de todos los canadienses, ya sean católicos, protestantes, musulmanes, independientemente además de su estatus como ciudadanos, inmigrantes indocumentados, personas en general que estudian o trabajan en este país.

Las autoridades canadienses calificaron de intencional y premeditado el ataque despiadado que ocurrió en las últimas horas del domingo, en el que murieron cuatro integrantes de una familia y el otro quedó gravemente herido.

El sospechoso del asesinato masivo, identificado como Nathaniel Veltman, de 20 años, los arrolló intencionalmente solo porque ellos profesan la religión islámica.

De acuerdo con la versión oficial, Veltman subió a la acera con su camioneta y golpeó a las víctimas en una intersección.

El joven está detenido y enfrenta cuatro acusaciones de asesinato en primer grado, pero las autoridades dijeron desconocer si era miembro de algún grupo de odio específico, mientras varias agencias trabajan con la policía federal y los fiscales en busca de posibles cargos de terrorismo.

“Este fue un acto de asesinato masivo perpetuado contra los musulmanes, y tiene sus raíces en un odio indescriptible”, dijo el alcalde de London Ed Holder, quien anunció que las banderas se izarían a media asta durante tres días en la localidad, donde residen unos 40 mil musulmanes.

Por su parte, el primer ministro Justin Trudeau señaló en un tuit que “para la comunidad musulmana en London y para los musulmanes de todo el país, sepan que estamos con ustedes”.

“La islamofobia no tiene cabida en ninguna de nuestras comunidades, este odio es insidioso y despreciable, y debe detenerse”, añadió el gobernante.

El jefe del Consejo Nacional de Musulmanes Canadienses, Mustafa Farooq, dijo que “este es un ataque terrorista en suelo canadiense y debe ser tratado como tal”.

La familia extendida identificó a los muertos como Salman Afzal, de 46 años; su esposa Madiha, 44; su hija Yumna, de 15 años; y una abuela de 74 años cuyo nombre se ocultó, mientras el niño hospitalizado fue identificado como Fayez.

“Todos los que conocieron a Salman y el resto de los Afzal conocen la familia modelo que eran como musulmanes, canadienses y paquistaníes, trabajaron muy duro en sus respectivos campos de labor y se destacaron, sus hijos eran los mejores estudiantes de su escuela y estaban fuertemente conectados con su identidad espiritual “, dice el comunicado.

La familia dijo en su declaración que el público debe oponerse al odio y la islamofobia y señaló que el joven que cometió este acto de terror fue influenciado por un grupo con el que se asoció, y el resto de la comunidad debe tomar una posición firme en contra de esto, desde los más altos niveles de nuestro gobierno hasta todos los miembros de la comunidad”.

El hecho sucede poco más de una semana después de que conociéramos el producto de otro acto de salvajismo, ocurrido hace decenas de años: la muerte de más de 200 menores cuyos cadáveres fueron hallados en una antigua residencia escolar para niños aborígenes en la provincia de British Columbia.

Uno y otro crimen tienen una cosa en común: el irrespeto a la vida humana, la ausencia de tolerancia, el desprecio a las opiniones de los demás y sobre todo un sentimiento de crueldad sin límite.

El hallazgo de los menores en British Columbia es resultado de una acción criminal que ocurrió posiblemente hace varias décadas, pero el asesinato de la familia Afzal es un acto desafortunadamente de nuestros tiempos y una evidencia de que queda mucho por hacer para eliminar de una vez por todas la intolerancia, los crímenes de odio y la violencia sin límites que todavía en este siglo XXI afecta a nuestras comunidades y a buena parte del mundo.